La perinola: Amor y libros
Por: Álex Ramírez-Arballo
Si tuviera que referirme a mí mismo como ejemplo de los beneficios de la lectura, pues creo que tan noble actividad no saldría bien librada. Es verdad, desde hace por lo menos veinte años que leo diariamente algo, no sé qué, lo que sea, pero algo que me estimule y emocione, algo que me mantenga en vilo durante largo tiempo; sin embargo, no creo ser ejemplar, repito, a la hora de pensar en los múltiples beneficios que el leer nos acarrea a todos, me queda claro, en mayor o menor medida.
Pero sí he conocido personas asombrosas, gente que ha evolucionado de tal manera en su condición intelectual y espiritual que merecen llamarse maestros. Todos ellos tienen en común la lectura, y todos ellos, además, poseen características semejantes; por ejemplo:
- Poseen un vocabulario preciso y variado. Son capaces de expresarse con mayor eficiencia y colorido porque la lectura les ha proveído de un conocimiento vasto de su lengua. Esto no es poca cosa porque, que no se nos olvide, el límite de nuestro lenguaje es el límite de nuestro pensamiento.
- Tienen conocimientos generales que los presentan como personas con educación. La lectura, que no se nos olvide, es un proceso constante de educación deleitosa; un libro es una voz, una palabra dormida que despierta sólo para nosotros. Por eso es importante entender que no basta leer sino saber qué se lee: no todos los libros son buenos maestros. Uno puede pasar horas y horas con un libro en las manos y llenando de basura su mente y su espíritu.
- La lectura tiene la capacidad de hacernos mejores intérpretes de la vida. El contacto directo y constante con el lenguaje sofistica nuestro juicio del mundo, volviéndonos personas más prudentes. Esto se debe a que no sólo somos capaces de complejizar nuestros razonamientos sino que también nos sensibilizamos, nos humanizamos y volvemos más abiertos a la experiencia de los demás, lo que sin duda alguna es de apremiante necesidad en estos días que vivimos.
Creo que estos tres puntos bastan para mostrarnos lo poderosa que es la lectura. Por eso es que las instancias oficiales insisten en crear programas para fomentar la cercanía con los libros entre la gente, y eso me parece muy bien, para eso se les paga; sin embargo, desconfío personalmente del adoctrinamiento como vía de promoción de la lectura. Uno por regla general suele ser reacio a las imposiciones, sobre todo cuando vienen envueltas en un halo de discurso oficial; yo creo más en el contagio, en el entusiasmo que se transmite de persona a persona en un plano horizontal que en los slogans del gobierno. Leer es un acto de amor y el amor, lo sabemos todos, no nace por decreto.
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com