domingo, abril 28, 2024
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La Perinola: Abrir las manos y entregar un sol

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Por Álex Ramírez-Arballo
Cuando enciendo la televisión para enterarme de las noticias o cuando asomo la nariz, así fuera por un momento, en esa corriente de aguas bravas que son las redes sociales, me queda en el cuerpo la sensación de que efectivamente estamos viviendo en el peor de los mundos posibles. Anoche mismo, antes de dormir, trataba de encontrar un poco de fe en mi mundo interior y de pronto me vinieron a la mente unos versos del poeta cubano Nicolás Guillen y que dicen: “Ardió el sol en mis manos, / que es mucho decir;/ ardió el sol en mis manos / y lo repartí/ que es mucho decir”. Entonces me quedó claro que mis temores eran del todo infundados: la oscuridad que por momentos se cierne sobre nosotros no es definitiva ni su poder es absoluto; basta que hurguemos un poco en nosotros, que avivemos las brasas de nuestro espíritu para que de nuevo a cuenta ese sol con el que todos hemos nacido se avive y comience a ofrecer sus destellos de esperanza. 

A mí me parece que lo verdaderamente trágico en este mundo no son los planes siniestros de los perversos, ni siquiera la idiotez de quienes atestiguando la injusticia se hacen los disimulados para evitar problemas, lo verdaderamente trágico es la pereza de los cínicos, la apatía de quienes contemplan los abusos de los más crueles y asumen en ello una expresión inevitable de la  naturaleza humana, como tantas veces se repite por aquí y por allá; se equivocan terriblemente y deben pagar por sus omisiones. Si bien es cierto los seres humanos somos imperfectos y propendemos a los desvíos, no menos cierto es que esa naturaleza humana cristaliza también en enormes actos de generosid ad y entrega sin los cuales nuestra civilización humana hubiera desaparecido de la faz de la tierra hace mucho.




Solamente quien se dispone a vivir con todas sus fuerzas es capaz de llevar un sol entre las manos y es capaz también de entregarlo a los demás sin menoscabo alguno de su tesoro. Estoy hablando del amor, por si no ha quedado claro, del amor y la pasión, de la alegría cotidiana de este milagro que se nos entrega diariamente en las calles y avenidas de la ciudad o en la mesa de la casa, o en la misma intimidad de nuestros pensamientos. 

Te voy a decir algo, esta luz es contagiosa y a poco que uno repara en ella, uno también comienza a iluminarse poco a poco con los colores de la esperanza. No entender estas cosas que digo –gracias al Guillén cubano- es caminar por el mundo con el alma llena de derrumbes y muerte. 

No voy a negar la maldad del mundo, pero lo que no voy a hacer jamás es usarla como excusa de mis pereza, mi egoísmo y mi falta de solidaridad con los demás.



 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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