Tuercas y tornillos: El racismo y el capitalismo, el día que un jugador de futbol señaló al rey desnudo

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Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
En la famosa fábula infantil, un niño es el único que se atreve a señalar la desnudez del rey cuando este desfilaba en la calle presumiendo un supuesto traje diseñado por un sastre estafador que logró convencer al monarca sugiriendo que sólo la gente inteligente era capaz de ver una tela que realmente no existía.

La semana anterior, durante un partido de La Liga española de futbol, el jugador brasileño Vinícius, cansado de los constantes insultos racistas que recibe en los estadios ibéricos, decidió hacer algo que pocos jugadores han hecho, señaló directamente a una de las personas que desde la comodidad de una grada le gritaban barbaridades. Este gesto rompió una suerte de acuerdo tácito de los deportes modernos donde los jugadores actúan como si fueran ajenos a los aficionados que acuden a los estadios. En la plácida masa de estos eventos, los espectadores han ido construyendo una tribuna que permite a algunos expresar partes de su ser que saben denigrante. Como dirían los daneses, los estadios permiten a los aficionados mostrar su “pequeño cerdo” interior.

Sin embargo, esto no quedó aquí. Lo que siguió ha hecho del dedo acusador de Vinícius una luz que está mostrando problemas más grandes. Cuando el jugador se acercó a las gradas para señalar a una persona, los jugadores rivales y de su propio equipo lo rodearon, algunos con ánimo de confrontar otros de apoyo. El arbitro trato de mostrar alguna preocupación, más por la reanudación del juego que por los insultos a Vinícius. Finalmente, uno de los rivales expresó físicamente lo que los jugadores profesionales saben: este es un espectáculo que no puede interrumpirse, aunque un jugador muera en pleno campo de juego (¡No exagero! Un jugador de la selección danesa murió por un paro cardiaco en pleno partido nacional. Después de que fue resucitado de manera milagrosa, los dos equipos fueron “invitados” a reanudar el partido como si no hubiera sucedido nada extraordinario). Regresando al jugador, este tomó a Vinícius del cuello para obligarlo a regresar a la cancha. Esto por supuesto provocó una reacción que terminó con una interpretación totalmente parcial del arbitro y la expulsión de la víctima: el jugador que era objeto de los gritos racistas recibió como premio a su denuncia de hostigamiento una tarjeta roja de expulsión.

Esta no era ni la primera ni la segunda vez que Vinícius era insultado con gritos racistas en un estadio de la Liga española de futbol. Sin embargo, esto no había merecido ningún tipo de sanción. Claramente para la misma directiva española y la federación internacional de futbol, no se debe manchar uno de sus negocios mas rentables: los partidos de futbol en España. Los insultos, son una “mal menor” que esta bien sancionar en ligas “menores” y menores rentables económicamente como la de México, país con el que la FIFA aplica un rasero totalmente distinto respecto a los gritos homofóbicos en los partidos de la selección mexicana.

El gesto de Vinícius fue una muestra de dignidad, un denuncia que mostró por un segundo que detrás de la camiseta deportiva existe una persona que exige respeto en su individualidad. El futbol, buscaba ser una de esas “caras limpias” de una industria donde los jugadores son una mercancía que sólo vale por su rendimiento y su capacidad de generar ganancias extraordinarias a los dueños de equipos, televisoras y patrocinadores.

Los jugadores, esos ídolos modernos, son en realidad trabajadores que tienen condiciones de trabajo que no son lo glamorosas que nos pintan: aunque algunos efectivamente llegan a ganar sumas extraordinarias, debajo de esos cuantos, existe una infinidad de otros que nunca lograron obtener un sueldo alto y que ven sus carreras terminar a edades muy tempranas, con severas lesiones físicas y mentales, sin tener un futuro posterior. En Inglaterra existen asociaciones para ex jugadores de la liga inglesa que han acabado viviendo en la calle o recluidos en cárceles u hospitales psiquiátricos.

El futbol no está para generar valores o combatir plagas como el racismo, es un negocio donde los dueños esperan crecientes ganancias. Este señalamiento sobre el racismo servirá únicamente para generar nuevas formas de publicidad y ganancias alrededor de campañas de marcas que aprovecharan para lavar su imagen. Pero por un segundo el dedo de Vinícius señaló la cara de un negocio al que no le importan las personas.

Separador - La Chicharra

MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio de Sonora
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.

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