viernes, abril 19, 2024
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El color de las amapas: Qué hizo Kino antes de venir a Sonora

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Por Ignacio Lagarda Lagarda
Según Herbert Eugene Bolton, el mas grande biógrafo de Kino, en los archivos parroquiales de Torra, una pequeña aldea cercana a Segno en Italia, hay un registro de bautismo que dice “A diez días de agosto de 1645, Eusebius, el hijo de Franciscus Chinus y de su mujer Donna Marghuerita, fue bautizado en presencia de los padrinos, el honorable rector, el muy reverndo padre Do Arnoldus Thay y Donna Rosa, esposa de Don Eusebius Chinus de Segno”

El apellido Kino, originalmente se escribía Chini, Chinom y Chinus , pero al llegar a México y para evitar confusiones con los originarios del país oriental, el misionero decidió escribirlo Kino.

En la adolescencia, inquieto por salir de su aldea, Kino ingresó en un colegio de los jesuitas de Trento, donde le sobrevino la idea de hacerse misionero jesuita. Estando en el colegio de Innsbruck contrajo una grave enfermedad y en su gravedad hizo el voto de que si recobraba la salud prometía a su santo patrono Francisco Javier, convertirse en misionero de la orden y viajar a los confines del mundo, especialmente a China, a donde le llamaba poderosamente la atención ir a misionar. Así, una vez recuperada la salud, buscó entrar a la compañía de Jesús, haciéndolo en 1665 como novicio, donde  inició una larga etapa de estudios en diferentes  colegios alemanes de Friburgo, Ingolstadt, Innsbruck, Munich y Oettingen, y la Universidad de Ingolstadt  donde estudió filosofía y teología, de ahí que algunos historiadores consideren a Kino como alemán. Fue entonces que por gratitud, Kino añadió a su nombre el de Francisco.

Durante su época de estudios, Kino mostró un marcado interés por las matemáticas, la cosmografía y la cartografía.

Al terminar sus estudios en 1667, el corazón de Kino latía intensamente con la intención de salir a misionar a la China, lugar que le llamaba poderosamente la atención, por lo que solicitaba insistentemente a sus superiores lo enviaran a aquel lugar. Finalmente la oportunidad se le presentó en 1678, pero la decisión del  lugar a donde ir, se dejó al destino en un sorteo con el padre Antonio Kerschpamer . Kino perdió y el sorteo decidió que a el le tocaba ir a México.

Para viajar a América, Kino debería zarpar de Cádiz, por lo que tenía primero que viajar a Génova, Italia. A donde partió presurosamente. De Génova, el grupo de misioneros partió hacia Cádiz con la intención de embarcarse a América en La Flota; un convoy de barcos mercantes que una vez al año viajaba a Veracruz. Haciendo una escala en Alicante y después de muchos contratiempos llegaron a Cádiz, para darse cuenta decepcionados que La Flota ya había partido sin ellos a Veracruz.

La estancia en España duró casi un año, esperando que algún barco aceptara llevar a América a los misioneros, finalmente en julio de 1680, los misioneros abordaron El Nazareno, uno de los navíos de la Gran Flota de las Indias Occidentales que navegaban a México a llevar al Virrey de la Nueva España Conde de Paredes. Los misioneros corrían con mala suerte ya que al salir de la Bahía El Nazareno encalló en un banco de arena, salvándose de milagro los pasajeros quienes fueron rescatados en botes y regresados al puerto de nuevo pero sin sus pertenencias que se habían perdido en el fondo del mar.




Finalmente el 27 de enero de 1681, Kino con sus compañeros zarpó de Cádiz rumbo a México y después de un largo viaje de noventa y seis días llegaron a Veracruz a principios de mayo para llegar a la Ciudad de México en los primeros días de junio.

En los días en que Kino llegó a México, Don Isidro Atondo y Antillón, que había sido Gobernador de Sonora y Sinaloa se preparaba para emprender la colonización y catequización de la Baja California, comisión para la que había sido nombrado desde 1678, por lo que Kino fue inmediatamente nombrado misionero para Baja California, teniendo como compañero al padre  Matías Goñi que ya antes había misionado en Yécora.

 

En Baja California

Para realizar su expedición, Atondo construyó tres barcos en el poblado de  Nío, a orillas del río Sinaloa, actualmente esta población se localiza a algunos 20 Km. al este de Guasave. Kino salió de México a mediados de octubre de 1681 con la intención de encontrarse con Atondo, pero antes pasó a Guadalajara para ver al Obispo y regularizar sus documentos ante la autoridad eclesiástica, llegando a Nío el 25 de marzo de donde regresó a  Rosario para luego volver a Nío en el otoño, cuando las tres embarcaciones construidas por Atondo ya estaban listas. Las naves fueron nombradas por Atondo como : La Almiranta, La Capitana y La Balandra. El 28 de octubre de 1682 zarparon de las costas de Sinaloa para llegar el 3 de noviembre siguiente al puerto de Chacala, en lo que hoy es Nayarit. Kino viajaba a bordo de La Almiranta.




La medianoche del 17 de enero de 1683, La Almiranta y La Capitana zarparon de Chacala rumbo a la Baja California dejando rezagada en el puerto a La Balandra para después de un azaroso viaje once días  llegar a Mazatlán, donde se aprovisionaron de agua y alimentos para proseguir su viaje a la California a donde llegaron semanas después fondeando en la Bahía de La Paz.  Atondo desembarcó y eligió el lugar donde fundar una colonia. Ordenó cortar una palmera y construir con ella una cruz para colocarla en un cerrito a la orilla del mar y luego tomó posesión de la tierra en nombre del rey Carlos II.

Las primeras semanas que los exploradores pasaron en La Paz, las ocuparon en edificar un fuerte, una iglesia y  se iniciaron las primeras siembras en la península. La Capitana fue carenada con la intención de enviarla a la región del río Yaqui en Sonora para abastecerlos de alimentos y caballos y enviar el correo, en tanto los exploradores se abastecían de la pesca y la caza. Después de cuatro semanas Kino hizo los primeros contactos con los indígenas del lugar, de quienes se ganó la confianza regalándoles biscochos y coscates. Los indígenas al ver por primera vez a los españoles los amenazaron con sus arcos y flechas gritándoles y haciéndoles señas de que se retiraran. Finalmente Kino  logró ganarse su confianza  e inició su trabajo de evangelización.

Después de algunos meses de esperar el regreso de La  Capitana de su viaje al Río Yaqui, y luego de un altercado con los indígenas, al terminarse la comida a los exploradores, Atondo decidió regresar a tierra firme en La Almiranta, llegando  el 21 de julio a un lugar en las costas de Sinaloa al que llamó Puerto Nuevo San Lucas, lo que hoy en día se conoce como Agiabampo en el extremo sur de Sonora, exactamente en los límites con Sinaloa.




Durante la estancia de dos meses en San Lucas, Kino se dedicó a escribir cartas a sus amigos y superiores en las que les cuentan sus descubrimientos  y les envía los mapas que ya para entonces había elaborado. Ese mismo tiempo Atondo lo ocupó en conseguir bastimentos entre las misiones de Sonora; Conicarit entre ellas, para regresar a su misión original: Baja California. Para finales de septiembre zarparon  de nuevo y llegaron a las costas bajacalifornianas el 6 de octubre, día de San Bruno, mismo nombre que le pusieron a la población que fundaron, localizada al norte de la isla de Coronado.

El lugar era agradable y Kino inmediatamente hizo amistad con los nativos de quienes pronto se ganó su confianza. En el lugar Atondo emprendió la construcción de un Fuerte que los indios locales le ayudaron a construir con esmero, pero quienes mas le ayudaron fueron los indios mayos que habían traído de la misión de Conicarit en el río mayo.

Una vez establecidos y abastecidos de nuevo con provisiones traídas del Río Yaqui, los españoles empezaron las primeras exploraciones hacia el interior de la península, acompañados obviamente por Kino, en la primera incursión de seis leguas los llevó a una planicie cubierta de pastizales que llamaron San Juan.

