Por mi madre, norteños: La violencia es lo de hoy
La arena estaba de bote en bote, la gente loca de la emoción en el ring luchaban los cuatro rudos ídolos de la afición: Adán de Transilvania, La Sheinbaum y el Bulldog, Marcelo el angelito, Xóchitl la oposición…
Por Los Tres
Mientras la audiencia se desvive por enterarse de los chismes más recientes de la casa de los famosos, Barbie la rompe con su mercadotecnia y los candidatos a la presidencia se meten la Wilson y el tirabuzón, México sigue en llamas. El gobierno de AMLO superó – y estos sí son los verdaderos datos- las 120 mil 463 víctimas registradas durante la gestión de Calderón y su guerrita contra el narco. En un México donde los problemas triviales se solucionaban dialogando, negociando y, a veces, hasta dándose “un tiro limpio”, ahora en el clima de impunidad el lugar común parece ser la violencia, la prepotencia.
Caso 1
En Cuatitlán Izcalli, los amorosos padres de familia de un alumno de kínder golpearon y amenazaron a la maestra. La profesora Brenda fue amenazada de muerte; a jalones de cabello, la madre de familia buscaba darle una lección frente a la presencia de su hijo. Amagando a la educadora con un arma, la amedrentaban y mostraban al niño cómo se arreglan los problemas en una sociedad en evidente descomposición.
Caso 2
En Ciudad Obregón, Sonora, se transmitía un partido de futbol en vivo; un jugador cae al suelo lesionado y se escuchan varias detonaciones. Del otro extremo del campo, era asesinado un entrenador. El narrador describe con tranquilidad los sucesos simplemente diciendo que se cancela el juego. Lo que es impresionante es que tanto el locutor como el árbitro y los jugadores no parecen muy alarmados. ¿Hemos llegado a un caso extremo de normalización de la violencia?
Caso 3
En San Luis Río Colorado, un sujeto ebrio que fue desalojado de un bar por estar “molestando” decide rociar con gasolina el lugar e incendiarlo con una molotov. Tal vez en otro México “el mala copa” se hubiera dado a la tarea de largarse a otro bar o se hubiera agarrado a golpes con el guardia de seguridad; o tal vez hubiera terminado pisteando con los músicos de compañía. Pero en este México en el que sí vivimos, aunque se niegue cada mañanera, es un México de impunes y nefastos prepotentes; sencillamente, el ego del individuo de SLRC estaba demasiado golpeado y decidió que otros debían “pagar por el desaire que le hicieron”. En ambos casos, (kínder y bar) parece que los hijos van que vuelan para sicarios o por lo menos para arreglar sus problemas a punta de pistola.
Pero no nos vayamos con la finta; esto no es nuevo, es solamente que ahora es mucho peor.
Ya nada “turba ni espanta” a esta sociedad; por supuesto, al parecer, tampoco perturba a las autoridades; total, siempre habrá abrazos…
Hoy, simplemente, el extrañamiento hacia la violencia no existe.
Mientras tanto… la arena estaba de bote en bote, la gente loca de la emoción, en el ring luchaban los cuatro rudos ídolos de la afición.