Die Woestyn: La leyenda de los hermanos Darius (II)

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Por Alí Zamora
En retrospectiva “fin de esta historia” fue quizás una manera muy dramática de terminar la primer narración (¿yo? ¿Drama? Nah bruh), puesto que aún hay personajes que deben salir de escena para dar paso a quienes están por entrar en ella, a la vieja usanza shakesperiana. Pero así son las cosas en esta vida, quizás también en las demás vidas, aunque no lo sepamos con certeza.

En recuento, Casey O. no se sintió que digamos muy contento con la información obtenida hasta ese momento en lo referente a los códices aún en su posesión. Podríamos decir que la historia no le pareció a modo.

La verdad fueron pocas las conversaciones mantenidas respecto a la historia de Casio y Aster Darius, KC ya me había comentado su falta de interés respecto a mitologías antiguas y la interpretación/inclusión de la religión en sociedades humanas.

The Juice se considera a sí mismo un pragmatista, una persona lógica y en la batalla divisional entre Trekkies (fanáticos de Star Trek) y todos aquellos fanáticos de Star Wars (Rebels, 501st Squad, New Republic Jedis, etcétera) él se mantenía siempre del lado de Spock, diciendo que La Fuerza era un concepto pseudo-religioso donde se reemplazaba la existencia de un ser omnipresente y omnisapiente con una energía etérea que guía y permea a las personas, planetas y seres de una galaxia hace mucho, mucho tiempo pero de alguna manera aún en el futuro distante. Las profecías caían dentro del espectro de lo mágico/divino para el señor Day.

La verdad, yo tampoco le estuve buscando mucho el lado a KC para ver qué pensaba y sentía en realidad en el centro y fondo de su ser respecto a nuestro descubrimiento, quizás histórico, aunque nunca pudo ser corroborado debido a varios altibajos; entre ellos, que a las semanas de terminada la traducción del primer par de códices, Pinhead (la banda, no el personaje creado por el británico Clive Barker), decidió encerrarse de manera grupal por un par de semanas en un estudio por allá por Chatsworth en el Valle de San Fernando, donde la gravedad comienza a escasear y el ojo de Saurón te detiene con un lúgubre “¿quihubas, paisa?”, para grabar un álbum conceptual de trece canciones. Trece porque la novia de The Juice lo abandonó el trece de marzo, día de San Patricio.

Cuenta la leyenda que The Juice, al regresar a su apartamento, lo encontró despoblado de las pertenencias de su querida y fue la última vez que la vio (no recuerdo si tenía nombre la susodicha). De recuerdo solamente permaneció un juego de recámara adquirido meses antes de partir (cuyo destino final fue revelado anteriormente).

En aquel entonces yo manejaba un Jeep Cherokee 1994, ideal para los músicos del sur de California. Con espacio para un set instrumental de percusión, con estantes, pedales y trono, luces cilíndricas de colores variados, aperitivos y botellas de agua, y uno o dos cuerpos humanos en calidad de integrantes de banda… o en calidad de bulto.

Fue, gracias a mi fiel y leal vehículo (bautizado como el Bronto y extinto al perder la transmisión), que la historia logró continuar.

 

Siendo que The Juice, como todo miembro de la comunidad de Venice, deambulaba por la costa del pacifico en una bicicleta más moderna que su Toyota Corolla 1984, su automóvil era relegado a llevarlo a ensayos y shows (siempre y cuando no sufriera algún imprevisto de ignición o batería).

Por lo que, finalizando el acarreo de instrumentos y cuerpos fuera de Chatsworth, Casey me pidió llevarlo de vuelta a Venice y se me pidió, si no era mucho problema, pasar por él para hacer las mezclas de los instrumentos y que pudiese finalizarse el álbum que sería conocido a futuro como Cycles (pueden encontrarlo en iTunes, CD-Baby y de venta en el muelle de Santa Monica).

