El color de las amapas: Historia de la fotografía en Sonora

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Por Ignacio Lagarda Lagarda
El origen
Alhakem de Basora, que vivió hace mas de mil años, describió cómo se formaban las imágenes en el interior de su tienda cuando la luz del sol se filtraba por una rendija; este efecto y otras aplicaciones que posteriormente se hicieron del mismo, dieron nombre más tarde a la cámara fotográfica.

En 1733, el químico alemán Juan Henrique Schultze observó que algunos compuestos de plata se oscurecían por la acción de la luz y no por la intervención del calor o del aire, como se creía hasta entonces. Schultze, no descubrió nada nuevo, tan sólo extrajo conclusiones de un hecho conocido desde mucho tiempo atrás. Desde el siglo XVI ya se utilizaba el nitrato de plata para ennegrecer la madera, el marfil, las pieles y hasta para teñir el cabello.

Corría el año 1793 en Francia,  cuando Joseph-Nicéphore Niépce (1765 – 1833, un terrateniente francés, químico, litógrafo y científico aficionado, que contaba entonces con 28 años,  incapaz de dibujar bien, comenzó a experimentar en el campo de la fotografía, pero a pesar de que en ocasiones lograba capturar imágenes, éstas se oscurecían rápidamente. No fue hasta 1825 cuando consiguió hacer la que es considerada como la primera fotografía de la historia. La realizó sobre un grabado del siglo XVII en el que aparece un hombre tirando de un caballo.

Sólo un año después, hizo la primera fotografía en la que aparece la imagen de unos edificios en la entrada de una granja, cuyo hoy en día es “Punto de vista desde la ventana de Gras”.

Louis Jacques Mandé Daguerre (1789-1851), inventor, pintor y decorador teatral de origen vasco, comenzó a investigar con el fin de mejorar el mundo de la imagen.

En 1835 hizo un descubrimiento importante por accidente; puso una placa expuesta en su armario químico y encontró después de unos días, que se había convertido en una imagen latente.

Aunque Daguerre ya sabía producir una imagen, no fue hasta 1837 que pudo fijarlas. Este nuevo proceso lo denominó “Daguerreotype”.

El 7 de enero de 1839 se informó del descubrimiento, pero los detalles no fueron divulgados hasta el 19 de agosto de ese mismo año cuando el proceso fue anunciado en público, el gobierno francés compro los derechos del proceso, cediéndolos libremente al resto del mundo. Desde entonces, 1839 es el año oficial del descubrimiento de la fotografía.

Daguerre murió en 1851. Ese mismo año Frederick Scott Archer inventó una nueva técnica; el proceso mojado del colodión.

Años después, en 1847, Claude Félix Abel Niépce de Saint Victor, (1805 – 1870), un químico, inventor, fotógrafo y militar francés, sobrino del pionero en la fotografía Joseph Nicéphore Niépce y miembro de la Sociedad Francesa de Fotografía, descubrió un método para utilizar una placa de cristal como negativo fotográfico, llamado niepceotipo, que hasta el momento se producía sobre papel. La placa de cristal se recubría con clara de huevo sensibilizada con albúmina, yoduro potásico y unos gramos de sal común. La mezcla resultante se agitaba y se tamizaba para recubrir la placa de cristal y una vez seca se sumergía en nitrato de plata. Con esta técnica se conseguían negativos con una excelente definición con el único inconveniente de que requería una larga exposición a la luz.




En México

En diciembre de 1839, el año oficial del descubrimiento de la fotografía, Jean Louis Prelier Dudoille,  uno de los tantos comerciantes franceses avecindados en México, desembarca de la corbeta Flore en el puerto de Veracruz. Entre los objetos que traía consigo para vender en su tienda de la ciudad de México destacan unos aparatos para daguerrotipo.

Apenas terminando de desembrocar, realiza de inmediato exhibiciones públicas con su prodigioso aparato que en poco más de una hora registran los círculos sociales que marcaban el horizonte y el ritmo de la vida del puerto.

