El color de las amapas: Tayopa, ¿Una mina que nunca existió?

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Por Ignacio Lagarda Lagarda
Al igual que la mina La Tarasca, la de Tayopa,  ha pasado a formar parte de la mitología minera; no solo sonorense, sino mundial. Supuestamente localizada en las inmediaciones del municipio de Sahuaripa, la Tayopa nunca ha sido descubierta hasta ahora.

En realidad Tayopa no era una sola mina, sino un grupo cuyos nombres eran El Páramo, Santo Niño, Cristo, Remedios, Jesús María y José, La Purísima y El Señor de la Buena Muerto, pero que en general se conocieron como la mina de Tayopa.

Un documento que existe y da vigencia de su existencia, es una concesión otorgada por la Secretaría de Fomento el 8 de junio de 1889 a los señores Roberto Santamaría y José Tiburcio Otero, para la exploración y explotación de  unas minas el la región de Tayopa, en el Distrito de Sahuaripa. Dicha concesión fue declarada caduca el 14 de abril de 1891, por no haber cumplido con lo establecido en el contrato  de concesión establecido.

La palabra Tayopa, significa “padre de los vivientes”, según el padre jesuita José Ortega, la que a su vez proviene de la palabra Tayaoppa, en el lenguaje de los indios nayeritas, quienes adoraban a una piedra blanca a la que llamaban “El Dios del nayar” y luego rebautizada con ese vocablo. Ese podría ser el antecedente etimológico de la palabra Tayopa.

Algunas tradiciones de Guadalupe de Tayopa sostienen que esta fue arrasada después de catorce años de su fundación durante la gran sublevación apache de 1646, lo que nos da como año de fundación en 1632,aunque según lo que contó el padre Francisco Javier Clavijero en su documento Fruits In Which New Spain Trades, publicado en 1767, refiriéndose a Sonora de que “allí  las montañas, están llenas de plata mas o menos sólida”, demuestra que Tayopa fue habitada durante el siglo XVII y  principios del XVIII.

El explorador francés Louis Lejeune, en su libro Tierras mexicanas, menciona que la Compañía de Jesús se dedicaba a la búsqueda de tesoros mineros en la Sierra Madre, en los límites de Sonora con Chihuahua, auxiliándose en documentos provenientes de Salamanca, y que pretendían restaurar Taynopa y otras minas abandonadas en 1767, cuando esa orden fue expulsada de los dominios del rey.

En su libro Apache gold and Yaqui silver, Dobie J.Frank, ofrece una descripción del inventario de objetos encontrados en Tayopa, entre los que destacan campanas, joyas, candelabros, platos, cálices, barras, telas, etc.

Este inventario, escrito por un jesuita y sellado el 17 de febrero de 1646, fue encontrado en 1912 por  el experto en Derecho español, topógrafo, historiador de minas Henry O. Flipper. Este documento concuerda  casi exactamente con otro de la misma fecha que había estado en posesión del sacerdote de Guadalupe de Santa Ana, una aldea minúscula en Sonora, México, y que se dio a la luz en 1927. Ambose titulan: Una verdadera y positiva descripción de campo de la mina de nuestra señora de Guadalupe de Tayopa, hecha en enero de 1646, por el Reverendo Padre Guardián Fray Francisco Villegas Garsina y Orozco, Real Vicario-General de la real y distinguida Orden jesuita de San Ignacio de Tayopa, de la gran facultad jesuita de la Provincia de Sonora y de Vizcaya.

Ambos documentos dicen que alrededor de Guadalupe de Tayopa había cerca de diecisiete minas.




En ese mismo documento se establece la ubicación de la mina, diciendo textualmente: “Tómese primero la rama del camino del lado izquierdo del risco del Campanero en la Sierra Madre, después viajando hacia el oeste, a lo largo del camino a Arisciachi, se doblará hacia abajo en un sendero muy estrecho y quebrado que se detiene. Entonces, se llegará a una espesura de árboles de madroño de follaje muy abundante. Al lado derecho y lejos hacia abajo, aparecen dos cerritos chapos rematados con basura de tepustete rojo. De los madroños se sigue 1200 varas hacia abajo y ahí, en un declive de un cañón, se encontrará un grupo de árboles de güérigo. Aquí parece no haber ningún camino, pero siguiendo su curso hacia abajo por cosa de 45 varas, pasarán bajo dos árboles de güérigo – notablemente gruesos – que tocan sus picos con el pico de un roble vivo. Desde aquí los dos cerritos chapos ya mencionados forman una especie de puerta a través de la cual se entra a Tayopa. El talud entre estos cerritos es muy empinado y por una distancia está lleno de ocotillos, torote prieto, vino rama y otras plantas espinosas. Descendiendo ahora  mas gradualmente, llegas a las fronteras del valle, donde están la iglesia y el pueblo, demarcados por diez y siete minas de buen ensayo”.

Pero muchos años antes de que estos documentos fueran encontrados, había historias de un grupo de minas, en un lugar conocido solamente como Tayopa. Después se le conoció con el nombre de  Guadalupe de Tayopa y se decía que tenía un  tesoro escondido en las cámaras acorazadas de la iglesia, que había sido obtenido de las minas en las montañas.

A esta mina propiedad de los jesuitas, por principio puede verse como “extraña”,  ya que si se habla de que contenía tanta riqueza legendaria, ésta no pudo haber desaparecido simplemente de la historia escrita o de los mapas. Debemos recordar, que, aunque muchas de las minas de México fueron propiedad de los  Jesuitas, eso era ilegal, ya que de acuerdo con una ley española, era ilegal que un sacerdote poseyera y explotara minas. Esta ley fue aprobada en 1592 y reafirmada en 1621 en razón de la clara violación de ella, por los jesuitas. En 1703, fue proclamado un decreto real, para reprender a aquellos que violaban constantemente esta ley.




Por lo anterior, era claro que los jesuitas intentaban guardar el secreto de sus minas, para evitar tener que pagar el impuesto del  quinto real al rey.

Dobie dice que la mina de Tayopa, fue trabajada por los indios bajo las órdenes de los misioneros jesuitas, quienes las trabajaron a pesar de que eso estaba terminantemente prohibido por la ley y se llevaron el secreto de su ubicación al viejo mundo, una vez que fueron expulsados por el rey de sus territorios en 1767.

Dobie, encontró en sus recorridos por la sierra de sonora, una gran cantidad de documentos de localización de la mina gravados en gamuza, uno de ellos, titulado “Conocimiento de Tayopa”, la ubica en las márgenes del río Yaqui, en la Sierra Madre, en dirección al pueblo de Yécora. También encontró un mapa  llamado “Mapa del camino de Tayopa”, en el que se encuentra una iglesia, una fundición y los placeres de oro del páramo.

In 1911, estando Flipper en España, encontró  un documento con un derrotero para llegar a Tayopa, que dice: “En el 7° día de marzo, estando parado en la cúspide del cerro de La Campana, cerca de la Villa de la Concepción, hay que ver hacia el sol conforme  este se pone, estará marcando directamente hacia Tayopa, viajar ocho días del cerro de La Campana hacia el poniente de siete de marzo y habrá llegado a Tayopa.” 

Paul M. Roca, para escribir su libro Path of the Padres trough Sonora, a principios de  1960 visitó el pueblo de Tayopa y dice que esa mina fue descubierta en 1739 y para 1767 estaba en su máximo apogeo, conocidas como Real de Guadalupe. Roca hace la siguiente descripción: “La iglesia era muy grande y alta, partes de las paredes de adobe de 18 pulgadas, aún permanecen hoy en día, con su enjerrado intacto en algunos lados y aún visibles los nichos de las estatuas. Enfrente de un cañón y aproximadamente a la misma altura, a un lado de la escuela, y de uso diario, cuelga una campana antigua, marcada con el letrero Santísima Trinidad, pero si fecha”.




Existen muchos registros de la existencia e importancia del Real de la Santísima Trinidad, tales como que en 1760 fue incluida como parte del proyecto de creación de un virreinato, con base en la ciudad de Durango. Igualmente, en 1779 era parte del itinerario del servicio mensual de correos de las Provincias Internas. Luís Navarro García dice que “el 16 de cada mes atravesaba Tepache y entraba por la mañana en Maycova, en Sonora y continuando el camino por Yécora, alcanzaba por la noche del 17 el Real de la Trinidad”. En 1795, se incluyó entre los 51 Reales de Minas más importantes, anotados en la relación del Comandante General de dichas Provincias Internas.

Carl Sauer, atrapado por una tormenta, visitó Arizpe en 1927, encontró en un cofre, amonestaciones de matrimonio elaboradas hacia finales del siglo XVII por el cura de Tayopa, certificando el testimonio de varios “mineros de Tayopa” y que se enteró de que los registros de bautismos de Tayopa se encontraban en Bacadéhuachi. Estos registros dan prueba de que Tayopa fue un campo minero de importancia suficiente como para contar con una iglesia y un  cura. Según Sauer, las violentas incursiones apaches de finales del siglo XVII, pudieron ocasionar el abandono de la mina, la que ubica en algún lugar entre Nácori Chico y Guaynopa.

Britton Davies, un oficial del ejército de los Estados Unidos, liderando tropas en persecución de apaches en 1885 fue a dar a Nacori Chico. Allí encontró según él mismo dice: “una situación curiosa, la población era trescientas y tres almas; pero de estos solamente quince eran adultos varones. Cada familia había perdido a unos o más miembros masculinos en manos de los apaches”. Davies  también escuchó acerca de las minas perdidas de Tayopa. “esa mina le dijeron, era de tal riqueza maravillosa que los pedazos de plata arrancados, tenían que ser cortados en varios pedazos para poder cargarlos en las mulas para ser llevarlos a la costa, para su envío por barco a España”. Davies, sigue diciendo “mi informador, el Presidente Municipal, un hombre de ochenta años, me platicó que su abuelo, que también llegó a ser un hombre muy viejo, trabajó siendo un muchacho en la mina de Tayopa y que ésta estaba situada en las montañas al este de Nácori.




También le platicaron a Davies que una noche, los apaches atacaron el lugar, cuando los hombres se habían ido a una fiesta a un pueblo del río Bavispe, matándolos a todos en el campo, destruyendo las casas y taparon la boca de la mina. También le dijeron que desde Nácori se podía escuchar el tañir de las campanas y el ladrido de los perros de Tayopa. La existencia de campanas en Tayopa parece ser cierta ya que en 1896, fue encontrada una en la frontera con USA, con una inscripción que decía: “TAYOPA, GUAYNOPA, GUAYNOPITA, SONORA. TRES MINERALES DEL MUNDO’. Desgraciadamente esa campana fue fundida después de ser encontrada

Alfonso López Riesgo, en su libro La Maravillosa Tarasca y el Prodigioso Tesoro de Tayopa, describe la expedición realizada en 1927  por un árabe, quién portando un documento que decía que “en la iglesia había enterradas barras de plata con un valor de cien millones de pesos”,  llegó hasta la iglesia de Guadalupe de Tayopa, realizó excavaciones en su interior, pero ante la posibilidad de desatar la furia de los pobladores por la profanación de su templo, rellenó de nuevo las excavaciones y se retiró del lugar, para no volver nunca mas. Testigo de esto fueron don  Aristeo García, Comandante Judicial que escoltó al personaje y el Diputado e, esa época por el Distrito de Sahuaripa, Félix Acuña, Ricardo Félix, Ventura Beltrán y Félix Pérez, éstos últimos provenientes del estado de Chihuahua.

Durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, muchos aventureros buscadores de tesoros, se dieron a la tarea de buscar los tesoros escondidos de la mina de Tayopa, con resultados infructuosos.

Todo parece indicar que la expulsión de los jesuitas en 1767 y los constantes ataques de los apaches bárbaros, ocasionaron que la mina de Tayopa fuera abandonada y su boca tapada, para no ser redescubierta nunca más.  Hoy en día Tayopa es considerada como uno de los tesoros más valiosos del mundo  nunca encontrados.




 

*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.


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