Tuercas y tornillos: Las bandas Sinaloenses y el modelo de insonorización y desodorización del turismo
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
En días pasados circuló un vídeo en un hotel en Mazatlán donde un grupo de turistas estaba presenciando un concierto de guitarra. Al mismo tiempo, una banda de música tocaba en la playa a unos metros. Esto volvió difícil para los asistentes de la presentación privada escuchar al cantante. Algunos de ellos, se ven visiblemente molestos por la “invasión” sonora a su evento. Como consecuencia el dueño del hotel y presumiblemente algunos de los asistentes, pidieron a la autoridad que prohibiera que grupos musicales tocaran en la playa.
Empresarios como Ernesto Coopel (uno de los más grandes hoteleros en Mazatlán y dueño del hotel donde sucedió el mencionado concierto) pidieron hicieron declaraciones en medios nacionales contra las bandas sinaloenses en la playa. Una de sus declaraciones más conocidas fue: “…No podemos permitir ni un minuto más, este escándalo de ruido cacofónico que se generan en los vehículos de transporte público como pulmonías, autobuses urbanos y demás que están causando un daño tremendo a la ciudad (…) ¿Qué es eso?, éste es un destino que está creciendo vertiginosamente, miles de millones de dólares se están invirtiendo cada año y no puede ser que no tengamos una orden para que estas bandas y estos vehículos hagan su trabajo sin molestar…”
La autoridad local guardó silencio. Esto generó el crecimiento de rumores y especulaciones, particularmente por medidas anteriores que buscaron “regular” dicha actividad por medio de la credencialización de los grupos. Esto hizo pensar a los músicos y a la población que existiría un intento de la autoridad por limitar su trabajo.
Como resultado se generó una movilización de los miembros de las bandas quienes desfilaron por avenidas principales. La manifestación terminó enfrente del hotel de Coopel, donde tocaron su música y portaron cartulinas con carteles como “nosotros no somos narcos” y “déjenos trabajar”. Los cantantes de grupos de banda que han logrado reconocimiento nacional e internacional grabaron mensajes de apoyo a sus compañeros de gremio y dejaron ver su molestia por las declaraciones del empresario y el silencio de la autoridad. La música de banda sinaloense se convirtió en un sinónimo de la identidad Sinaloense, por lo tanto, la defensa de su expresión callejera (en este caso playera) era una protección de la identidad de una ciudad y de todo Sinaloa. Como algunos memes decían, de repente la banda se volvió mas contestaría que la troba o el rock…
Ese mismo día el alcalde de Mazatlán grabó un mensaje buscando tranquilizar a los músicos asegurando que se respetaría su derecho a tocar en la playa y sólo se buscaba que esto fuera regulado. A los dos días se anunció un acuerdo donde se establecían horarios para la música y la designación de lugares específicos donde podrían tocar más tarde.
Esta disputa por el uso de los lugares públicos, en el caso de las zonas turísticas, tiene una característica particular. La industria mundial del turismo impulsa un modelo “higiénico” donde se busca la insonorización y desodorización de los espacios. El turista “internacional” quiere lugares donde no existan “ruidos” ni “olores”. Como si las zonas turísticas tuvieran que convertirse en grandes centros comerciales bien iluminados, limpios y sin ningún sonido fuerte.
Este modelo de turismo higiénico constituya una forma de colonialismo, donde los hábitos y los gustos de un determinado grupo (los turistas blancos, de Estados Unidos y Europa) buscan imponer al resto su forma de “disfrutar” y de utilizar un espacio (“…la música fuerte no permite a Mazatlán ser un destino de talla internacional…”). Esto busca imponer la idea de que la gente de Sinaloa y de otras partes de México “no saben usar sus playas” correcta, civilizada o educadamente. En este modelo el turismo no busca entonces conocer otras formas de vivir o de expresar la alegría, busca imponer a todo el mundo el modo “razonable” de disfrutar y usar el tiempo libre. ¿Quién diría que la música de banda sinaloense encabezaría la rebelión contra el colonialismo turístico?
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio de Sonora
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.
De acuerdo con el texto, y me viene a la mente, que cuando yo era niña, leíamos que todas las playas pertenecían a la nación, o sea, todos teníamos libre acceso, sin embargo ahora tenemos infinidad de playas privadas….y no veo que hagamos nada por ello. Y en cuanto a la “sonorización” ¡No podemos ni controlarla en la ciudad!, menos en la playa.