La imagen fotográfica tomada en Veracruz por Prelier está considerada como la más antigua realizada en México y muestra la iglesia del convento de San Francisco y al fondo el castillo de San Juan de Ulúa de manera invertida.

El 21 de enero de 1840 Prelier realizó varios dagueretipos en el área de la catedral de la ciudad de México como una demostración pública de dicha técnica. Se abre, entonces, el camino para el desarrollo de la fotografía en México.

 




Ese mismo año, gracias a un daguerrotipo que el historiador norteamericano William Henry Prescott le obsequió al primer embajador de España en México, Márquez Calderón de la Barca, junto con varios amigos tomó vistas del bosque de Chapultepec.

La fotografía comenzó en México en los años cuarenta  y poco a poco empezó a obtener importancia en nuestra sociedad.

Un sector de la burguesía mexicana comienza a introducirse en esta nueva forma de hacer dinero; primero observa la fotografía con asombro y medio para perdurar en la historia familiar, la vanidad los absorbe, pero al segundo ven el gran negocio para ganar dinero.

Comenzaron abriendo un estudio fotográfico, luego invirtieron en la importación y la comercialización de la cámara fotográfica. La sociedad de mediados del siglo XIX se encuentra ansiosa de crecimiento económico.

Durante el mes de septiembre de 1840, José G. Zamora se interesa por el artefacto y solicita de Havre una muestra. Por su parte Luis E. Hargous se trasforma en el principal intermediario de daguerrotipos norteamericanos.

El 12 de abril de 1841, el comerciante Isidoro Adoue hace llegar al país seis daguerrotipos. Tres meses después Víctor Perret obtiene dos y a fines de año uno más, todos procedían de París.




Los años siguientes hay otros poseedores de aparatos en el país, como los comerciantes: Pedro del Paso y Troncoso, Manning y Marshal, Joaquín Muñoz, A. Willemand y Aruselmo Zurutuza Mendizábal. Asimismo, J.B.Halsey recibe también de Francia “Placas para retrato”.

Muchos mexicanos se encuentran en favor de la apertura hacia lo nuevo que llega de otros países. La mayor entrada de cámaras llegó al puerto de Veracruz, que en el siglo XIX era uno de los puertos principales de nuestro país.

Los retratos sólo eran posibles a plena luz del día y con disponibilidad de horario por parte del cliente y es por eso que algunos fotógrafos se dedicaban mejor a tomar paisajes. Esto ayudó mucho a los estudios fotográficos. La fotografía se ganó el lugar de gran inventó del siglo XIX que enmarcaría la realidad, la fiel huella de lo que estuvo y fue.

El negocio va cuajando dentro de la sociedad a través de la llegada de los fotógrafos que acompañan, no en forma oficial, al ejército estadounidense en 1846, cuando invaden el norte del país, que es cuando se da la gran difusión de la fotografía en México.

Hacia 1850, compitiendo con los pintores de retratos al óleo, ya había en la ciudad de México diversos talleres de daguerrotipos, ubicados en las principales calles comerciales. Uno de los primeros en ofrecer los servicios de fotografía en daguerrotipo estaba instalado en el cuarto núm. 46 del hotel de la Gran Sociedad, mismo que garantizaba un retrato superior “a cuantos se hacen en esta ciudad con respecto al estilo, colorido y exactitud”.

Se difunde el ambrotipo, técnica más barata y que requiere menos tiempo de exposición.




En 1855 la fotografía se utilizó en nuestro país con el fin de identificar a los reos. Para 1860 existió una asimilación de la técnica. Las reproducciones salieron a la venta para ser coleccionadas en álbumes. Paisajes, costumbres, ciudades, pobladores, son retratados y las fotografías  vendidas al público mexicano.

Entre 1858 y 1860 comienza la “Tarjeta de visita” en México gracias a las técnicas de reproducción en papel. Compañías incluyen en sus productos imágenes que fueron luego coleccionadas.

En 1862 la invasión francesa atrae a fotógrafos franceses instalándose en diferentes ciudades de la República. Posteriormente en 1865 Cruces y Campa logran popularizar en la ciudad de México el formato de la “Tarjeta de visita”.

La llegada del emperador Austriaco Maximiliano de Habsburgo trae consigo una inmigración de fotógrafos extranjeros.

Los primeros personajes públicos que se valen de las fotos para hacerse célebres fueron el emperador Maximiliano y su esposa Carlota Amalia. Desde que se inician las gestiones para que acepten el trono de México, en 1863, sus retratos circulan profusamente por nuestro país.

Los fotógrafos se hacen publicidad mediante tarjetas de visita. Destaca en nuestro país el establecimiento de estudios fotográficos; entre los más importantes se encuentran los de Cruces y Campa y Valleto & Co.




La expansión del mercado se da a partir de 1870, en que crece la demanda de imágenes de eventos y del entorno físico y social.

Se hacen populares los retratos, se establecen estudios de fotografía de mexicanos y extranjeros, y empieza una gran difusión. Luego llegan los cambios tecnológicos que van marcando la posibilidad de abrir la producción a otros sectores de la sociedad.

La publicación El Mundo convoca a lo que seguramente fue el Primer Concurso Nacional de Fotografía.

En 1876 durante el Porfiriato, la fotografía va penetrando en los diferentes extractos de la población. Los estudios fotográficos se multiplican y toda ciudad importante cuenta por lo menos con uno.

En 1879, México se adhiere a la Unión Postal Universal, cuatro años después de su fundación como General Postal Unión. Durante la convención de París, el entonces embajador de México ante Alemania Gabino Barreda, firma el convenio de criterios postales universales. Siendo legalizado este hecho hasta abril de 1879.

En estos primeros años las tarjetas postales, también llamadas enteros postales,  son producidos por el Gobierno, siendo hasta 1897 cuando la administración del General Porfirio Díaz establece un contrato con la casa impresora Ruhland & Ahlschier para producir tarjetas postales ilustradas.




El gusto y demanda que fueron generando las Tarjetas Postales, un mercado de millones, implicaba la participación de un mayor número de productores, tanto de grandes compañías con padrinazgo oficial, como la “Sonora News Co.”, que logro la concesión para vender impresos en las estaciones de ferrocarril, de impresores Europeos por iniciativa propia o llamados por terceros, o de pequeños empresarios independientes radicados en México.

Poco a poco sobresaldrían nombres como: J. Granat, Latapi y Bert, J.G. Hatton, J.C.S., F.M., y H.S.B.; abriéndose el escenario a una veintena de empresas hacia principios del siglo XX, en 1910 las Tarjetas Postales circulando en México con temáticas mexicanas provenían de más de 150 fabricantes diferentes.

Durante 1901-1918, hay una explosión en el uso y producción de tarjetas, se llega al estimado de que cada seis meses se duplicaba el número de tarjetas publicadas. Para 1907 los editores de tarjetas europeos se introducen en el mercado americano abriendo sucursales en los Estados Unidos.

En la década de 1890 existe por fin la posibilidad de publicar fotos directamente en la prensa, pues antes se hacía por litografía.

Es en la década de los noventa del siglo XIX cuando se da el gran salto de la fotografía que, hasta ese momento, privilegiaba el ámbito privado, como el álbum familiar o las tarjetas de visita. Surge entonces una fotografía que responde a tirajes muy amplios de la prensa y las revistas ilustradas ya en una atmósfera de lo público, de la propaganda política, de los grandes manejos de la prensa en general.




En 1900 surge El Fotógrafo mexicano, una revista destinada a presentar el trabajo más destacado de los fotógrafos de estudio, así como artículos enfocados a fomentar la fotografía profesional. Esta publicación fue distribuida por tiendas de materiales fotográficos en México.

Entre 1904-1908, Guillermo Kahlo viaja por todo el país retratando edificios y monumentos virreinales de importancia histórica y arquitectónica a petición del ministro de Hacienda, José Ives Limantour, para la celebración del Centenario de la Independencia.

El universo de la Revolución Mexicana fue un acontecimiento político que trastocó los hábitos y las costumbres convencionales y tradicionales de la fotografía mexicana, dándole un alcance mayor. Nuevos actores sociales irrumpieron en la fotografía mexicana. A partir de ahí nace esa mirada documental moderna que continúa a lo largo del siglo XX.

