De mente abierta y lengua grande: El gran monstruo

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Chef Juan Angel | @chefjuanangel
Entre las muchas cosas que bajaban del pick up con camper recién instalado, de color azul brillante-chillante, había un par de hieleras, de la primera salía comida enlatada, juguetes, ropa, cerveza y hasta carne congelada. En la segunda estaba la cena navideña, un pavo gigante hecho piedra, totalmente congelado, en su empaque destacaba la leyenda “19 lb”, en mi imaginación pensaba: “Este ya es un pavo que ha llegado a su mayoría de edad y por eso era apto para consumirse”. Mis tíos, recién llegados de Los Estados Unidos a La Capital del Mundo, traían además todo lo necesario para rellenarlo y preparar los potajes que acompañarían tamaña bestia. A partir de ese momento no me separaba un solo instante de la cocina, era un festín ver tantas cosas diferentes, aromas y sabores extraños, panes y quesos desconocidos y formas de cocinar que se iban “tropicalizando” mientras saltaban de la memoria los ingredientes faltantes que debían sustituirse por los más similares disponibles en la “Cona-chuma” (Conasupo de Chuma, una historia que por cierto les debo, bueno, se las platico de una vez:

En San Pedro de la Cueva, capital del mundo, había dos tiendas comunitarias “Conasupo” una de ellas pertenecía a Chuma, esposo de “La Ana de Chuma” rezadora oficial del pueblo que pasaba las cuentas del rosario a la velocidad de la luz, dando paso veloz a las galletas con champurrado; bueno, la importancia de la Cona-chuma en mi vida es por la siguiente anécdota: en una de tantas ocasiones llegué al mostrador con un papelito bien doblado escrito por mi santa madre, Chuma lo leyó, se fue al almacén y sacó un paquete esponjoso envuelto en periódico, lo anotó en la libreta de fiado y regresé a casa jugando con él, lo aventaba al cielo y caía en mis manos hasta que se desprendió el papel dejándose ver un título que decía “Saba”, cuando llegué a casa, mi mamá llena de pena llamó mi atención por aquel acto “vergonzopecaminosomitotero”. Después me enteré que lo sucedido era carnita para los tacos de mitote que preparaban algunos personajes para hablar sobre los periodos menstruales de las sampetrinas. Cierro paréntesis).

La preparación y montaje del pavo en la mesa, era como estar en una película, la ambientación, cubiertos, bandejas y tazones que traían de California me hacían sentir parte de la realeza; pero lo más importante eran los diferentes aromas, sabores y texturas: la mezcla de ejotes con crema y jalea de arándanos, relleno con nueces y pasas con gravy de champiñones, aquello era una fiesta que deseaba fuese eterna. Pero no todos tuvieron la misma concepción del pavo, en su etimología “guajolote” se deriva del huey, huye = grande, viejo y xólotl = monstruo. Por lo que al guajolote lo conocían como “gran monstruo”, una de tantas novedades que los españoles se encontraron al llegar a América.

Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.


– PUBLICIDAD –


 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *