Basura celeste: Novela con nueva vida

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Por Ricardo Solís
Publicada originalmente en 2002, la novela La vida en las ventanas (Alfaguara, 2016), del escritor argentino Andrés Neuman (1977), volvió a publicarse catorce años después y, gracias a ese lapso, su registro formal pierde importancia y gana mucho en cuanto a la posibilidad de ser apreciada por lo que –finalmente– es, una novela que depende menos de su referencia a la utilización del correo electrónico como herramienta comunicativa y se sustenta en una historia compleja en donde sus personajes enfrentan como pueden la soledad y la zozobra ante la vida cotidiana.

A principios del siglo XXI, no hay duda que el correo electrónico y la navegación en internet presentaban características de novedad que hoy han cambiado mucho; así, esta novela –pionera para la época en que apareció– se plantea como una narración que se conforma de una prolongada serie de mails que un joven envía a quien fuera su novia y que, por supuesto, jamás responde. De entrada, un ejercicio de comunicación fallido se convierte de forma irónica en nuestra vía de acceso a una historia que, hoy día, nos deja un leve sabor de antigualla aunque eso no afecte demasiado el nivel de atracción que el protagonista ejerce sobre nosotros.




Sin que notemos el porqué, estos correos son escritos por un joven estudiante que lleva a cabo un registro más o menos exhaustivo de lo que le acontece, ofreciendo pormenores cuya precisión va tejiendo una trama donde la vida familiar se conecta con su desidia para con la escuela, sus escapes nocturnos y las amistades o encuentros que funcionan como pretextos que nos permiten conocer las motivaciones internas de quien nos relata lo que sucede.

Bajo el sobrenombre de ‘Net’, el protagonista combina el sarcasmo y la inmadurez para ofrecer a quien lee la progresiva desintegración de su familia: el desaliento de una madre que acabará abandonando el hogar, una hermana menor que descubre y desarrolla su sexualidad para ganar posteriormente la independencia y un padre que termina reducido a una triste versión de sí mismo, condenado al ostracismo y la soledad.




Con todo, nada de lo anterior ocurre de inmediato ni es notado de buenas a primeras por el narrador porque, claro, Net se encarga también de ir colocando pistas para que conozcamos a Maxi, el amigo cercano, y a Cintia, la chica con quien se irá a vivir tras una historia nada convencional. Hasta aquí, pareciera todo sencillo, pero la extrañeza determina a estos personajes y la dosificación de los hechos (y el modo como se descubren) hace que la tensión crezca en cada página y los secretos se desvelen de insospechados modos.

Novela de exploración de los vínculos que es capaz de establecer lo virtual con la realidad analógica, en La vida en las ventanas la memoria resulta esencial, lo mismo que las novedosas formas de comunicación y conocimiento que posibilita la tecnología o la búsqueda de autonomía en una sociedad que ofrece pocas o nulas recompensas a quien persigue hacerse con un futuro mejor que su presente. Sonará raro, pero hoy día este libro de Andrés Neuman puede leerse más como novela que cuando se publicó por vez primera. Hay historias así, cuyo envejecimiento relativo les ayuda.




 

Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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