Urantia: Elemental

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Para Dannia: amiga detective

“El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.”
Óscar Wilde

 

Miguel Manríquez Durán
Miguel Manríquez1:  A mi tía Delia, hermana de mi madre, le debo muchas de mis primeras lecturas. Dueña de una belleza y altivez legendaria agregaba su carácter firme y una inteligencia ágil. Dos imágenes acuden a mi memoria: una vasta y elegante biblioteca y un inmenso óleo con un retrato de ella, ataviada con un vestido azul profundo y guantes. Un día cualquiera -a mis diez años- al darse de cuenta de mi interés por los libreros del estudio, me alcanzó un sobrio ejemplar de Salgari: “llévatelo, te lo presto y cuando lo leas vienes por otro libro”, dijo sonriendo. Durante meses, devoré libro tras libro: viajes, aventuras, misterio, terror y policiaca. Entonces el encuentro fue inevitable: Chesterton (Padre Brown), Poe (Auguste Dupin), Conan Doyle (Sherlock Holmes), Simenon (Maigret), Agatha Cristhie (Hércules Poirot), Hammett (Sam Spade), Chandler (Philip Marlowe), Dannay y Bennington Lee (Ellery Queen), Vidocq (vidocq), Emile Gaboriau (Monsieur Lecoq), Maurice Leblanc (Arsenio Lupin).

Fueron años maravillosos donde pasaba días completos y algunas noches sin poder alejarme de esos autores y sus personajes. Sea por gusto literario o por intuición, empecé a distinguir entre las tradiciones narrativas inglesa y la norteamericana, además de la novela francesa. Lo sabemos: esta narrativa es hija del siglo XIX. Con la observación, el análisis y la deducción se intenta resolver un enigma, normalmente un crimen, para encontrar al autor y su móvil. “En la novela policíaca el detective nunca fracasa, por tanto, siempre obtendremos al final las respuestas a los interrogantes sembrados en sus páginas. Nunca hablan de crímenes perfectos. El lector suele identificarse con el investigador y vive en primera persona las pesquisas que reconstruyen el crimen hasta dar con el asesino”.

Sus componentes son ya conocidos: contar historias de crímenes, un detective avanzando no sin dudas o accidentes sobre las pistas registradas con mucho de astucia y deducción, en la vertiente tradicional se exaltan las leyes y el orden y, en otra vertiente está la novela negra. Sus orígenes son bastardos e Indignos simplemente porque sus héroes fueron ladrones, o bien policías con un turbio pasado. “Pero indignos sobre todo porque el género no nació como literatura culta y refinada sino como cultura popular a través de los folletines, ubicables en la misma categoría de los pocket-books (novelas de bolsillo) americanos, las novelas amarillas de Italia o la sensational novela de Inglaterra”.

Separador - La Chicharra

2: Después de cincuenta años, ocasionalmente, sigo visitando la narrativa policiaca y, por supuesto, series televisivas. Ahora, por supuesto, sin la frescura de mi niñez pero con la pasión de viejo profesor que, sin experticia alguna, distingue la trayectoria de la novela policiaca y negra. Si bien en sus inicios los argumentos eran fundamentales para aclarar la trama deductiva y astutamente. Es después de 1930 cuando ya la explicación sicológica, los hechos y los personajes son fundamentales. Desde ha tiempo, el estilo realista y violento cuentan crímenes por motivos concretos y su trama es intriga de variada especie.

Todavía recuerdo una extensa y divertida conversación con Alejandro Parodi (Míguel) acerca de “Llámenme Mike”, película dirigida por Alfredo Gurrola. Fue una muy larga comida de nueve horas en un restaurante local donde hablamos de la policiaca y la censura que tuvo la película que se comenzó a rodar en 1978 pero no se estrenó sino hasta 1982 debido a que fue censurada por su fuerte crítica hacia la policía de esos años. También contó su experiencia como asistente de Luis Buñuel.

Tiempo después, Emilio Garcia Riera me comentó que esa película de Parodi era una de sus detectives preferidos, además, claro las novelas de Fu Manchu, personaje de Sax Rohmer. Es un criminal chino que odia a la civilización occidental y a los blancos. En todas las novelas en las que aparece es perseguido y derrotado por el investigador inglés Sir Denis Nayland Smith y el Doctor Petrie.

Hoy día tengo entre mis amigos a excelentes narradores de novela negra que no menciono por temor a olvidar alguno pero comparten un carácter afable, divertido y de inteligencia inocultable: todos son agudos observadores del entorno mientras conversamos.

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3: Durante más de veinte años, en la puerta de mi oficina estuvo un letrero: “Sherlock Holmes/ investigador” comprado evidentemente en la casa museo de del 221B de Baker Street. Además de la casa de Sherlock, otro lugar imprescindible es Charterhouse Square y buscar Florin Court, magnífico edificio art deco, que es “Whitehaven Mansions” en muchas novelas. No conforme con eso cuando me tocaba dar mi dirección con tono chapucero decía: “Whiteheaven Mansions/ departamento 56-B”. Algunos lo anotaban y otros amigos me miraban con malicia y soltaban una carcajada exclamando: “no hay la menor duda que es tu casa”.

Después de todo, un buen detective no sólo acepta su destino y sigue el viejo principio de Poirot: “Yo no discuto con hombres obstinados. Actúo a pesar de ellos”. Sin duda, aún tengo intacta mi pasión por el misterio que bien dice Rubén Darío: “La vida es misterio; la luz ciega y la verdad inaccesible asombra”.

 

Miguel Manríquez Durán. Poeta.

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