viernes, abril 19, 2024
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Espejo desenterrado: Sólo hay una blasfemia

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Por Karla Valenzuela
Según la Real Academia de la Lengua, la palabra “Blasfemia” significa “Palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado” o “Palabra o expresión gravemente injuriosas contra alguien o algo”. A este grado, yo creo que todos alguna vez hemos lanzado una injuria hasta porque el calor no se acaba o hasta porque el clima ya cambió. Luego, tenemos todo el derecho de ¿celebrar? hoy el Día Internacional del Derecho a la Blasfemia. Sí, así como lo lee, hace siete años, el Center for Inquiry una organización “dedicada a promover la ciencia, la razón, la libertad de investigación y los valores humanistas”, instauró esta fecha tan sólo por el derecho a algo que hacen llamar ¿librepensamiento?, así junto, como si – en efecto- fuera una palabra cuando son dos.

Lo cierto es que me resulta increíble que aún a estas alturas se dediquen días del año a ensalzar cuestiones que, por mucho, resultan negativas. Si bien es cierto que todos tenemos derecho a expresarnos, la blasfemia en sí, por mero concepto, es ya una ofensa, incluso, que se puede revertir contra aquellos que luchan por defenderla, porque –mire usted- ¿qué pasaría si yo o algún otro osado se levantara en contra de aquellos defensores blasfémicos?, ¿no sería eso una injuria para ellos?

Ya lo decía Benito Juárez y quizás es algo de lo más lúcido que ha dicho un presidente de México: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Así que propongo que en vez de utilizar nuestra vida en sentimientos y emociones negativas que transgreden cualquier sentido de civilidad, utilicemos -ahora sí- nuestro libre pensamiento, que los éticos llamarían justamente “libre albedrío” para vivir nuestra vida como mejor nos plazca, pero sin golpear a los demás. La blasfemia en cualquier tenor, incluyendo el religioso, representa no un acto de rebeldía, sino una incapacidad inaudita de formular argumentos. Defender el hecho al “librepensamiento” (de nuevo, así pegado), no es lo mismo que resaltar la necesidad de ejercer libertad de expresión.

En efecto, como decía el buen José Ortega y Gasset, en el mundo hay muchas cosas que “saben a blasfemia”, y entonces que necesidad hay de abanderar una causa que ya se por sí sucede, que como decía Robert G. Ingersoll: “Sólo hay una blasfemia, que es la injusticia” y eso nadie lo puede negar.

 

 

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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