Como nota aparte, debo admitir que la segunda parte de la grabación; es decir, la mezcla, fue una experiencia hasta cierto punto frustrante. Los ritmos, acentos, redobles y la intensidad de las notas (pianissimo he dicho, ¡pianissimo!) fueron interpretados y grabados con base en lo que hacíamos en los ensayos, o sea, tocar como un cuarteto de rock pesado. Lamentablemente, para mi ego de músico, al tener Casey las cintas maestras de lo que grabamos el bajista Seth y yo, decidió añadir sonidos de cuerdas, piano, teclado, guitarra de doce cuerdas, instrumentos sintetizados, porciones pregrabas de escenas de sus películas favoritas y extender canciones que habíamos dado por terminadas añadiendo una coda creada enteramente de instrumentos electrónicos.

Esto es algo que descubrí hasta que iniciamos los viajes al estudio para hacer las mezclas y las grabaciones de voces adicionales (hasta 15 en una canción en específico). Por lo que era tarde ya para que yo pudiese actuar al respecto.

Como lo sucedido hay muchos ejemplos en esta vida de que uno no puede mantener todo bajo su control o de todo aquello donde no se tiene un conocimiento exclusivo. Como el hecho de no saber, ni KC ni yo, que éramos seguidos, tanto de Venice a Chatsworth como de Chatsworth a Venice.

Para este entonces, en la visión del universo según Casey, E. Roivas PhD OBM había pasado a segundo plano, no se hizo esfuerzo alguno por contactarse de nuevo con él después de recibido el paquete y traducidas las tabletas de barro. Quizás sentía que el profesor le vio la cara o simplemente esperaba algo más con respecto a las revelaciones encontradas. No puedo estar seguro de eso porque, como he dicho, no tuvimos una conversación a fondo y expansiva respecto a lo sucedido.

Es más, ni siquiera tuvimos dicha conversación después de haber conocido a la señorita A. Roivas A.M. S.M. ONM.

roivas

Yo no tengo evidencia para corroborar la información que dicha persona nos presentó, respecto a su familia, respecto a la historia de los códices, respecto al supuesto significado verdadero de los mismos y respecto a su edad y estado civil. Pero, bueno, me estoy adelantando un poco a los hechos de la historia.

De mi apartamento, en la ciudad de Glendale, a la residencia de Casey, en Rose Avenue, a dos cuadras de la arena y el mar, es un viaje aproximado de unos 40 minutos (hasta una hora y media, en tráfico), por lo que si la intención es llegar junto con The Juice a un estudio en Chatsworth, en lo más recóndito del Valle profundo de San Fernando, a las 10:00 AM, implica despertar a eso de las 6:30 AM un sábado, salir alrededor de las 8 AM (más tardar) y de ahí zumbarle a Chatsworth para tratar de llegar a “la mera hora”, como dicen algunos sonorenses.

Uno de esos días de mezcla, un sábado, KC bajó de su apartamento y me invitó a subir al suyo a consumir tetrahidrocannabinol con él, según para hacer el viaje más ligero y expandir el sentido auditivo. Gracias a la falta de tráfico de ese día en particular había tiempo de sobra, y como buen compañero de banda le dije que subiría con él a su apartamento, y a pesar de no consumir la sustancia controlada con él, lo apoyaría con frases de aliento y no lo juzgaría en su vicio (Go on man, hit that shit! Aaaaye bro, the Juice is loose!).

Mientras inhalaba de su vaporizador, Casey me comentó cómo la noche anterior escuchó golpes en la ventana de su sala de estar, la cual tenía dirección al callejón, botes de basura y una máquina lavadora sin usar que se encontraba detrás de su edificio.

Casey pensó que era una tal D. Brookhaven, la más reciente de sus conquistas carnales, conocida de hace años, a quien con madurez emocional y respeto The Juice le dijo, al exponer ella un plan de vida y posible matrimonio al estar entrando en años ambos dos: “siempre y cuando te pongas implantes” (Only if you get tits).

