viernes, abril 19, 2024
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El color de las amapas: La radio será siempre la radio

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Por Ignacio Lagarda Lagarda
En mi infancia serrana del municipio de Álamos solo el correo era el medio de comunicación. El único que tenía una manera instantánea de comunicarse era don Hermenegildo Sáenz Cano, quien tenía un avión de pasajeros en Navojoa, ranchos remotos en la sierra y la mas grande tienda de abarrotes en San Bernardo, donde contaba con un radio transmisor con una manivela de vuelta y vuelta para llamar a cualquiera de sus negocios y otras poblaciones de la inmensa serranía. Solo lo usaba en casos de emergencia para ayudar a la población.

La única forma de comunicarse que tenía la población era la radio comercial.

Cuando alguien necesitaba enviar un mensaje a cualquier población o rancho de la sierra desde Navojoa, solo tenía que acudir a una de las radios locales, la XEGL, XENS o la XEKE, escribir su recado en el primer pedazo de papel a su alcance y a primera hora de la mañana los locutores Felipe Gutiérrez leyva, Carlos Córdoba Guirado y Serna, anunciaban a los cuatro vientos el anuncio del mensajero para que, desde los confines de las montañas, los radio escuchas atendieran el llamado de alguno de sus familiares. La gente de los pueblos y ranchos desde las 5 am encendía sus radios de transistores para estar al tanto de las noticias y esperar algún mensaje de un familiar viajero o residente de las zonas urbanas en el valle del mayo.

Una vez, mi tía Chefina, residente en Navojoa y viajera permanente a la sierra, tenía necesidad de viajar a Sahuarivo, el rancho donde vivía mi abuela Genoveva, su madre, localizado en el frío altiplano de las montañas de coníferas, y requería que ésta le enviara con un propio unas mulas a San Bernardo, a donde viajaría en camión desde Navojoa, y de ahí a lomo de bestia hasta Sahuarivo.

Mi tía acudió en la tarde de un lunes a la XEKE y con su caligrafía prodigiosa redactó de puño y letra en un pedazo de papel de estraza sobre el mostrador de la recepción lo siguiente:

“Atención, atención al rancho Sahuarivo, Álamos, Sonora, se le informa a la señora Genoveva Muñoz viuda de Lagarda que su hija Chefina viajará este próximo viernes a San Bernardo para de ahí salir el sábado siguiente a Sahuarivo, por lo que le suplica a su mamá le envíe con el Chapo Salmerón, (un indio tarahumara eterno empleado de mi abuela hasta que ella murió), con tres bestias a San Bernardo ya que la acompañan sus dos hijos para poder viajar a Sahuarivo”.

Toda la comarca se enteró del viaje de mi tía Chefina y mi abuela, avisada por su vecino Dolores Aguilar, ya que ella no escuchó la radio esa mañana porque no tenía baterías, (Mi Tía Chefina se las llevaba), juntó los primeros tres vestidos que encontró, los envolvió con una lona y le ordenó al Chapo Salmerón ensillar dos mulas y salir de madrugada el miércoles a San Bernardo a esperar y traer a su hija).

Al encuentro con el Chapo mi tía Chefina no entendió lo que recibió, cargó los vestidos que recibió en su mula, montó a sus dos hijos en la otra y los acompañó el Chapo se regresó a pié a Sahuarivo. Tiempo después el asunto se aclaró. Gutiérrez Leyva, al leer el texto del mensaje pregonó “tres vestidos” en lugar de “tres bestias”, como se les dice a los animales de carga y de montar en la sierra.

Toda la sierra, es decir “todo el mundo” se enteró del suceso.

Eso suele pasar también hoy en día en las redes sociales. Hasta de un mal entendido de una invitación a una fiesta de XV años.

El mundo no ha cambiado…ni cambiará.

 




*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.


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