viernes, diciembre 5, 2025
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Espejo desenterrado: Sí hay esperanza, Luis Donaldo

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Por Karla Valenzuela
Era una tarde cualquiera, de ésas en las que una estaba sentada en una de las barditas de los arcos de la escuela de Letras, cuando Fernando llegó a darnos la noticia: Habían asesinado a Luis Donaldo Colosio Murrieta, entonces candidato de la Presidencia de México, magdalenense conocido no sólo por su trayectoria dentro de la política, sino porque pertenecía a una familia que era sobresaliente en esos lares. Era la esperanza de Sonora, quien sabe si de todo el país, pero por lo menos de los sonorenses y más aún de los oriundos de Magdalena. Después del padre Kino y de sus restos que fueron hallados en ese municipio, Colosio era el más célebre personaje , pero la ilusión ahí quedó. Después de eso vino la desesperanza y la tristeza, muchas veces, hasta llegar al llanto.

Yo, en ese entonces de apenas una veintena de años de vida, y magdalenense, me mantuve al margen de la situación y del sentimentalismo que rodeó la muerte de Colosio. Sólo después manifesté mi indignación respecto a que la calle Cucurpe -llamada así porque va y da hasta ese pueblo- se llamara luego Diana Laura Riojas de Colosio.

También más tarde vería el caos en que se convirtió el país envuelto en matazón. Entre Chiapas y los llamados “magnicidios”, había mucho qué pensar y bastante por qué sentirse conmovido.

Ahora, tras 23 años de ese 23 de marzo, la historia no ha cambiado mucho. México sigue igual o más conmocionado, tambaleante, desinformado y, por supuesto, mal informado.

Hoy ya no hay ídolos, por lo menos no uno solo, y todo se pone en duda, no porque estemos buscando la verdad, sino porque ya no creemos en nada, y en esa desesperación, la apatía tuvo que llegar y hacer de las suyas.

Esta vez ya no hay una sola justicia, sino la justicia de cada quien y ésta se ha confundido con buscar el bien personal.

Sólo basta salir a las calles y transitar en el automóvil para darnos cuenta: gente que viene y va, que se mete a un carril sin avisar, sin ninguna clase de cortesía;  gente que acelera únicamente para que no sea tú el primero en llegar al semáforo, automovilistas que se impactan brutalmente con otro carro y  ni siquiera se detienen a ver qué paso y a saldar sus cuentas pendientes.

Únicamente basta recordar a las madres de familia que van y dejan a sus hijos a diario a la escuela para que los eduquen pero van en el auto gritándole al de enseguida una serie de improperios que -de veras- dan al traste a la educación de sus hijos.

Gente tirando basura aquí y allá, estacionándose en donde no debe y como no debe, levantando la voz en su trabajo, exigiendo derechos que quién sabe si se han ganado.

Hoy ya no hay mucha esperanza. Y antes era igual, pero era menos. La rebeldía, el caos, llegó a una máxima expresión que ahora la justicia que siempre debemos perseguir es mal entendida y, por supuesto, olvidada.

Es cierto, nada tiene qué ver nuestro comportamiento actual con la muerte de Luis Donaldo Colosio, pero al igual que nos preguntamos qué hubiera pasado si él estuviera vivo, si hubiera llegado a ser presidente, también debemos cuestionarnos a diario qué pasaría si nosotros cada día fuéramos mejores personas.

Colosio era una gente como cualquiera, sólo que muchos pensaban que podía hacer las cosas distintas. Hagámoslas pues nosotros y no esperemos a que la corrupción o los malos manejos de quienes gobiernan acaben; somos nosotros, con el ejemplo, quienes impulsaremos mejores hombres y mujeres cada día y entonces quizás sí, todo sea mejor.

 

 

 

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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Un comentario en "Espejo desenterrado: Sí hay esperanza, Luis Donaldo"

  • Así es Karlita …somos nosotros quienes habremos de cambiar…si cada ciudadano hiciéramos lo conducente,otro gallo nos cantara…felicidades Yuyi

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