A partir de entonces, Kino emprendió con entusiasmo su labor sacerdotal, sus diarios reflejan la vida de un misionero entregado en cuerpo y alma a su labor de convertir y civilizar a los nativos. Se dedicó con autentico afecto a atender sus necesidades materiales  y a defenderlos de los malos tratos. Disfrutaba mostrándoles instrumentos extraños para ellos como la brújula, el cuadrante, los lentes con los que encendía fuego y sus mapas. Describe con autentico deleite el caso de una niña que se arrodilló ante la imagen de la virgen y le pidió permiso para sostener en brazos al niño Dios.




Segunda exploración al interior de la Península

Una vez tomada posesión de manera solemne de la provincia de San Andrés, que a nombre del Rey Carlos II y para la iglesia en nombre del Obispo, hicieron Atondo y Kino respectivamente, ambos planearon entonces hacer una exploración mayor al interior de “La mayor isla del orbe”, según ellos. La iniciaron el 1 de diciembre y la encabezaron el Almirante y Kino, al mando de veinticinco soldados, seis indios mayos, seis indios edúes locales y seis didus. Llevaban catorce caballos y cuatro mulas de carga. La intención era internarse hacia el occidente para escalar la escarpada sierra que escondía la misteriosa región que se extendía al otro lado. “El país de los gigantes”, según decían los naturales. Después de una gran cantidad de dificultades para subir; ya que la sierra era prácticamente vertical, que incluyó subir amarrados por una cuerda de la cintura, los exploradores llegaron a la sima de la montaña, descubriendo al otro lado un enorme valle.  Fue entonces que decidieron ponerle nombre a la sierra “por ser muy alta, que desde Yaqui, al ponerse el sol, se descubre y también porque los días pasados habían dicho y creído algunos que en estas tierras de los noys había gigantes, la llamamos La Giganta”

Se internaron en el valle donde encontraron algunos nativos que distaban mucho de ser gigantes, y algunos aguajes donde descansaron y bebieron. Mas adelante encontraron también una laguna a la que llamaron Laguna de Santa Bárbara.




Al día siguiente, al declararse Atondo prácticamente exhausto y decidir quedarse a descansar, Kino siguió adelante con otros soldados para descubrir otro inmenso valle “con muy buena tierra que llaman migajón, muy llana, con mucho agua, con muchas verdolagas, quelites, tecomates, leña y arboleda”. A este lugar Kino le puso por nombre Valle de San José. Todavía después de dejar a los soldados en el lugar descansando, Kino acompañado de los soldados Itamarra y Bohórquez, escaló un farallón para ver desde allí “otra lindísima laguna, con una grande llanada y otras muchas lomas y sierras y llanadas, más de veinte leguas la tierra hacia el norte”

Después de esta exploración, Kino regresa a San Bruno donde por un tiempo, su vida transcurre conviviendo con los indígenas a quienes enseña español, catecismo y construyendo casas y una iglesia. Siempre y en casi todas las actividades, Kino es apoyado por los indios mayos que había traído de Sonora. Al mismo tiempo se dedica con esmero a plantar árboles frutales y al cultivo de trigo y otros cereales.

Tiempo después Atondo envió las embarcaciones a Sinaloa a traer bastimentos como ganado, caballos y cebo. Las naves salieron en octubre y regresaron hasta agosto del siguiente año cuando las provisiones de los colonos prácticamente se habían agotado.




Tercera expedición  al interior de la Península

Con la intención de cruzar toda la península y llegar hasta el Mar del Sur o Pacífico, Atondo y Kino organizaron una tercera expedición.

El 14 de diciembre partieron acompañados de veintinueve soldados, dos muleteros y nueve indígenas cristianos  y un séquito de naturales de California que les servían como guías.

Enfrentándose a innumerables dificultades; entre ellas las lastimaduras de los cascos de los caballos debido a lo pedregoso del camino, lograron avanzar poco a poco y cruzar la sierra de La Giganta, hasta llegar a un lugar que los nativos llamaban Comondé, lo que ahora es Comondú. Una vez que pasaron la navidad y descansaron  por en ese lugar por tres días, los exploradores continuaron  su camino hacia el oeste no con menos dificultades. Hasta que finalmente, Kino acompañado de dieciocho soldados y dos mulas de carga cubrió las últimas doce leguas para finalmente llegar a la playa a orillas del Mar del Sur el día 29 de diciembre.

