Mamborock: Nuestras leyendas cuentan que fuimos creados con barro

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Por Carlos Sánchez
Ante el sonido del tren como un fondo musical. A un costado del parque, allí donde la alegría de los niños es un eco que canta. La conversación se dispone. En contexto del Festival Kino edición 21, organizado por el Instituto Sonorense de Cultura.

Kathleen Vance y Reuben Naranjo pertenecientes a la comunidad Tohono O’odam forman parte del programa de formación que el festival propone. Sus manos se muestran generosas, ídem sus miradas. Los niños detienen sus pasos para activar la destreza. Tocan la tierra y de pronto el objeto diminuto que construyen es una pequeña olla de barro. La conclusión es una sonrisa imborrable. La tierra cobra trascendencia en sus vidas.




Kathleen Vance se dice agradecida por la inclusión de sus tradiciones, tanto en la construcción de piezas de barro como en la posibilidad de compartir sus tradiciones culinarias. Agradece al antropólogo Alejandro Aguilar Zéleny, esta invitación, así como al Instituto Sonorense de Cultura.

Reuben recuerda que hace algunos años, vino a Magdalena, y muy temprano salió a correr hacia el campo, su sorpresa le hizo sonreír cuando por casualidad descubrió una zona donde hay barro, la tierra que hoy sirvió para enseñar la fabricación de ollas. “Por eso me gusta venir al desierto, porque aquí todo es gratis, y porque es la memoria de nuestros antepasados lo que nosotros traemos dentro.

Ellos nos cuentan su historia con el barro

Reuben advierte que habla español, pero a marcha forzada, porque su idioma ahora es el inglés. Radica en Tucson, Arizona. Amable ofrece su voz para conversar, y traducir las respuestas de su amiga Kathleen. Aquí una conversación de tres.

Reuben y Kahtleen, por favor cuéntenos tu historia con el barro.

Reuben: Empecé a trabajar el barro a los doce años, siempre me sentí atraído, mi abuela hacía ollas, no muy grandes, siempre me metía en lo suyo, hasta que un día se enojó mucho conmigo, así empecé a trabajar el barro. Esto ocurrió en la reserva de nosotros, los Tohono O’odham en el lado americano de Arizona, en la capital que se llama Sells.




Kathleen: Soy mitad Tohono O’odham y mitad apache, por parte de mi papá, yo empecé a trabajar el barro hace como dieciocho años, mi primera maestra fue la madre de otro miembro de la nación, ella se llamaba Alicia Bustamante, ella era de este lado, muy cerca de la frontera, ella era maestra, siempre me estaba regañando, con cariño, como hace un padre con sus hijos, para que yo aprendiera a manejar bien el barro.

El barro es parte de mi forma de ser, de mi personalidad, la semana pasada mi hija me preguntó que si cuándo dejaría de trabajar el barro, mi respuesta fue: nunca jamás, porque trabajar el barro para mí es parte de mi forma de ser, espiritualmente, personalmente.




¿Por qué es un acontecimiento espiritual?

Reuben: Nuestras leyendas cuentan que fuimos creados con barro, arena, agua y fuego. Para nosotros es importante porque estamos hechos de esos materiales.

Kathleen: Entre nosotros, que somos una tribu de 30 mil pobladores, y entre esa población somos cinco quienes trabajamos el barro, antes cada comunidad tenía una persona que fabricaba ollas, entonces para mí es importante traer el barro a otras generaciones, somos claves para abrir una puerta del pasado con el futuro. Para mí las personas más importantes que deben recibir este legado del barro, son mis nietos y bisnietos, porque somos claves del pasado, entrando en el futuro, y continuar haciendo el barro es lo más importante para mí.

Antes la costumbre de cada familia era introducirnos en una ramada que representaba el centro de socialización para convivir, platicar, en esa ramada siempre estaba una olla con agua que compartíamos, y había ollas para hacer la comida, el barro como núcleo de la familia, por eso es la importancia del barro en nuestra cultura.

Hay mucha defunción en nuestra comunidad, y la familia se está rompiendo porque no hay un núcleo como antes lo había, me refiero a ese núcleo que antes fueron las ollas de barro, ahí donde convivíamos, nos peleábamos, incluso, el barro representa la posibilidad de una familia más sólida.




¿Cómo vivieron la experiencia del festival con su participación?

Reuben: Un día es muy corto para enseñar y para aprender a manejar el barro, el aprendizaje lleva meses, yo estoy trabajando desde los doce años. Este espacio es importante para lo que queremos hacer que es enseñar el barro a los demás, somos claves, como ya lo dije, y tenemos la experiencia, la memoria, el apoyo lo tuvimos de nuestros antepasados y nosotros queremos compartir esa experiencia.

Kathleen: Lo más importante de esta experiencia fue el momento en que los niños se acercaron y empezaron a manejar el barro, fue muy divertido. En nuestra cultura se dice que la gente tiene ciertos dones, y trabajar el barro es uno de esos, aunque pasaba mucha gente en este festival, y se acercaban a jugar con el barro, para mí lo más importante de este curso es que por lo menos una persona aprendiera a usar el barro. Y sí sucedió, hubo un señor mestizo, mexicano, que aprendió muy rápido, eso es una alegría para nosotros.




 

http://mamborock.mx


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