jueves, diciembre 4, 2025
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Celuloide: Una batalla tras otra

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixPaul Thomas Anderson es un director de cine norteamericano que comenzaba su carrera a fines de la década de los noventas. En Boogie Nights (1997) nos relataba el ascenso y caída de Dirk Diggler un actor del bajo mundo del cine estadounidense que al alcanzar el éxito se perdía a sí mismo en la adicción a la coca y las pastillas. En la película Magnolia (1999) el realizador reuniría a un brillante elenco y comenzaba a jugar a ser Shakespeare, introduciendo personajes aparentemente inconexos que después se encargaba de conectar en un solo hilo dramático. En esta película se abordan temas como el de la casualidad en contraste con la causalidad de los eventos. Sobresalen actores como un joven Phillip Seymour Hoffman, Julianne Moore y un irreconocible Tom Cruise, donde pareciera demostrar otra versión mejorada de sí mismo. Por último ¿Quién no recuerda There Will Be Blood (2007)? donde el director hace mancuerna con el gran actor irlandés Daniel Day-Lewis. Es por eso que en esta semana hablaremos sobre su más reciente película: Una batalla tras otra.

One Battle After Another, por su nombre en inglés, es una película norteamericana estrenada en agosto del presente año. La película se basa en la novela Vineland, del escritor estadounidense Thomas Pynchon. La novela aborda el tema del programa COINTELPRO, un programa de contrainteligencia operado por el FBI que buscaba vigilar, infiltrar, desacreditar y desbaratar algunos de los más grandes movimientos sociales estadounidenses. Dichos movimientos iban desde organizaciones feministas, hasta el partido comunista o movimientos del llamado Poder Negro.

Desde un inicio el realizador nos muestra que los campos de retención de inmigrantes y el aspecto racial, forman parte clave en el desarrollo de su película, aunque en ocasiones el tema pierda protagonismo o se diluya entre las escenas de acción. Leonardo Dicaprio le da vida a Bob Ferguson, un revolucionario retirado que en sus tiempos de juventud pertenecía al grupo revolucionario French 75, que luchaba por los derechos civiles. Este grupo es perseguido por militares como Steven J. Lockjaw, un coronel racista que se infiltra en el grupo para intentar destruirlo. Por ahí sobresale la chusca interpretación de un Benicio del Toro, como entrenador de artes marciales.

La primera impresión que me dio la película es que, lejos de estar viendo un filme de Thomas Anderson, estaba viendo una sátira estadounidense al más puro estilo de los hermanos Coen. Ese tipo de sátira que expone las raíces de la identidad de la sociedad norteamericana. De pronto este grupo French 75 (¿Inspirado en las Panteras Negras?) que lucha por los derechos civiles, pareciera dejar de tener coherencia al incursionar en métodos terroristas para hacer oír su voz. Militares y oligarcas que rayan en la locura conspiran en una especie de moderno Kukuxklán, sugiriendo que si bien la guerra civil quedo atrás, el racismo sigue permeando en las altas esferas de la sociedad norteamericana.

La película Una batalla tras otra es definitivamente recomendable, bajo el soundtrack vertiginoso del guitarrista de Radiohead, Jonny Greenwood, la acción de la película no da respiro. Si creo que a veces el mensaje no es tan claro en cuanto al tema ideológico, o acaso es que lo aborda de manera superficial. Thomas Anderson juega ser un hermano Coen y nos presenta a un Bob Ferguson en piyamas, que recuerda al gran Lebowski, no solo por sus cigarrillos de mariguana sino por el humor ácido que se le pretende infringir. Solo que Dicaprio no es Jeff Bridges, ni Paul Thomas Anderson es un Coen, a pesar de ello la película entretiene y cumple en parte su objetivo de poner en la mesa los temas como el racismo, la inmigración, la lucha ideológica y la necesidad de rebelarse contra los sistemas autoritarios. ¿Ustedes que opinan?

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