jueves, mayo 16, 2024
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Espejo desenterrado: Democracia, muy lejos

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Por Karla Valenzuela
Dice el escritor Héctor Aguilar Camín que “la democracia fue la gran promesa del México de principios del siglo XXI. Hoy es una de sus grandes decepciones. ¿Qué pasó? La diosa que iba a curar todos los males dio a luz una creatura irreconocible que produce hoy rechazo y desconfianza en la mayoría de los mexicanos”.

Y es que, desafortunadamente, el concepto de “democracia”, que tanto auge ha tenido por lo menos en los últimos tres sexenios, tendría que estar respaldado en la mente de nosotros –los mexicanos que acudimos las urnas, que diariamente ejercemos nuestra libertad de estar en pro o en contra de las cosas- por el significado exacto del término.

Según reza en la RAE, cuando se habla de democracia, se refiere a una “forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”; o bien,  es una “forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuales, con independencia de etnias, sexos, credos religiosos”. Lo cierto es que, la mayoría de las veces este concepto se percibe solamente como “lo que quieren todos”, y con “todos”, estamos vislumbrando a una “mayoría” que, dicho sea de paso, vaya usted a saber si lo es, pues a lo mejor resulta que se trata sólo de un gran número de personas que cumplió con su deber cívico de manifestar su opinión. Así, la democracia en México –mal entendida a veces– obedece más a la conveniencia de grupos que al bien común de todos los ciudadanos.

Leyes se aprueban todos los días estemos o no de acuerdo y, estemos o no de acuerdo, cada quien desde sus redes sociales o desde sus espacios podemos expresar lo que queramos y hasta podemos aludir a que estamos haciendo uso de nuestra “democracia, peo no, no es tal, sino que más bien es libertad de expresión, una libertad que, con todo, debe ser respetuosa del derecho del otro, como diría Benito Juárez.

Hace apenas unos días se celebró el Día Mundial de la Libertad de Prensa y, a propósito de esta fecha, aprovecho para honrar a mis amigos y colegas periodistas que ejercen la labor con profesionalismo y a cabalidad, con el sólo objetivo de informar y –¿por qué no?– crear un tanto de conciencia social, que al final se agradece, porque es así como poco a poco se pone un granito de arena para poder hablar de un país democrático.

Hemos avanzado en la materia, pero el camino de la democracia es largo y no obedece a intereses particulares sino a bienes comunes, pero todavía falta mucho por hacer. El México del siglo XXI no es un país democrático: Falta autocrítica, reflexión, estabilidad social para plantear el tema. Cuando llegue el momento propicio, se notará la democracia sin tener que hablar de ella. Empecemos, pues, a pensar.

 

 

 

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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