martes, mayo 14, 2024
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Celuloide: El callejón de las almas perdidas

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo Félix¿Recuerdan cuando Guillermo del Toro era un director emergente batallando por reunir presupuesto en México para realizar películas como Cronos? Incluso para El laberinto del fauno que originalmente pensó ubicar dentro del contexto de la revolución mexicana. Al del Toro actual le sobran recursos, es igualmente productor que guionista que director, al observar sus películas su sello y su técnica depurada es cada vez más identificable como dentro del universo del Toro un mundo obscuro y gótico parecido al de Tim Burton. Es por eso que en esta semana hablaremos de El callejón de las pesadillas o El callejón de las almas perdidas.

El callejón de las almas perdidas es una película estadounidense estrenada el pasado diciembre. La historia se basa en una novela de William Lindsay Gresham escrita a mediados del siglo veinte un autor que le toco vivir la guerra civil española. Ahí conoció a un médico que le describió el ambiente de la feria en la que trabajo conociendo a un alcohólico que hacía las veces de monstruo.

El argumento va más o menos así: Stanton es un personaje misterioso y silencioso lleno de secretos que termina refugiándose en una feria ambulante. Ahí el jefe del espectáculo llamado Clem le ofrece trabajo, este personaje es interpretado por Willem Dafoe. La feria en su totalidad está llena de personajes bizarros: Molly la mujer que resiste a descargas eléctricas, el enanito que nunca falta en las ferias, la pareja de psíquicos y Bruno el hombre más fuerte interpretado por el inseparable Ron Perlman. Stanton se va involucrando cada vez más con los personajes de la feria que le despierta su lado creativo.

El director jalisciense juega con nuestra memoria asociada a los circos y a las ferias, a pesar de que son coloridas y llenas de payasos apelan del mismo modo a una parte obscura de nuestra mente que se acerca más al guion de una pesadilla. Nuestro inconsciente nos atemorizaba con la mujer lagarto, los enanitos y el payaso con el maquillaje diluido por el sudor del artista. Fellini, Hitchcock y Orson Welles se referían al cine como un acto de magia, ilusionismo que lograba adormecer la conciencia del espectador hasta el desenlace del filme donde el truco era revelado.

El callejón de las almas perdidas se pasea por la frontera del mundo de lo psíquico, lo fantástico, la magia y del otro lado la charlatanería y la farsa de los actores de feria. Como usualmente ocurre con la filmografía de del Toro los monstruos terminan siendo las víctimas de la humanidad más cercana al mundo de las bestias.

La película nos recuerda a la literatura rusa del estilo Dostoievski donde se profundiza en la obscuridad del alma humana. Del mismo modo utiliza el suspenso psicológico a lo Hitchcock para sostener el misterio hasta el final, a la vez recuerda al cine negro clásico adaptado al cine actual. Los claroscuros de los rostros del personaje de Bradley Cooper iluminado por algún encendedor nos remiten al expresionismo alemán y a los Fritz Lang del siglo pasado.

Definitivamente recomendable por la calidad técnico-estética del universo del Toro, una escena tan sencilla como un personaje que se recuesta en un diván a confesar sus recuerdos del pasado es aprovechada por del Toro para mostrar su calidad estética como director haciéndonos sentir que estamos dentro de una esfera de nieve.

Se puede decir que la película se divide en dos, la del mundo de la feria y el de la ciudad donde los personajes de Stanton y Molly intentan abrirse paso en el mundo real. En ambas los colores son manejados de manera distinta por la dirección de arte. Una atmosfera a lo Edgar Allan Poe que se afianza con una jota dentro de la filmografía del director mexicano.

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