Ludibria: Encendida

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Por Ramón I. Martínez
Ramón I. Martínez. La ChicharraDe la búsqueda de las oscuras fuerzas del alma humana, nos da una clara muestra plena de sentido Patricia Gaxiola en su libro de cuentos titulado Encendida, publicado en 2000 por editorial Océano, dentro de su colección El día siguiente.

Dicha búsqueda obedece a un afán de mirar con ojos nuevos las pequeñas tareas cotidianas en contradicción con los grandes conflictos suscitados por la natural tendencia al placer que no logra acallar la represión propia y ajena, léase madres superioras, señores obispos y autoflagelaciones. No se reduce a una serie de historias contadas de manera irreverente, plenas de humor y ocasional doble sentido. Perspectiva mordaz que se rebela a la común tendencia a actuar bajo las formas políticamente correctas.




Encendida escrito por Patricia Gaxiola, hace pensar que la iluminación religiosa arroja más sombras que destellos”, reza elencabezado del pie de imprenta de este libro.

Y tiene mucho de razón, pues al igual que el célebre Nuevo catecismo para indios remisos de Carlos Monsiváis, Encendida muestra más por lo que sugiere que por lo que enuncia directamente, continua tensión entre cubrir y descubrir, pero siempre lejana de la deplorable actitud panfletaria y antieclesiástica propia de la desfasada e intolerante izquierda que plagó a México en los años sesenta del siglo pasado.




Más bien estamos ante una sana actitud exploratoria donde los personajes de los cuentos tienen vida propia, por la que el recurso de los finales inesperados es frecuente, toda vez que el lector queda enganchado por la coloquialidad precisa y ágil que comunica estados de ánimo más que simplemente expresarlos.

Uno de los relatos de Gaxiola que más me hace recordar el citado volumen de Monsiváis, es aquel titulado “Dejar de soñar”, donde con pasmosa facilidad  se exhiben las absurdas contradicciones de una religiosidad presa de la actitud autodenigratoria: la madre que da gracias a Dios por el suicidio de su hijo, en extrañas condiciones que la narradora hace sentir como verosímiles. Compárese este relato con el de Monsiváis donde se nos dibuja a la moraleja en búsqueda de su fábula, o el milagro que esperaba la ocasión de ser enviado del cielo a la tierra. Trastocamiento de los términos de la existencia: qué son los milagros, pretextos para dar gracias, o la gratitud es el pretexto para que surjan milagros.



*Ramón I. Martínez (Hermosillo, 1971) Maestro en Letras Mexicanas por la UNAM, profesor a nivel bachillerato en el Distrito Federal. Ha publicado Cuerpo breve (IPN-Fundación RAF, 2009). Cursa el doctorado en Humanidades en la UAM-Iztapalapa.


– PUBLICIDAD –


 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *