viernes, abril 19, 2024
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Celuloide: El castillo de la pureza

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixArturo Ripstein ha descrito su filmografía como obscura y difícil. Lo dice un poco para deslindarse de ese cine comercial que ofrece mucha acción, algo de efectos pero poca originalidad y contenido. Se dice que uno de sus primeros encuentros con el cine fue cuando lo llevaron a ver Nazarín, de Luis Buñuel. Más adelante entablaría una relación de amistad con el director español que se vería reflejada en sus películas. Como se podrán imaginar, Ripstein es un realizador cuya producción es poco conocida en su propio país pero ocurre lo contrario en países del extranjero como España o Francia. Desde sus inicios se inspiró en obras de escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, José Donoso, Elena Garro, etcétera.

Hay huellas de surrealismo en su obra, así como el uso constante del plano secuencia. Ripstein trata de desnudar la naturaleza del ser humano y en su intento llega a ser tachado de aburrido, lento o depresivo. Cabe decir que su filmografía ha sido estudiada con detenimiento por escuelas nacionales y extranjeras. Algunas de sus mejores películas podrían ser El lugar sin límites (1977), Cadena perpetua (1978), La viuda negra (1984), El imperio de la fortuna (1987), y el clásico del que hablaremos este fin de semana: El castillo de la pureza.

El castillo de la pureza es una película de 1971 dirigida por Arturo Ripstein en colaboración con José Emilio Pacheco. Se dice que la protagonista original del filme iba ser Dolores del Río, pero se terminó bajando del proyecto a partir de la elección del actor masculino. Los protagonistas de la película terminarían siendo el actor Claudio Brook y Rita Macedo.

Brook interpreta a Gabriel Lima, un hombre convencido de que la sociedad se encuentra podrida desde sus raíces y para evitar que su familia enferme la condena a vivir encerrados en una casona antigua que carece de los servicios más básicos. Rita Macedo le da vida a Beatriz, el ama de casa sumisa que se da cuenta de los defectos de su esposo. Al igual que el resto sufre el abuso de su cónyuge, pero lo justifica tratando de mantener unida a la familia. Los hijos son interpretados por Diana Bracho-Utopía, Arturo Beristáin-Porvenir y Gladys Bermejo como Voluntad.

Desde hace 18 años Gabriel parece ejercer un régimen totalitario dentro del seno de su propia familia, les aplica una rutina de ejercicios para mantenerlos en un estado físico óptimo, impone su ideología, cuya esencia parece salida de un manual fascista, y hasta reserva un lugar en la casa que hace las veces de cárcel para cuando uno de los miembros rompa sus reglas. Gabriel es el único facultado para convivir con el exterior, para subsistir elabora un raticida que trata de vender en una tienda.

Definitivamente recomendable, El castillo de la pureza explora la tiranía del hombre sobre el hombre. Gabriel en su retorcida moral trata de negar los deseos más elementales a su familia argumentando el mal que impera en el exterior pero convirtiéndose en un tirano que trata de saciar esos mismos deseos que tanto reprueba. Tal vez por eso ubican a los personajes en la adolescencia, de pronto Utopía y Porvenir han crecido con miedo del exterior privados del contacto humano, su padre los ha orillado en cierta manera a explorar sus instintos sexuales entre ellos. La doble moral de Gabriel va siendo desmenuzada a medida que la trama avanza y ya no vemos a un idealista revolucionario si no a un tirano maniático que ha llevado al extremo a su propia familia. Basada en hechos reales, El castillo de la pureza es un buen inicio para comenzar a explorar el universo ripsteiniano.

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