Pero esa teoría fue rechazada al abrir yo (estando The Juice indispuesto nuevamente en su propio hogar, aunque esta vez ingiriendo sus medicamentos, para abrir la puerta de su apartamento) la puerta que nuevamente resonó con sus ecos marinos, salados y viejos.

La persona que conocimos ese día era la anteriormente mencionada señorita A. Roivas A.M. S.M. ONM, quien en una mezcla apurada y peculiar de portugol con inglés británico (para los que no lo saben, de acuerdo al especialista en la materia, un tal J.A. Zamora, en un estudio publicado por parte de La Enciclopedia Consolidada de Orbis Tertius, tercera edición inclusiva: el portugol “es una creación geográfica del lenguaje, similar a lo conocido como spanglish, siendo proveniente en su mayoría de las zonas fronterizas de Portugal y España, y en menor cantidad, de ciertas áreas fronterizas de Brasil con sus países hispanohablantes aledaños”) nos explicó quién era y se nos fueron provistas fotocopias de un artefacto a primera vista similar al códice anteriormente traducido, aunque estas fotocopias tenían líneas escritas a mano (traducciones) y al reverso de las mismas, una inscripción (a mano, tambor) que leía: ego contemno latin.

De acuerdo a la señorita A. Roivas A.M. S.M. ONM, era la firma íntima de su tío paterno, E. Roivas PhD OBM.

La señorita Roivas, en lo que logramos comprender de su relato, se encontraba en contacto semiconstante con el profesor Roivas, siendo él el único pariente con vida de lo que al parecer fue siempre una familia pequeña compuesta de perseguidores de la vida intelectual, y a través de esa fugaz visita comprendimos el por qué las comunicaciones cesaron con el otro Roivas restante: el profesor había desaparecido.

A mí me parecieron detalles inverosímiles, máxime que nadie se contactó con The Juice, siendo el destinatario de los últimos paquetes enviados por el profesor.

La señorita Roivas, quizás percibiendo dudas de nuestra parte, añadió que ella recibió los documentos que nos presentaba, de la misma manera que nosotros: En un sobre dentro de un paquete con información mínima respecto a sus contenidos. Pero, a diferencia de nosotros, ella indagó respecto a la proveniencia del paquete recibido por ella, información que no compartió en su momento y quedará para siempre en la oscuridad de la ignorancia. Como, de igual manera, en ese momento por lo menos, no supimos quién lanzó las piedras a la ventana de The Juice, ya que dijo la señorita Roivas al ser interrogada: “listen eu não entiendo your enigma”.

Encima de eso, ella tenía información que nosotros no poseíamos: la relación familiar con el profesor Roivas.

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La rúbrica del profesor Roivas, de acuerdo a A. Roivas A.M. S.M. ONM, delató la severidad del asunto, ya que era una firma familiar íntima utilizada para dar a entender “asunto/secreto de gran importancia”.