A partir de la Revolución, el clima político obliga a madurar el fotoperiodismo gráfico, en el que sobresale la labor fotográfica de Agustín Casasola.

En el México posrevolucionario y, sobre todo, cómo se empieza la construcción de un discurso visual diferente del porfirista. En esa etapa se sientan las bases para empezar a consolidar una fotografía mexicana, desde el ámbito de la fotografía periodística, la fotografía de autor y la artística, incluyendo la fotografía de gabinete y de retrato.

En 1919 Enrique Macías, fotógrafo experimental, realiza los primeros retratos a color.

Entre 1920 y 1940 las noticias principales, como ocurre en la actualidad, son la nota roja: los asesinatos a los presidentes, los enfrentamientos, los descabezados, los golpes, etcétera. La nota política sangrienta, terrible y estresante era la que estaba en primera plana.




En 1923 arriban a México Tina Modotti y Edward Weston, durante cuya estancia, que se prolongó hasta 1926, desarrollaron una obra innovadora en el contexto mexicano a través de temas como desnudos, retratos, formas cotidianas y naturalezas muertas.

De 1940-1970 es  un periodo en el que se genera una especie de explosión de los usos y tácticas de la fotografía. Un periodo en el que la foto no está sólo en las galerías, ni en la prensa ilustrada. Los usos y las técnicas de la fotografías se multiplican, se expanden, se mezclan los lenguajes. La relación entre el cine y la fotografía se estrechan. La foto construye sus propios espacios de exhibición y se define el oficio del fotógrafo en sus vertientes más importantes.

El proceso de desarrollo económico e industrial que se dio en México después de la Segunda Guerra Mundial se hizo no sólo con las fábricas, la construcción de caminos, el surgimiento de organizaciones sociales o de un sistema político, sino también a través de las imágenes. En ese sentido, un elemento definitorio del imaginario fotográfico de este periodo está relacionado con el eje rector del sistema político mexicano. Un sistema corporativista donde el pivote central es el presidente. Las imágenes sirvieron para construir una idea de paz posrevolucionaria, una hegemonía política, una visión casi religiosa del presidente de la República. Pero también por la vía de las imágenes se empezó a desacralizar desde los años cincuenta, especialmente desde 1968, la figura del mandatario. Se denuncia que la felicidad del Milagro Mexicano no era compartida por toda la sociedad, ni le llegaba a todos. Así, esta confrontación entre discursos visuales legitimadores y discursos visuales críticos se encontró en la fotografía mostrando el derrumbe de dicho milagro.




En Sonora

Los antecedentes más antiguos que se tienen en Sonora de la presencia de daguerrotipistas datan de 1850 con la presencia del estadounidense J. O. Cameron quien estuvo en el estado entre 1850 y 1851 y el canadiense William Herman Rudolfson que estuvo aquí entre 1826 y 1878.

Según el historiador Eduardo W. Villa, entre las fotografías más antiguas impresas directamente en papel que tuvo la oportunidad de ver está una que representa a un grupo de oficiales quienes fueron a combatir al interior de la República contra el invasor francés en 1862, destacándose en ese grupo don José Montijo, Don Carlos B.  Maldonado, Don Florencio Ruiz, esclarecido patriota de Baviácora y otros; y otra impresa en Sonora en 1864 que muestra la  antigua capilla de Santa María de la Magdalena fundada por el padre Kino,  cuando aún permanecía en pié junto al templo actual. Esa reliquia histórica viajó hasta Washington, D.C. y pertenecía al anticuario Don Serapio Dávila

De aquellas fechas, 1864, data puede decirse, el uso y popularidad del arte fotográfico en papel en el Estado de Sonora. 

El procedimiento de daguerrotipo continúa hasta 1880, cuando se había establecido en Guaymas Don Alfredo Laurent, uno de los mejores artistas fotográficos que hubo en Sonora.

