Die Woestyn: ¿Qué es más sagrado, el esperma o la vida?

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Por Alí Zamora
Hace poco, en clase, aprendiendo sobre monólogos, silogismos, figuras patéticas y demás, leí un ensayo de Rosario Castellanos que, a pesar de haber sido escrito hace más de treinta años, parece referirse a fecha y hora, donde tanto vitriolo corre de lado a lado respecto a los derechos de la mujer y la vida.

“Y las madres ¿qué opinan?”
Para los que no lo han leído, y para quienes paralelo a leer esto decidieron buscar el título del ensayo (Oh, San Google del Valle de Silicón apiádate de nosotros, los ignaros nefandos) e instantáneamente no leerlo al ver su extensión, la autora expone ideas respecto al control de natalidad desde el punto de vista sociológico, económico, sicológico, religioso, natural y matemático:

¿Habrá más pobreza con mayor población, o menor capital con una menor población y menor fuerza laboral?

¿La conciencia grupal de un país o sociedad será la misma o cambiaría con una fluctuación en el número de población?

¿Serán respetadas las leyes respecto al control de natalidad en lugares donde el entorno cultural referente a la maternidad no es el de una sociedad progresiva?

Rosario Castellanos no da respuestas directas a esas preguntas. El propósito de un ensayo, de acuerdo a la Dra. Estévez, mi maestra, es definido por el tipo de ensayo que el autor decide escribir: poético, dramático o ensayístico; es decir, una meditación, una historia que intenta conectar con el lector involucrándolo en la narración o un intento de persuadir la mente del lector de una u otra manera con datos y citas textuales.

Yo tengo una opinión personal respecto a los derechos de las mujeres y tenía dicha opinión antes de leer el ensayo de marras, por lo que no puedo decir que las ideas postuladas me impactaron sobre manera; sin embargo, el hecho de que varios de los puntos tocados por la autora sigan siendo temas de controversia en estas fechas, año 2015 de la Era Común, me produce un malestar en el núcleo de mi ser de esos que anda uno arrastrando por días y negando cada vez que alguien pregunta “¿qué tienes?” (Nada, todo bien).

Esto por varias razones, pero las principales son dos: la primera es que yo fui criado en un ambiente dominado por el sexo femenino. Mi padre (como muchos hombres de su generación, para bien o para mal) fungió como “el proveedor” durante la mayor parte de mi infancia, mientras las fuertes y seguras manos de mi madre, mis tías, mi tía abuela y mi abuela nos encaminaban por la vida a mis hermanas y a mí.

Pero por más fuerza y seguridad que quiera uno presentar ante la vida, las cosas que los hombres son capaces de hacer sufrir a las mujeres me hacen sentir vergüenza: “No se haga, señora, no le pasó nada al carro” (Ta weno: nomás le chocó el Hondita a mi mamá con su RAM sin poner la direccional y se dio a la fuga por lo que en aquél entonces era el boulevard Colosio rumbo al Periférico, querido señor con botas), “Hágase para allá, vieja, aquí no hay espacio” (Ah… ok, es que como estamos en el concierto de Maná al aire libre, mi tía abuela pensó que como era admisión general se podía hacer a la izquierda, siendo que usted y sus compas están ahí tirados en el piso nomás), “A mí no me diga nada y espere su turno” (Muchísimas gracias por su atención y servicio, mi querido señor policía barrigón, ya sabemos a quién acudir cuando mi madre necesite que le falten al respeto otra vez, a pesar de que justicia es lo que ella viene a buscar de usted y los suyos)… En fin, cosas que ve uno de niño y no se puede sacar de la memoria por más que quiera.

Y esos mismos recuerdos me llevan a la segunda razón.

Yo quiero, junto con mi esposa amada, ser padre de familia; y le he confesado a ella (y por medio de la presente a todo el que lea estas letras) que, más allá del obligatorio deseo de “no importa si es niño o niña, siempre y cuando nazca con bien”, yo si deseo con fervor una hija.

Me parece que existen tantas cosas que podría enseñarle: desde la incursiones romanas a la isla británica, pasando por la menstruación y su significado a nivel cultural en distintas áreas del globo terráqueo, hasta llegar al mantenimiento básico (basiquísimo) de un automóvil, y, citando a Borges, “al cabo de los años, si los astros son propicios”, quizás despertar el interés en ella por el deporte más hermoso del mundo, como diría Diego Balado, comentarista de Univisión, y la posibilidad de jugar en la mejor selección nacional de futbol asociación femenil: el equipo de las barras y las estrellas (¡U-S-A! ¡U-S-A! #SheBelieves #IBelieveThatWeWillWin #HopeForSolo).

En los Estados Unidos, durante la mayor parte del pasado año (arrastrándose al presente) existió una controversia videográfica que, dependiendo de que lado del pasillo se observe, da municiones verbales para los dos bandos involucrados que epidérmicamente se identifican como Pro-Choice (Pro-Decisión) o Pro-Life (Pro-Vida). Los primeros abogan por la libertad de una mujer de tomar las decisiones respecto a su cuerpo sin la intervención de terceras personas o una interferencia burocrática diseñada a complicar la decisión de tener un aborto (o cualquier procedimiento referente a su salud reproductiva, sexual o general), mientras que los segundos indican que toda vida debe ser protegida y buscan restringir el acceso de una mujer a los abortos (y para qué nos hacemos: básicamente buscan ilegalizar ese procedimiento en el país).

Yo no estoy de acuerdo con el grupo Pro-Vida (oh, sorpresa de las sorpresas) por varias razones. Pero el cinismo de muchas propuestas de ley que buscan criminalizar a doctores por proveer un aborto o a madres por buscarlo es incongruente cuando un montón de viejitos carcamanes fosilizados en sus puestos de senador estatal son los que escriben esas propuestas citando la Biblia e inspiración divina. Pero no les vayas a decir que de igual manera el acto de masturbación y subsecuente eyaculación masculina podría criminalizarse de igual manera bajo preceptos bíblicos al desperdiciar la semilla de la vida. Y si no me creen, pueden referirse a Every Sperm is Sacred (Cada esperma es sagrado), de la película Monty Python’s The Meaning of Life.

Pero no, por favor, no les digan, porque se enojan.

La evidencia videográfica a la que hice referencia son conversaciones entre un hombre encubierto (quien en realidad es una figura reconocida en el movimiento Pro-Vida) y agentes y trabajadores de las clínicas de Planned Parenthood, organización de cuidado de salud reproductiva a nivel nacional (e internacional pero este detalle es siempre convenientemente omitido) donde se discuten procedimientos de aborto y la situación hipotética de cultivar células madre y venta de tejido fetal a organizaciones científicas para investigación.

El gobierno federal en los Estados Unidos da capital a esta organización siempre y cuando se mantenga dentro de ciertos parámetros, uno de ellos es no tomar parte en el cultivo y/o venta de células madre y/o tejido fetal, cosa que Planned Parenthood no hace, pero los videos fueron editados de tal manera que las personas grabadas (en secreto, sin su consentimiento) parecen admitir que toman parte en esa práctica.

En otras palabras, son videos arreglados para adecuarse a un fin. Pero no le digan eso a una tal Carly Fiorina, actual pre-candidata del bando republicano (los conservadores de la derecha), quien se ha colgado los videos al cuello como su estandarte de: “por qué debo ser candidata y futura presidente del país”.

Puedo entender que hoy en día siguen existiendo personas religiosas (casuales o fervientes) que buscan vivir sus vidas con base en los preceptos que indican sus biblias o pastores o padres o rabinos o consejeros o monjes, e ignorar el mundo alrededor y las visiones progresivas, al igual que desean ignorar la ciencia sin importar la evidencia que se pueda mostrar para respaldar nuevas premisas (recordemos: año 2015 E.C.). Y si así es como deseas vivir, pues adelante, atente a tus consecuencias, yo no voy a buscar cambiar tus ideas, pero recordemos que yo no busco que me las cambien a mí, y muchos otros no buscan que sus visiones sean cambiadas.

Lamentablemente, como la señora Fiorina hay muchas personas que no dejan en paz a quienes simplemente quieren tener el poder de decidir. Así de sencillo. Ese bando de personas olvida que ser Pro-Decisión significa eso mismo, no significa que buscas formar el comando aborto para llegar a todos los hogares donde residan mujeres embarazadas y forzarles ese devastante procedimiento.

Pero si a ese grupo personas se les dice eso, su respuesta es automática “¿quién defiende a los bebés que no han nacido?” y “¡pues tu mamá no pensaba así ya que te tuvo a ti!”. En primera, no hay bebés no nacidos, se le llaman fetos; y en segunda, no es justo hablar por mi madre sobre las ideas o no que ella tiene o tuvo, ni por ninguna otra madre. En lo particular, si mi progenitora decidió dejar su carrera y tener tres hijos, fue porque ella tomó esa decisión, no por que un congresista remoto pasó una ley prohibiéndole a ella tomar sus decisiones y forzándole una maternidad no tomada por decisión propia.

Y si son tan Pro-Vida, entonces ¿por qué cuando esa mujer que me dio la vida a mí necesitaba ayuda buscando un balance frágil entre casa, matrimonio, hijos y trabajo, no existió ayuda alguna, no existió mano alguna que dijera: “Aquí estamos pa’ que no esté tan dura la tirada”?

¿Por qué cuando esas mujeres, usualmente de bajos recursos, les es arrebatado el derecho a la decisión, se les recrimina tener hijos que no pueden costear o se les recrimina buscar asistencia cuando tienen que hacerse cargo ahora de sus vidas y de una nueva vida?

Dime tú, madre adolescente que conozco del trabajo o futura madre aún no casada que es clienta de mi esposa, ¿es eso también parte de tu Biblia? Porque hay muchas otras partes que omites cuando seleccionas esos pasajes para “demostrar” que el aborto está mal y es pecado (Deuteronomio 23:2 “Ningún bastardo entrará en la asamblea del señor, ninguno de sus descendientes, aun hasta la décima generación, entrará en la asamblea del señor” Aquí nomas os dejo esas líneas).

Es muy cínico decir que buscas proteger la vida cuando lo único que buscas es prevenir los abortos. La vida no termina al nacimiento, si de verdad quieres proteger la vida piensa en los costos siempre crecientes de la educación, propiedades y utilidades en áreas metropolitanas, y las finanzas diametralmente opuestas en las áreas rurales, las sentencias no balanceadas en un sistema criminal que necesita ser reformado, las discrepancias salariales nacidas en raza y sexo, y la idea de muchos grupos radicales que un futuro óptimo no puede ser compartido por personas de distintos grupos étnicos, sociales y/o religiosos (dícese, el fin último de una sociedad progresiva, en supuesto).

Un tema de esta magnitud no es tan simple como “o estás con nosotros o estás en nuestra contra”, por más que la señora Fiorina y tantas otras personas lo vean así. Tampoco puede uno lavarse las manos tan fácilmente (Poncio, ¿quiuvas, carnal?) diciendo por un lado “es que los extremistas musulmanes atacan porque escuchan diatribas llenas de odio contra los americanos”, y por otro “no hay conexión que las críticas a Planned Parenthood tienen que ver con el tiroteo a una clínica de Planned Parenthood en el estado de Colorado”, por más que el perpetrador dijo a los oficiales no more dead babies (no más bebés muertos).

Hipotéticamente podría ser como dijo la señora Castellanos en su ensayo: a final de cuentas, si la maternidad depende exclusivamente de la mujer, individual como individuo, ella debería ser quien tiene la última palabra respecto al asunto.

Pero lamentablemente, futura hija mía, este es un tema que va a dar mucho más de que hablar, y lo único que puedo asegurarte es que yo no me entrometeré ni trataré de entorpecer las decisiones que, a final de cuentas, afectan más a un individuo en particular que a la bola de latosos que dicen: “pues yo ya sé tu opinión”. Bien por eso.

 

http://www.msn.com/en-us/news/politics/fiorina-gets-heated-over-planned-parenthood/vi-AAghYw8

 

 

 

El Alí. No soy de donde vivo, ni vivo de donde soy; pero si pienso lo que digo, puedo decir lo que pienso.


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