Tuercas y tornillos: Del partido único al único hombre, los cambios en el sistema político mexicano

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Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
En una de mis clases surgió una discusión respecto a la idea: ¿El partido hace a los líderes o los líderes hacen a los partidos? En la deliberación de esta pregunta surgió una manera de entender el desarrollo reciente de la política mexicana.

Primero, es necesario entender que no existe una respuesta válida para todos los tiempos y todas las sociedades. Por el contrario, los cambios en la combinación de la relación partidos-líderes, los distintos momentos históricos de una misma sociedad y las particularidades culturales, económicas (entre otras), van transformando la respuesta. El problema es entonces, entender la importancia que tienen los líderes o los partidos en una sociedad particular como la mexicana.

Tras el triunfo militar y político de un conjunto de aliados en esa serie de conflictos que llamamos la Revolución Mexicana, se fue constituyendo un sistema político- económico y militar que buscaba sacar al país de este ciclo de conflagraciones. Para ello se fue perfilando una forma muy particular de poder ejercida desde un pacto social, donde los distintos grupos tendrían distintos recursos y beneficios bajo un liderazgo que retomaba la historia mexicana de cabecillas fuertes; esta posición de control del sistema político se volvería temporal y rotativa entre distintos grupos. A este mecanismo que permitía el funcionamiento del sistema político mexicano lo podíamos llamar presidencialismo. Sin embargo, el sistema general era controlado por el partido, quien era el encargado de formar, ir ascendiendo, castigar o decidir quiénes eran los grupos o individuos que ocuparían las distintas posiciones.

Podemos decir entonces, que durante el periodo de control de la llamada “revolución institucionalizada” el partido era el que hacia los liderazgos: es muy ilustrativo un dibujo de esta época donde vemos al mismo sujeto reproducido dos veces. En la primera, el titulo es “precandidato” y una serie de pequeños cuadros enumeran sus características: flojo, falto de ideas, poco imaginativo, mal vestido, feo, incapaz. En la segunda ilustración de este sujeto el título es ahora “candidato” y los pequeños cuadros que lo describen dicen ahora: trabajador incansable, creatividad inagotable, porte elegante, galán, capacidades ilimitadas. En este modelo del sistema político mexicano post revolucionario el partido hacia los candidatos.

Con el desgaste del partido en el poder, y la llegada de la alternancia política, surgieron una serie de partidos que ofrecieron cambios y mejoras a la sociedad mexicana. Después de dos décadas donde los partidos ocuparon el control de diversos niveles de gobierno, la población comenzó a desencantarse de las promesas hechas por la llegada de la “democracia”. Este desgaste de los partidos y de las democracias no es un fenómeno exclusivo de México, sino que está presente en diversas sociedades occidentales.

Ante esta situación de desencanto frente a las democracias, comenzaron a surgir líderes populistas que criticaban los sistemas políticos, los mecanismos democráticos y las mismas instituciones gubernamentales. Uno de los principales atributos de estos líderes era proclamar su distancia o completa lejanía del sistema político. Ante la creciente crítica social a los partidos, estos se vieron en la necesidad de reclutar a estos nuevos líderes populares con tal de seguir manteniendo sus posiciones de poder. Como consecuencia estamos presenciando la desaparición de las funciones políticas y sociales de los mismos partidos para convertirse en agencias de empleos para todos aquellos que quieran lograr un puesto político, sin importar que tipo de ideologías o formas de vida anteriores tuvieran. En otras palabras, en la actualidad los liderazgos hacen (con) los partidos (lo que ellos desean).

Esta época de liderazgos populares conlleva un riesgo a considerar, mientras un sistema político basado en partidos tiene como uno de sus objetivos centrales la misma continuidad del orden político (instituciones, leyes, etcétera) porque esto les permite continuar su propia existencia, los liderazgos populistas tienen como principal meta el tiempo actual: el futuro es sólo una promesa, una donde el líder mismo sabe que no estará y por lo mismo, no le interesa. En otras palabras, los lideres populares no garantizan la continuidad de una sociedad y su orden social, por el contrario, dejan sembradas acciones que pueden generar una época de conflictos y mayores problemas que aquellos que prometieron resolver.Separador - La Chicharra

MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.

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