Entre 1875 y 1880 se dan los primeros recorridos de los fotógrafos, tanto  extranjeros como  nacionales por el Estado, las primeras impresiones en papel las logran el señor don Pablo Rubio, originario de Guanajuato, Alfredo Laurent, Jesús Terán y Marcos Burdatta, seguramente lo hicieron llegando también por el puerto de Guaymas. 




A partir de entonces surgieron muchos fotógrafos  sonorenses que llegaron a destacar brillantemente en el arte fotográfico, como Eduardo Bernal, destacado artista hermosillense, quien tuvo su afamado estudio por espacio de quince años en esta ciudad.  Bernal tuvo la honra de obtener un segundo premio en 1896 en un concurso fotográfico convocado por  la prestigiada revista capitalina “El Mundo Ilustrado” donde escribían las más brillantes plumas de la nación. 

En 1898 llegó el fotógrafo norteamericano W. Roberts a Hermosillo quien estableció en la esquina de Serdán y Matamoros un estudio y se dio a la tarea, en sus ratos libres, de publicar tarjetas postales sobre nuestra ciudad. A él se le debe el tiraje tan famoso que hizo sobre la Capilla del Carmen, a partir de 1900.

En 1905, el estudio fotográfico Excélsior, localizado en la calle Comercio # 65 (Sufragio Efectivo) ofrecía trabajos fotográficos realizados por el fotógrafo Gabriel Buelna, quien vivía por la calle del Carmen # 180.

En 1908 Jesús Hermenegildo Abitia Garcés abrió su primer estudio fotográfico en la calle Serdán # 65, entre Garmendia y Guerrero en Hermosillo, donde distribuía artículos fotográficos, cámaras y sobre todo, fotografía de estudio.

En 1920, los fotógrafos Carlos A. Palacios, J. Tavisón, Jesús F. Zazueta y Alberto W. Kossio se anunciaban con sus negocios por la calle Serdán.




A partir de los años veinte, se da el auge de los fotógrafos ambulantes que recorrían los pueblos del estado con cámara minutera y telones pintados haciendo principalmente fotografía de retrato y de paisaje, como lo fueron Rutilo Souza y Alfonso Okada.

Esos mismos años aparecieron las tarjetas postales aparecieron algunas empresas tanto locales como nacionales que las hacían.

En Hermosillo hacían tarjetas postales Emigdio Oloño y Alberto W. Kossio, W. Roberts,  un señor Escalante, además de la empresa Tarjetas Sonora de Guaymas.

Las  tarjetas tenían  una medida de 14 x 9 centímetros, de acuerdo a la Unión Postal Universal que lo decidió así. Debían llevar el nombre del destinatario, dirección y ciudad, además de los datos del remitente.

Sin embargo, muchos utilizaban la otra mitad en blanco para enviar mensajes cortos o felicitaciones, especialmente el día de las madres, cumpleaños, onomásticos, etcétera.

En 1949, el profesor José Sosa Chávez Jr., organizó la primera exposición fotográfica del estado compuesta por fotografías y documentos históricos de Hermosillo, personajes distinguidos, vistas panorámicas, comercios e industrias, todas ellas proporcionadas por las autoridades estatales, municipales, empresarios, fotógrafos y particulares.




Una de las colaboraciones más importantes fue la enviada por la Cananea Consolidated Copper Company. S. A., de Cananea Sonora, consistente en 25 cuadros. La administración de esta exposición registró para su exhibición un total de 1,004 fotografías y se calcula el número de visitantes en los 10 días un total de 7,000 personas.

La exposición incluyó un concurso para fotógrafos aficionados cuya premiación la presidió el señor Don José E. Montijo, representando al señor Fernando Pesqueira, Director de la Biblioteca y Museo. Fue honrosa y significativa la presencia del señor Pedro Segovia, el gran artista fotógrafo Mr. Ray J. Manley, la distinguida escritora Mrs. Vivian B. Keatley y Mr. y Mrs. Benson. El Profr. José Sosa Chávez Jr, organizador del concurso, agradeció las colaboraciones de los aficionados y el señor Montijo pronunció palabras de encomio para los participantes en general y en particular por las obras artísticas que se destacaron.

