La perinola: Ya no somos lo que éramos

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Con todo esto me refiero a los cambios de nuestra era que tienen un impacto directo en nuestro desempeño tradicional. Esto es algo que veo diariamente en el contacto directo con colegas, gente que reproduce modelos viejunos: el superado ideal del siglo XX de obtener un grado profesional y esperar que esto solucione todos los problemas de la vida. Si estas personas se encuentran en contacto con las nuevas generaciones, no es muy difícil imaginar el impacto nefasto que tendrán entre quienes apenas comienzan a vivir. Si hay algo que podemos heredar a los más jóvenes es esta noción del cambio constante, lo imprevisto como algo inevitable y la feroz necesidad de la adaptación. De otra manera estaríamos cometiendo un fraude con ellos.

¿Qué deberíamos hacer, entonces? Sé algunas cosas: comprometernos con el cambio, el diálogo invariable, la formación sostenida a través de la pertenencia a comunidades virtuales. Es necesario que cada uno de nosotros se comprenda a sí mismo como un agente de conocimiento, con la enorme responsabilidad que esto supone. No hay espacio ya en este mundo para las criaturas pasivas e incapacitadas para recrearse a sí mismas una y otra vez. Si no mostramos una disposición inventiva no habrá espacio ya para nosotros en este mundo.

Y hay algo más, ser creativo es necesariamente ser comunicativo. Quienes crean deben sentir la necesidad de compartir lo creado; no hay a mis ojos nada más miserable que aquella persona acobardada por los requerimientos del mundo que le ha tocado en suerte. La vida, con sus luces y sus sombras oscuras sigue siendo un festival permanente en el que todos tenemos voz y voto. Renunciar a esto es condenarnos a una vida de mezquindad y miseria intelectual. Ser creativo es buscar sobre todo la manera de alcanzar a los otros construyendo los puentes que sean necesarios para conseguirlo.

¿Qué estás haciendo ahora mismo? ¿Qué estás produciendo y cómo lo estás haciendo? ¿Qué comunicas diariamente de manera virtual? ¿Con quienes colaboras, con qué frecuencia y qué proyectos tienen en común? ¿Cuáles son los riesgos profesionales que tomas? En fin, estas y otras preguntas tendríamos que realizarnos a nosotros mismos frente al espejo. También convendría recordar que somos lo que hacemos y lo demás no es más que humo, un humo que enloquece y enferma. Separador - La Chicharra

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com

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