miércoles, abril 17, 2024
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De mente abierta y lengua grande: La época del Herklin

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Chef Juan Angel | @chefjuanangel

¡Vete al corral, hasta el fondo! mientras, llenaba una cubeta con agua; quienes tenían manguera la desenrollaban y estiraban lo más lejos posible, y así, con todo y ropa, un baño a baldazos o chorro directo. Mientras el sol secaba de inmediato la camiseta, vestido o pantalón, caía un buen chorro de champú en la cabeza, después de intensos masajes con el debido asco y mucha distancia, unos minutos de reposo para que hiciera efecto y va de nuevo la bocanada de agua para enguajar, si el culpable tenía suerte ahí acaba su penitencia, de lo contrario, se repetía la operación. Era la época de los expulsados del salón de clases, de los apestados que no tenían amigos porque sus dignidad estaba en boca del todo el pueblo por ser piojosos, era cuando las mamás prohibían amistades para que los piojos no brincaran de cráneo en cráneo. Este fue, seguramente, el mejor momento de Herklin, una loción que eliminaba piojos, liendres y ladillas; comprarlo en la farmacia significaba adquirir el pase directo y sin escalas a las habladurías, implicaba una deshonra para el piojoso y su familia que tenía altas posibilidades de criar bichos en su cabecitas. Pero no todo era malo, en esa misma época, cuando las pláticas giraban alrededor de los piojos, mi mamá descubrió, en una charla que enumeraba a los últimos piojosos del pueblo, un nuevo platillo que vino a revolucionar no solo nuestro menú, también la forma de cocinar y hasta el acomodo de los sartenes. En esa conversación, la “Luz del Tamaño” (el Tamaño era el hotdoguero más famoso el pueblo, nombrado así por su corta estatura) le platicó la receta de las pizzas, y así, acto seguido, este platillo de sencillez y porte italiano llegó a sustituir la gringa hamburguesa en nuestro menú de fiestas, convites y celebraciones. Una pizza muy regional que se untaba con puré de tomate sazonado, queso cocido o regional y mucho chorizo del que vendía mi tío Beto.

La pizza trajo aires nuevos a la cocina, potencializó el uso del horno más allá de las empanadas y panes de vieja. Dejó de convertirse en un almacén de sartenes de uso no frecuente, o como decían: en el harnero de la cocina. A partir de ese día, el horno tuvo más vida que nunca, la pizza trajo consigo a los pollos horneados, estos a los pasteles de plátano y luego a los de zanahoria ¡Habíamos descubierto un artefacto que por años se resignaba a las cemitas de Semana Santa!

En muchos hogares, el horno de la estufa es un artilugio olvidado, que ante el desconocimiento de sus bondades más el miedo por no saber usarlo, es desaprovechado por la mayoría. Aquí un listado de platillos que seguramente no sabías se podían cocinar en el horno:

1. Pollo empanizado. Pasas el pollo por huevo y pan molido, lo rocías ligeramente de aceite y al horno; 200 C hasta que dore por todos lados.
2. Tacos dorados. Rellenas las tortillas, las doblas y rocías con aceite, 200 C hasta que doren.
3. Pollo “cocido”. Coloca las pechugas en un refractario, sazónalas al gusto y cúbrelo con papel aluminio. Hornea a 200 C por 1 hora. Conservarás el sabor y valor nutricional sin utilizar agua.
4. Tocino. Coloca las tiras en una charola para hornear y cocínalas a 200 C hasta que doren.

Después de esto, el horno será tu aliado en la cocina, ah y no olvides tener una loción Herklin en tu botiquín, los piojos nunca pasan de moda.

Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.


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