Los premios fueron para: “Perro Vigilante” del señor Alfonso Lliteras (primer Lugar), obteniendo un librero de cedro tallado a mano cortesía de Mueblería del Norte S. A.; “El Pescador” del Dr. R. Ulica (segundo Lugar), un reloj de pulso para caballero marca Medana, chapa de oro, cortesía de la Joyería La Violeta; “Presa La Angostura”, del señor Gustavo A. Torres, (tercer lugar), obteniendo un vale por $100.00 pesos para materiales fotográficos cortesía de la casa Morales Hermanos SA; “Niño Dormido”, de la señora Celia A. de Lucero (cuarto Lugar), obteniendo un adorno de mesa cortesía de la casa de Regalos Bona; “Campesino Cocinando” del Sr. Enrique González (Quinto lugar), obteniendo un reloj para caballero marca Oris cortesía de Abarrotera de Sonora; “Niño Bañándose” del Profr. Enrique García Sánchez (Sexto Lugar), obteniendo un estuche para revelar marca Kodak modelo ABC cortesía de Foto Oloño; “Incendio en Palacio” del señor M. Samaniego Ruiz (Séptimo lugar), obteniendo una lámpara de mesa General Electric de la casa Ramón Corral y Cía. En el concurso extra convocado por el señor Víctor S. Quirós con tema de brujas se entregaron los siguientes premios: Srita. María del Carmen S. Chávez (Primer Lugar, $30.00), Srita. María del Rosario Vargas (Segundo Lugar, $20.00).




Terminado este acto se procedió a la clausura de la exposición en donde se exhibieron conjuntos muy artísticos presentados por los señores arquitectos Don Felipe N. Ortega, Don José López Moctezuma, Don Gustavo Aguilar, así como los señores G. Landeros N., Profr. Francisco Castillo Blanco, Agencia del papel Kilborn, siendo notable el cuadro “Simbolismo” del Profr. José Sosa Chávez Jr.

De 1896 a 1950, sobresalen en Sonora los fotógrafos: W. Roberts, Emigdio A. Oloño, Alberto W. Kossio, Carlos M. Calleja Vizcaíno, Jesús Hermenegildo Abitia Garcés, Gabriel Buelna, Carlos A. Palacios, J. Tavisón, Jesús F. Zazueta, Florentino H. Delgado, Ripaldi,  Roberto Ley Grijalva, y Rigalda en Hermosillo; J. Zazueta, A. Santoyo, Javier Peralta, Luis Reinago, Reinaldo Ruiz,  F.F. Valdez, Tessar, Ross, Teodoro G. Ornelas  y R. Romero de la Flor en Nogales; Valdéz, Graft Jr., Blancarte, H. J. Tavisón  en Ciudad Obregón; Aurelio L. Romero, Aparicio Serrano, Daniel Ontiveros, Cástulo López, W. Minhinick, A. Zataráin en Cananea,  el foto estudio Iris en Navojoa; Alfredo Laurent, Hodapp & Zuber, Fernando  Llaguno, Geo W. Hopkins, Claudia H. de González, Eduardo Bernal, Weiner y Buelna Beltrán, Blancarte, José Barrera, Leonardo Santoyo, Concepción de la Vara y D Tesisteco en Guaymas.

A partir de los años sesenta destacaron Guillermo “Memo” Moreno, Conrado Quezada Escandón, Alberto y Luis Herrera Fernández, Ramón Corral Canalizo, José Ángel Partida, Crispín Ballesteros, Antonio “El Sordo” Rodríguez, Jorge García, Juan Luis Fernández, Rolando Paredes, Fidel y Juan Rubalcaba, Rubén y Sergio Dávila, Gabriel Mercado, Manuel Dórame, Rafael Soto, Eduardo Velázquez, Juan Casas, Alejandro Mena, Luis Alberto, Álvaro y Francisco “Chico” Félix, Juan Rodríguez, Joel Montoya, “Chino Hernández”, Raymundo Mazón, Ernesto Padilla, Mariano Galáz, Humberto Anaya,  Gonzalo Blancarte.




 

*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.


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