Pasaron los meses y Kino y sus compañeros se dedicaron a realizar exploraciones menores alrededor de la Giganta y a convivir y trabajar en la búsqueda de perlas, en tanto las embarcaciones viajaban al continente a traer provisiones.

Después las cosas se complicaron ya que los soldados empezaron a enfermarse de escorbuto, la comida a escasear y la lluvia a hacerse cada vez mas ausente. Atondo estaba abrumado y tenía que hacer algo para resolver la situación.  Las cosas se complicaron mas ya que la corona exigía que las exploraciones fueran autofinanciadas con los tesoros encontrados y en esta caso todo se había encontrado menos metales y perlas valiosas, además los bautismos de naturales eran escasos ya que había poca población en las tierras exploradas. En una reunión de consejo con sus principales colaboradores, Atondo decidió abandonar la península y llevar a los soldados enfermos al río Yaqui donde podrían recuperarse mientras tanto las otras embarcaciones viajarían hacia Los Cabos en busca de perlas de mejor calidad.




A principios de mayo desmantelaron el fuerte y cargaron y abordaron La Capitana, con rumbo al continente y el día 10 de mayo llegaron a la desembocadura del río Yaqui. Los enfermos fueron llevados a Tórin y Kino aprovechó para ir a Raum a visitar al padre Diego Marquina.

Treinta y cinco días utilizaron los exploradores en abastecerse de alimentos y provisiones y finalmente el día 13 de junio abandonaron la boca del Yaqui y se dirigieron hacia la California de nuevo hasta que alcanzaron a ver la Punta de las Vírgenes Gordas, que se encuentran frente a los tres picos que ahora se llaman Tres Vírgenes. Durante seis días zigzaguearon cerca de la costa de California, sin que lograran mucha altitud. La tierra que vieron era demasiado agreste. Y no vieron humaredas que indicaran la presencia de gente. Temerosos de encontrarse con los bajos de Salsipuedes doblaron hacia el oriente, con rumbo de Sonora y el 19 de junio anclaron frente a la boca de una bahía o brazo de mar que descubrieron.  El siguiente día navegaron por el estero y a esta bahía o entrada de mar, Kino la Bautizó como Bahía de San Juan Bautista. Este lugar lleva en la actualidad el nombre de Bahía Kino, que es el único lugar de todos los que exploró el misionero, que lleva su nombre.

Kino creyó que la isla El Tiburón era una península y el canal que la separa del continente, una bahía cerrada. Al siguiente día se internó dos leguas hacia el suroeste de la isla, hasta llegar a un paraje al que llamó Playa de Balsas. Subió a un cerro muy alto y desde allí vio la bocainas y concluyó que los canales eran muy inseguros para navegar .

El día 29 entraron a un brazo de mar que llamaron El Sacramento, que era el tramo mas interior de la Bahía Kino. Encontraron la entrada de “un río poderoso”  que al llegar alcanzaba hasta siete brazas de profundidad. Los indígenas les dijeron que este Río; que venía desde Ures y Cucurpe,  en tiempo de lluvias desaguaba en la Bahía, lo que les pareció razonable ya que encontraron árboles y carrizos que seguramente el río arrastraba desde muy lejos.




Los vientos del suroeste los obligaron a permanecer en la Bahía de San Juan Bautista (Bahía Kino) por cincuenta días, resguardados por una montaña localizada al sur de la Bahía (seguramente es la isla que hoy se conoce como Alcatraz). En la isla vivían los indios seris a quienes tuvieron que darles una caja llena de diversos artículos para que les trajeran agua de tierra adentro.

Mientras la embarcación se resguardaba en espera de vientos favorables, Kino aprovechó para convivir con los seris en sus casas. Pronto logró ganarse su confianza y cuando tuvo que partir, los seris le pidieron que no se fuera. Le prometieron traerle caballos, pescados y productos de tierra firme, que le construirían una casa, una iglesia o cuanto quisiera, a cambio de que se quedara.

Finalmente el día 9 de agosto, los exploradores zarparon de Bahía Kino rumbo a Matanchel, un puerto en lo que hoy es Nayarit, pero antes llegaron al Yaqui y luego a la California; donde desembarcaron a unos indios adolescentes que Kino había traído consigo.

De Matanchel Kino viajó a Guadalajara donde le informó al obispo del resultado de sus exploraciones. El Obispo le informó también de la decisión de abandonar las exploraciones en la California. Después Kino viajó a la ciudad de México donde se confirmó la decisión de abandonar la California, fue entonces que Kino recordó a los indios seris que había conocido un año antes, por lo que les solicitó a sus superiores lo enviaran a aquellas tierras. Después de solicitarle un informe con su plan de viajar a Sonora, finalmente se le autorizó su nueva empresa.

Kino recorrió el viaje de regreso por Guadalajara, donde solicitó la respectiva autorización de la Real Audiencia de Guadalajara, donde declaró que había sido nombrado por el Virrey misionero con los seris, guaymas y pimas, y de inmediato le fue autorizado su proyecto.

De Guadalajara Kino viajó por los caminos reales hasta llegar a Los Frailes (Álamos) y de allí viajó a Conicárit, la misión del río mayo, donde años antes había conseguido bastimentos para su misión en California.




El 13 de febrero de 1687, estando en Los Frailes, Kino describió la rica región argentífera (plata) en la vecindad de la moderna ciudad de Álamos. En Álamos conoció al General Domingo de Terán, quien con los adinerados caballeros de la ciudad estaba construyendo un real pueblo de minas, con casas reales alrededor de una plaza.

De Conicarit, Kino continuó su viaje al norte llegando a Oposura (Moctezuma) a fines de febrero de ese año. Donde se entrevistó con el padre Manuel González, visitador de Sonora.

Allí en Oposura se decidió enviar a Kino a lo que sería su destino permanente: Cucurpe, la última misión al norte del río San Miguel, que se encontraba en el mas remoto  confín de la cristiandad.

De Oposura Kino viajó a su destino, en el camino llegó a  la capital política y militar del Estado de Sonora: San Juan Bautista (un pueblo localizado al este de lo que hoy es Cumpas) donde visitó a Blas del castillo, alcalde mayor de Sonora, a quién le dio “el obedecimiento a la real cédula y a la real provisión”. De allí viró al occidente dirigiéndose hacia el valle del río Sonora, llegando a Guépaca (Huépac) donde se entrevistó con el padre Juan Muñoz de Burgos, rector del distrito al que pertenecía Cucurpe y quien sería su superior inmediato. De Huépac, cruzaron la sierra de Aconchi para llegar a la cuenca del río San Miguel , pasando por los antiguos pueblos misioneros de Opodepe u Tuape hasta llegar a Cucurpe el 13 de marzo de 1687. La iglesia del pueblo estaba situada sobre un risco, a orillas de río San Miguel y era el último templo cristiano en la frontera norte de la región.

Finalmente Kino había llegado a lo que sería el inicio de su gran obra misional  que duraría casi veinticinco años, para finalmente morir el 15 de marzo de 1711 en la misión de Magdalena, hoy en día conocida como la ciudad de Magdalena de Kino, Sonora.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Bolton, Hebert Eugene. 2001. Los Confines de la Cristiandad, una biografía de Eusebio Francisco Kino, S.J. Misionero y explorador de Baja California y la Pimería Alta. Traducción de Felipe Garrido. Universidad de Sonora, Universidad Autónoma de Baja California, Universidad de Colima, Universidad de Guadalajara, Colegio de Sinaloa. Editorial México desconocido.
  • Clavijero Francisco Javier. 1990. Historia de la Antigua o Baja California. Editorial Porrúa, S.A. Colección Sepan Cuantos. Num. 143
  • Instituto Sonorense de Cultura, Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste. 2000. Memorias del Simposio Kino, Pasado y Futuro.
  • Jordán Fernando, 1997. El Otro México; biografía de la Baja California. Universidad Autónoma de Baja California, Secretaría de Educación Pública. Colección Baja California: Nuestra Historia.
  • Polzer Charles W, S.J. 1984. Eusebio Kino, Padre de la Pimería Alta. Publicaciones del Gobierno del Estado de Sonora.




 

*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.


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