Antes de que la viésemos por última vez, caminando hacia Neilson Way y doblando a la izquierda en esa calle, nos dijo que había una parte más del rompecabezas que debíamos buscar, la cual ella se encontraba buscando también, y sus últimas palabras para nosotros fueron : “você careful com un Joe Miller”.Las fotocopias no parecieron importarle a The Juice, ya que las olvidó en el asiento de copiloto del Bronto.Lo siguiente, es lo que leímos en las fotocopias provistas (nuevamente, traducido de su original al inglés y del inglés al español por su servilleta):                (…aunque la fotocopia no lo muestra, de acuerdo a lo traducido, parece haber un fragmento intermedio faltante o sin traducción)                …de noche.Casio, llanto cristalino, similar a estrellas lloró. Pero en una tierra desconocida ahora su llanto seco se mostraba. Un desierto de arenas en movimiento y donde el sopor y la voz del viento cortante clamaban               “Aster”Casio, por semanas huyó del miedo a si mismo, de la recriminación de pueblo amado. Del recuerdo de un hermano que hoy no existe. A personas desconocidas volvía la cara, acrecentando sospecha del cabalgante solitario, montado en bestia de guerra, de dignas ancas y montura de guerrero.               Finalmente, la cólera y la envidia de los hombres le alcanzaron. En venganza no cabalgaban, eran ladrones de la noche, hombres de la daga envenenada, quienes criaban serpientes y cruzaban su veneno con la cría de aves y los secretos de Maegi y Asatur, quien despertó a las sombras, para ser devorado por ellas. Casio, como los hombres en pánico nos ha dicho la historia, huía de si mismo y no pensaba en el porvenir del pueblo que yacía abandonado. Indigno sentir dentro de su ser le impedía la defensa, el ataque o el deseo de alzar la voz con el tono de la verdad. Secreto divino de aquellos quienes vistieron a Gilgamesh y sembraron la semilla de Oyarsa y Lunkundoma en el vientre de las lluvias.               xxxXxxxxxxXxxxXXxx (fragmento traducido y borrado) Galopando con las fuerzas de la bestia herida, cantando dentro de su corazón y con flecha a un movimiento de su alma detenida, transcurrió la noche. Hombres de la daga envenenada en procesión detrás de hombre y bestia, perseguían por tierras ahora conocidas, ahora desconocidas para el hombre de la sangre de Darius, bestia plateada y aquellos a que la daga envenenada rezaban.               Con las fuerzas de su familia, recordando al hermano en batalla y clase, Casio hace frente a los hombres que caen sobre él. La pelea es sangrienta, espada y escudo, daga envenenada y flecha, bestia de guerra y mulo eunuco de las entrañas de sus cavernas. La muerte Casio dio a tres de sus atacantes con su espada, los restantes circulaban y uno por uno lanzaban su flecha. Golpeando ya a la bestia nuevamente, golpeando ahora a Casio en su pierna y finalmente Shulgi,               La bestia de blanco cuerpo ahora rojo por la sangre, de plata ahora cobre rodando por sus entrañas cae, y debajo de la bestia Casio es prisionero, con un brazo libre da muerte a dos hombres vestidos en ropaje negro y el negro de la muerte toma su cuerpo. El cuerpo de Casio pierde su fuerza, su alma escapa invisible y vuela de tierra a tierra, de hogar a hogar y recuerda la mirada profética del oráculo. Recuerda las voces que se alzaron y sellaron un futuro que no le invitaba ni a el ni a sus descendientes para ser parte. Y recuerda entonces lo que en su momento no comprendió por el miedo y la ignorancia de la niñez.               Los ojos de la profecía quemándose dentro de su alma, diciéndole un secreto que la daga envenenada buscaba finalmente arrebatar para reemplazar con la muerte. Y la sangre de Darius, proveniente de Etana y de un lejano Gilgamesh, busca la vida a base de guerra…               xxXxxxXxxX (a mano por A. Roivas: “isto mal? errado?”) Casio, levantado y salvado sin saberlo. Llevado con rastro carmesí tras de si, con bestia y hermano en la tierra donde el sueño de Siggurd les reconoce.Despertó mas no despertó, recuerdo de manos y golpes, mas no de vida, de oscuras lagrimas corriendo desde su estomago a su boca y al suelo de una tierra donde un árbol negro, oscuro por sombras y secretos crecería.Y los ojos ardientes de la profecía siempre mirándolo, hasta un despertar en estruendo con gritos que despertaron a quienes dormían a su alrededor.Nómadas sin pueblo, mujeres y ancianos, con los secretos de la vida árida y sin hogar devolvieron la vida a Casio.                El jefe     xxXXXxxXXxx (fragmento sin traducir)Líder de guerra, compasión paternal le hace sentarse. No lo cuestiona como prisionero, pero la pregunta cuelga en el aire. Antes de reconocer su respuesta como tal Casio la habla y se convierte en un hecho                “Aster” responde Casio al ser interrogado por su nombre.                                “Aster Darius” se proclama a sí mismo… (Fin del segundo códice).

 

 

 

El Alí. No soy de donde vivo, ni vivo de donde soy; pero si pienso lo que digo, puedo decir lo que pienso.


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