sábado, abril 20, 2024
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Imágenes urbanas: ¡OTRA VEZ HABLANDO SOLO, JOEEEL!

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
Las moscas lo traían loco, le daba coraje verlas gordas, buscando dónde parasitar pero sobre todo en él, en su cuello, cara y brazos.

Era un lote de la periferia, con solo un cuarto al filo de la calle separados tan solo por el alambrado, el lavadero donde fregaba los trastes y lavaba la ropa también. Hacía unos meses que había llegado al barrio y poco a poco, las compras en el abarrotes, carnicería y tortillería, lo habían ido relacionando con los vecinos quienes, cada vez con más confianza y que lo escuchaban hablando solo frente al lavadero, le gritaban al pasar: “¡Otra vez hablando solo, Joeeel!”.

Y es que últimamente, sin darse cuenta, sus pensamientos se transformaban en palabras y lo peor, hasta movía las manos y hacía gestos como si realmente estuviera hablando con alguien… con ella.

Pero no era el único, a sus demás amigos recién divorciados  también los había visto platicando con fantasmas por las calles, solo que él había descubierto una treta y cuando sentía que la gente se le quedaba viendo porque ya estaba hablando solo y hasta con mímica, empezaba a alzar la voz y le daba tonada, como si estuviera cantando una canción.

Hasta llegó a pensar en ir con un psicólogo o un psiquiatra, pero se abstuvo cuando en alguna parte leyó que: Sólo se habla solo por una mujer. Entonces pensó que lo suyo era normal, que con el tiempo pasaría.

Y así fue que el sábado pasado le tocó limpieza general y desde muy temprano estuvo en el lavadero, y desde muy temprano sus pensamientos se hicieron voz para ser escuchada por cuanto pasaba por allí:

“Tú tuviste la culpa, tú eres la responsable de lo que pasó, yo te decía que no trabajaras, que con lo que yo ganaba podíamos llevarla bien pero no, tú y tus ideas de mujer autosuficiente, de mujer liberal. Entrabas y salías de la casa a la hora que te daba la gana, luego tus dizque compañeros de trabajo que te hablaban a cada rato por teléfono, a veces hasta en la madrugada”.

Y el transeúnte impertinente: “¡Otra vez hablando solo, Joeeel!”.

Con movimientos bruscos se espantaba las moscas:

“Si bien se dice que la confianza solo se pierde una vez, y no me importa que te hayas quedado con la casa y con los niños, total, lo peor que me pudo haber pasado es que recobré mi libertad. Pero he de verte arrastrándote, pidiéndome que vuelva”.

“¡Otra vez hablando solo, Joeeel!”.

“Y ni pienses que cuando se te hayan acabado las pilas y que estés toda acabada, toda chora, vas a volver pensando que te voy a recibir como si fueras el gran Premio Mayor ¡Nigüas! A ver si entonces te responden tus amigotes y amigotas que te decían que no me hicieras caso, que la época de los cavernícolas, de los machistas, había quedado atrás ¡No señora, ni pienses que a mí me van a tocar los pellejos!”.

“¡Otra vez hablando solo, Joeeel!”.

Cuando terminó de lavar siguió con el barrido, trapeado y sacudido del cuarto, al final se dio cuenta que las moscas se habían posesionado de la vivienda. Después de matarlas con el matamoscas procedió a recogerlas, utilizando para tal efecto un citatorio de Hacienda de cuando registraron el abarrote de su casa, esto como último recurso para que ella no se fuera a la calle, cosa que tampoco dio resultado.

Salió del cuarto a tirar las moscas:

“¡Cómo iba a dar resultado el changarro, si tú lo que querías era andar en la calle dándote la gran vida, aaah pero cómo voy a gozar al rato que me veas feliz con otra mientras que a ti te carcome la soledad, porque esto no se acaba hasta que se acaba!”.

Y nuevamente el transeúnte impertinente: “¡Otra vez hablando solo, Joeeeeeel!”

 

 

*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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Un comentario en "Imágenes urbanas: ¡OTRA VEZ HABLANDO SOLO, JOEEEL!"

  • Me gustó este texto de José Luis Barragán. Muy bien trabajado. Aborda asuntos que otros, por temor a ofendera a las mujeres modernas, no los tocan de esa forma. Felicidades.

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