lunes, abril 29, 2024
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Basura celeste: De cómo merecer un adjetivo

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Por Ricardo Solís
Para quienes son lectores del escritor italiano Leonardo Sciascia (1921-1989), un libro como Adorable Stendhal (Adriana Hidalgo Ed., 2005) representa un compendio de textos en los que el nativo de Sicilia aborda la vida y obra de Henri Beyle (1783-1842) quien, bajo su ya conocido seudónimo, pasaría a la historia de la literatura por legarnos novelas como Rojo y negro o La cartuja de Parma; este conjunto de escritos -dispersos en libros, revistas y periódicos- fue compilado por la viuda de su autor, María Andrónico Sciascia, y en ellos se evoca la figura del singular narrador en relación con otros autores (como Savinio o Lampedusa) pero también cuando se cumple alguno de sus aniversarios o se recuerdan personajes o episodios de sus trabajos que se vinculan con Italia pero, muy especialmente, con Sicilia.

De hecho, el título nace -explica en su prólogo el poeta Vincenzo Consolo– de un fragmento en el que Sciascia asegura que una palabra que detesta (en este caso “adorable”) se torna un calificativo que sólo utilizaría para hablar de un escritor: Stendhal. Ahí se halla la medida del respeto y asombro con el que el autor de El archivo de Egipto se dirige siempre a la memoria de un notable cronista de su tiempo que, sin ocultarlo, no escatimó tiempo y esfuerzo para referirse a una tierra que le cautivó desde que puso pie en ella (así haya sido gracias a la incursión de tropas extranjeras).




¿Y qué es lo que venera Sciascia en Stendhal? Sin que lo mencione de forma directa, parece ser su estilo, del cual le atraen “aquellas imperfecciones y distracciones” o lo que llama “el sentido de lo inacabado”, esto es, las características de una prosa capaz de sumergir al lector “en un círculo de confianza, de complicidad: como si después de haberlo aislado de todos los trucos, de todos los secretos, y de tanto en tanto equivocándose voluntariamente, el escritor mantuviese con el lector una relación de desafío”; y no es poco, ya que para establecer esta conexión se requiere estar “predispuesto a Stendhal” debido al propio “temperamento y formación”.

De este modo, no es de extrañar que Sciascia sea precisamente uno de sus “cómplices”, en especial porque le da pie al ejercicio de la ironía; baste aquí recordar que Stendhal manifestó siempre un gran interés por visitar Sicilia y, en ciertas crónicas o páginas de sus diarios, llega a realizar afirmaciones que permiten suponer que realizó dicho viaje cuando, en realidad, no ocurrió. Pero no importa, eso hace posible que Sciascia extienda sus especulaciones con base en la corrección de los no pocos errores en los que incurrió Monsieur Beyle al hablar de la célebre isla y algunas de las anécdotas históricas que refiere y en ella tuvieron lugar.




Como afirma Consolo, lo que más destaca el autor de Todo modo en la obra de Stendhal es la manera en que se entrega a su fascinación por Italia, un territorio que desde su perspectiva es el lugar “del instinto y la fantasía creadora”; después de todo, tal vez por ese motivo consigue un enorme grado se influencia en escritores como Brancati o el mismísimo Giuseppe Tomasi di Lampedusa, algunos de cuyos personajes se explican solamente al amparo de la obra del francés.

En Sciascia, sin que la pasión venza a su prosa, lo que se percibe es una sincera admiración y un consciente reconocimiento a un autor que, en coincidencia con las palabras de Alberto Savinio, “no tenía necesidad de la eternidad para transformarse en sí mismo. Siempre había sido él mismo, en el conocimiento y en el conocerse”. Sólo queda esperar que Sciascia no se equivoque y, como afirma en este libro, Stendhal siga siendo un escritor capaz de cautivar, “en especial a los jóvenes”. Ojalá, digo, en el futuro; porque hoy día sólo tengo dudas al respecto.




 

Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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