Imágenes urbanas: Doña Uxmala

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
El grupo de mujeres, por la calle Rancho Viejo de aquella colonia popular, se reunieron con el fin de exponer ideas, ponerse de acuerdo y tomar cartas en el asunto que había crecido hasta volverse peligroso.

Doña Reyna de la Paz: “Ya se me hacía demasiado bello que en nuestra calle no hubiera problemas, que no tuviéramos algún vecino conflictivo”.

Doña Lucía: “Viéndolo por el lado amable, los ‘prietitos en el arroz’ son necesarios y nos ayudan a ser más tolerantes, una persona negativa nos enseña lo que no debemos hacer”.

Doña Catalina: “Dejémonos de rollos y vamos viendo cómo resolver el asunto de doña Uxmala, que le revienta los balones a nuestros chamacos cuando caen en su lote”.

Doña Augusta: “Y con qué saña, mira que agarrar la pelota y delante de los chamacos picotearla con un cuchillo puntiagudo, hasta pareciera que lo compró especialmente para eso”.




Doña Beatriz: “Si bien es cierto que la calle es libre, que el lote de cada quien se respeta y que un balón en cuanto cruza un cerco  está invadiendo la propiedad privada, qué le cuesta a esta señora regresar el balón, vivir en armonía con los demás, mayormente ella que vive sola, que nadie la visita”.

Doña Blanca: “Pues aquí llegó sola, dicen que es viuda, que los hijos malagradecidos se casaron, se fueron y se olvidaron de ella, a lo mejor por eso es tan amargosa”.

Doña Lucía: “Algunas gentes del barrio opinan que hay que pagarle con la misma, que hay que hacerle daño, aventarle animales muertos o algo parecido para que sienta lo que se siente caray, los balones a nosotros nos cuestan”.

Doña Reyna de la Paz: “Cierto que hay campos deportivos, pero es normal que los niños jueguen en las calles, esta señora está mal aunque no creo que la salida sea responder golpe por golpe, para eso es el diálogo, vamos hablando con ella, por algo se dice que hablando se entiende la gente”.

Una semana más tarde y a nombre de los vecinos, las cinco mujeres llegaron hasta la puerta de doña Uxmala y tocaron.




La señora setentañera les preguntó por la ventana qué se les ofrecía, cuando le dijeron que era sobre el asunto de los balones reventados les respondió que no era tema y que “¡los chamacos latosos se vayan al campo deportivo!”.

Casi con ruegos la convencieron de dialogar y bajo un frondoso algodón expusieron sus razones.

La plática se extendió casi tres horas, de las cuatro a las siete de la tarde, doña Uxmala a veces gritaba como queriendo llorar, finalmente acordaron una tregua de un mes para ver cómo funcionaban las cosas.

Durante ese mes las vecinas se turnaron para visitar a la señora y platicar un poco con ella, doña Uxmala empezó a sonreír cuando le llegaban con un postre o un poco de alguna comida especial que hubieran hecho.

Hasta ahorita, las relaciones entre las vecinas van por buen camino.




*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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