domingo, abril 28, 2024
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La perinola: Siete años de dolor

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Por: Álex Ramírez-Arballo
Álex Ramírez-Arballo, La ChicharraConversaba ayer con Julio César Márquez, que muchos de nosotros conocemos debido a los desgraciados eventos de la guardería ABC del año 2009. Recordábamos una larga, una larguísima conversación que sostuvimos hace algunos años y de la que se originó una crónica titulada El día que no debió de ser jamás, que viene incluida, por cierto, en mi más reciente libro; el caso es que el bueno de Julio me dijo: “Te conté cosas que no le había contado a nadie”. La verdad es que aquella experiencia de diálogo, en la que fui sobre todo alguien que atendía con el corazón, fue sumamente iluminadora y dolorosa. El drama humano implícito en el incendio del galerón de la colonia i griega y su funesto desenlace no sólo se ha quedado para siempre en la memoria de los sonorenses sino que además, me atrevo a decirlo así, ha modificado la forma en que nos vemos a nosotros mismos como sociedad.

Más allá de las implicaciones políticas, legales o sociales de tal evento, lo que yo buscaba al escribir esa crónica era conocer detalles de la vida cotidiana, de las relaciones y juegos interpersonales de una familia a la que le fue amputado uno de sus miembros, el pequeño Yeyé. Lo que descubrí me sacudió por entero, me hizo llorar y, sobre todo, me hizo reconocer el gran poder del espíritu humano para enfrentar adversidades.

Cuando estamos hechos polvo siempre podemos levantarnos, siempre podemos transformar el absurdo del sufrimiento en posibilidad y esperanza.

Lo que me queda entre las manos es una profunda conciencia del valor de la vida humana. Muchas veces, atrapados por las redes de obligaciones y ambiciones diarias, las personas damos por sentado que estamos vivos, que nuestro mundo es inmutable, que nada malo o trágico nos puede pasar: esto es mentira. Saber que la vida es frágil y fugitiva nos debe hacer apreciarla más, y no desde un punto de vista egoísta, como si se tratara de un pastel que debemos comernos solos. La vida es rica porque se comparte, porque amamos y somos amados, que no se nos olvide.

Desde esta humilde tribuna mi recuerdo de todo lo vivido aquel 2009, de los 49 niños fallecidos y de todos los que aún arrastran secuelas en su cuerpo y su alma. Paz para sus corazones.

 

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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