domingo, mayo 19, 2024
ColaboraciónColumnaMamborockOpinión

Mamborock: Por ese espíritu de encontrarnos

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Por Carlos Sánchez
Todos los caminos le llevan al escenario: dirige, actúa. Desde sus primeros pasos, cuando en la infancia miraba a su padre en escena. Cuando el trabajo de diario era –sigue siendo– la actuación.

A veces canta. Otra de sus vocaciones: escribir canciones, interpretarlas. Pero lo suyo, la pasión más grande, a confesión de su parte, es el teatro. No se miente, solo se convierte en inercia y fluye.

Paulo Sergio Galindo es parte fundamental de la Compañía Juílas Teatro (sucesora de la Compañía Teatral del Norte). Hoy es protagonista de la Muestra Estatal de Teatro 2017, que coordina el Instituto Sonorense de Cultura.

No ser si no parecer, de la autoría de Sergio Galindo, es la obra con la que se abre el telón. Paulo Sergio dirige.




—Paulo, ¿qué es lo que te sedujo del texto No ser sino parecer para decidir su montaje?

—Varios factores, de entrada, saber que es un texto de mi padre (Sergio Galindo) le da un atractivo interesante para mí. Además de su hijo y su alumno, también he sido su admirador. He seguido y he tenido la fortuna de atender toda su trayectoria y su dramaturgia; siempre me ha llamado mucho la atención la manera en la que crea estos universos fantásticos de personajes, y en el caso de No ser sino parecer, que es la primera parte de una trilogía donde empieza a crear un nuevo universo, me atraía mucho la idea de ser el arranque, de plantear un universo no solo para esta obra sino para las otras dos partes de la trilogía.

El verso, desde luego, el lenguaje, la musicalidad. Yo aprendí de mi padre algo que me gusta mucho usar en mis montajes que es la parte musical del texto. Eso, al ser en verso, más el lenguaje sonorense, le da una musicalidad muy particular que me atrae mucho. Eso por un lado y por otro lado el sentido del humor y el sentido de la comedia que tiene mi papá y que me ha gustado mucho siempre. Y la temática de la obra: hablar sobre política en estos tiempos, que ya lo había hecho antes en mi teatro, pero ahora con política y en verso y en la sierra de Sonora, con ese sentido del humor, me parece un cosmos muy particular que abre la opción a la universalidad de hablar de la política del mundo.

—¿Quiénes integran el reparto?

—En el reparto está Sergio Galindo, mi papá, con el personaje del actor. Está por otro lado un joven intérprete que se incorporó a la compañía a partir de este montaje y que ahora sigue con nosotros en Juílas Teatro, que es Saúl Barrios, un chico muy talentoso que conocí haciendo un taller y me gustó mucho su trabajo, y la verdad es que en No ser sino parecer ha estado haciendo un trabajo admirable; el público lo ha recibido muy bien. Está Francisco Verú, que para mí es uno de los mejores actores que tiene este país, hoy por hoy; donde lo pongas es genial. En la comedia, en lo que lo pongas a hacer. En los personajes sonorenses se entiende muy bien pues tiene un gran bagaje de lo que son estas persalidades y tiene un gran sentido del humor. Con el otro personaje, Augusto, que es el asistente del actor, estoy yo ahora dentro del reparto.

—Dirigir y actuar.

—Dirigir y actuar. En esta ocasión fue más sencillo porque cuando monté la obra lo hice con otro actor, con Dettmar Yáñez, quien estrenó e hizo la temporada. Dettmar se regresó a Ciudad de México a seguir trabajando en su carrera de actor y entonces entré yo: quién mejor que el director, además que soy actor y entiendo cómo funciona todo y ya he estado haciendo algunas funciones en gira; ahora me tocará presentarla en Hermosillo.

—¿Qué importancia tiene para el teatro la existencia de las muestras de teatro, y en este caso la Muestra Estatal en Sonora?

—Me parece que es un ejercicio necesario, interesante. Pensar una muestra, digamos ahora la nueva versión de la Muestra que tiene tintes de concurso, me parece que tendría que quedar un poco a segundo término y hablar de una muestra como eso, como una muestra de teatro no solo para el espectador, sino como una invitación a reflexionar sobre los que hacemos el teatro, el vernos, encontrarnos en las tablas compartiendo escenario una semana y compartiendo espectadores y pensar y reflexionar en lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, de qué estamos hablando en el teatro sonorense, cuáles son nuestras visiones plásticas, discursivas sobre lo que estamos haciendo. Una muestra de teatro tendría que tener ese espíritu de encontrarnos sobre el escenario y de entendernos mejor, empezar a comunicarnos y saber en qué punto estamos no solo en referencia al teatro nacional sino en referencia a nosotros mismos.

—¿Tú estás por un arte con compromiso, un teatro que plantee la realidad o igual pudieras hacer un teatro que ni tenga nada qué ver con lo que nos ocurre?

—Lo que he venido haciendo y lo que estamos haciendo ahora en la compañía es justamente hablar de nuestro contexto, de nuestra vida, si no, para mí, para los que conformamos la compañía, el teatro pierde todo sentido. No somos solo un entretenimiento, que estoy convencido que sí lo somos, pero también hay un fondo. Para mí, lo que más he hecho es la comedia, la comedia hueca, sin discurso, sin un fondo, sin una crítica, pues no tiene mucho sentido. Yo siempre he visto el teatro como una manera de expresión, digamos es mi vía de manifestación en donde puedo gritar las cosas con las que no estoy conforme, las cosas que me gustan y las que no, es una manera de desahogo en muchos aspectos de la vida, tanto la crítica social y política, la autocrítica. Me parece que el teatro tiene que tener ese fondo, si no, la verdad no le encuentro sentido.

—Si tienes una plataforma ya sólida para hacer teatro en el centro del país, donde estudiaste, ¿por qué regresar a Hermosillo?

—Son varias razones. Después de estar casi quince años en Ciudad de México, trabajando allá –y esto va muy ligado a tu pregunta anterior–,  porque: ¿a quién le estoy hablando como artista, como actor, como creador de teatro? Ciudad de México se ha vuelto una urbe tan diversa en todos los sentidos que es muy difícil encontrar a tu espectador. Es decir, cuál es el espectador que me interesa, quién me importa que me escuche. Y lo que le ha pasado a la capital del país, desde mi punto de vista, el teatro que busca el encontrarse con un espectador y decir cosas, se ha vuelto teatro para los teatreros. Entonces no llegas en verdad al público: te interesa hacer una crítica social a través de una obra, pero haces una crítica social hablándole a tu par y tu par ya sabe lo que le estás contando. Y se forma un círculo que se vuelve vago, se queda en el aire, una discusión entre lo que opinamos lo mismo no es una discusión.

La ciudad de Hermosillo tiene muchas ventajas. En primer lugar, el que mi papá ha llevado ya veintidós años en la parte más complicada de crear una compañía, que es la de crear a su espectador. Está compañía ya tiene sus espectadores y encuentran una línea discursiva en lo que mi papá ha venido haciendo. Eso, por un lado, es interesante, y encontrarme yo más joven con ese espectador y descubrir la manera de pasar ese discurso, y no solo eso, sino empezar a generar un público nuevo, un espectador que, dada las condiciones de la ciudad más pequeña, de más fácil acceso, se vuelve más sencillo el poder acercarse a él, invitarlo al teatro.

 

 Foto: Juan Casanova




 

http://mamborock.mx


– PUBLICIDAD –


 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *