Basura celeste: Retrato múltiple de memorias compartidas

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Por Ricardo Solís
En uno de sus ensayos, la poeta argentina Olga Orozco escribió que la poesía es “un intento supremo y desesperado de verdad y rescate en la perduración”, una definición que –creo– puede describir también a la buena narrativa o los textos periodísticos que nos hacen pasar por alto su catadura y acercarnos a la experiencia humana (con independencia del tema que aborden); es justo en este último rubro que, con toda justicia, podemos colocar los libros de Svetlana Aleksiévich (Ucrania, 1948), en especial El fin del “Homo sovieticus” (Acantilado, 2015), su más reciente título que, publicado en español bajo la traducción de Jorge Ferrer, se distribuye en México.

Cuando hace tres años se le concedió el Premio Nobel de Literatura, se hizo énfasis en el carácter “polifónico” de su escritura y, tomando en cuenta que se trata de la primera periodista en recibir este galardón, eso parecería inevitable pues si algo sustenta su labor es –precisamente– los múltiples y variados testimonios con los que va “ordenando” sucesos, imágenes y voces que contrastan o se complementan para dar forma a una especie de “tejido” verbal que nos perturba y emociona a la vez (ya sea tocando el tema de la participación de las mujeres durante la II Guerra Mundial, la guerra de Afganistán o el desastre de Chernóbil).




Ahora bien, por lo que toca a El fin del “Homo sovieticus”, no hay que pasar por alto lo que la propia autora admite en el prólogo del libro, que “a la historia sólo parecen preocuparle los hechos, las emociones quedan siempre marginadas, no se les suele dar cabida en la historia. Pero yo observo el mundo con ojos de escritora, no de historiadora. Y siento una gran fascinación por el ser humano”. Y es gracias a esa mirada que consigue entregarnos el retrato multiforme y desastrado de una nación que ya no existe aunque, de alguna manera, pervive en la nostalgia de quienes pasaron por la transición que marcó el fin de la URSS y el resurgimiento tanto de la Rusia actual como de otros tantos países limítrofes.

Este enorme mosaico descriptivo, integrado por una larga serie de entrevistas realizadas a obreros, maestros, funcionarios, campesinos, militares o miembros de la antigua KGB; pero también mujeres, hombres, madres, hijos, abuelos, entusiastas de la perestroika, viejos o nuevos comunistas, los que odian el antiguo régimen o aquellos que lo echan de menos… Y es aquí que la maestría narrativa de Aleksiévich se forja a través de una sensibilidad que le permite “hilar” esta larga serie de micro relatos donde lo principal resulta la experiencia padecida por quienes caben en la descripción de un “Homo sovieticus”, el singular producto de más de siete décadas para el mayor “laboratorio del marxismo-leninismo”.




Pero el lapso que cubre la investigación de la periodista es mucho más extenso, llega hasta la consolidación de Putin como “hombre fuerte” en Rusia y el consecuente uso del aparato estatal para silenciar a sus opositores e intimidar a la sociedad civil; con todo, el efecto principal para el lector debe ser la patente convivencia de numerosas “verdades” y los conflictivos (o francamente sangrientos) resultados que arrojó la implosión de un régimen que suprimió libertades pero jamás alcanzó los niveles de desigualdad que produjo la violenta llegada del capitalismo.

Son muchas las razones por las que este libro resulta conmovedor y, por qué no decirlo, angustiante. El talento innegable de Aleksiévich consigue generar una empatía dolorosa con muchos de sus entrevistados, es ella quien diseñó la estructura de este “testamento” textual para aquellos últimos sobrevivientes de un mundo que ha desaparecido casi en su totalidad. Después de todo, las palabras –nos recuerda Borges– “son símbolos que postulan una memoria compartida”; y esta enorme periodista lo sabe muy bien.




 

Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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