Celuloide: One piece
Por Jesús Ricardo Félix
No sé cuándo comenzó ni mucho menos hasta donde va llegar pero lo cierto es que el auge que está teniendo el anime alrededor del mundo es digno de analizarse. Series como Naruto, Death Note u One Punch Man son prueba del terreno que ha ido ganando el formato con el paso del tiempo. Incluso el estigma que prevalecía sobre los fanáticos del anime se ha ido diluyendo, y es que hoy en día no se necesita ser “friki” u “otaku” para consumir los productos del llamado anime. Formatos como el manga (el comic japonés) no puede presumir del mismo auge aunque también ha ido creciendo y ha dado pie a varios de los animes aquí mencionados. Ya sea que se trate de una moda pasajera o un éxito en ascenso las plataformas como Netflix, se han metido de lleno en la lucha por apropiarse de algunas de los animes más populares. Es por eso que en este fin de semana hablaremos sobre la más reciente apuesta dentro de este popular género: One Piece.
One piece es una serie de televisión basada en el manga homónimo del japonés Eiichirō Oda, autor galardonado por producir la mayor cantidad de copias en el mundo sobre el mismo comic.
La serie se estrenó apenas el pasado 31 de agosto llegando a recibir buenas críticas de parte de la audiencia y demandando al poco tiempo la producción de una segunda temporada. Usualmente cuando un manga exitoso, es llevado a la pantalla sus seguidores desaprueban el resultado final, no es el caso de One piece, pues al parecer sus lectores ya le han dado el visto bueno. Debido a la extensa cantidad de episodios de la historia original, tal vez podríamos de hablar de un homenaje o acaso una adaptación planeada para atraer al consumidor occidental.
La primera característica que distingue a la producción es que reúne a un equipo multicultural con directores de origen africano, británico, canadiense, norteamericano. Después un elenco conformado por actores mexicanos, británicos, australianos, jamaiquinos, estadounidenses y japoneses. Esto va acorde a la propuesta original ya que en la obra de Eiichirō Oda los personajes tienen rasgos provenientes de todas partes del mundo.
La producción narra las aventuras de un grupo de piratas conocidos como Los piratas del sombrero de paja. liderados por su capitán Monkey D. Luffy, interpretado por Iñaki Godoy. El mito refiere que Eiichirō Oda al ver al actor mexicano le dijo: “yo te dibuje”. La actriz norteamericana Emily Rudd le da vida a la enigmática Nami, la navegante del equipo, el japonés Mackenyu personifica al espadachín Roronoa Zoro, que sueña con ser el mejor peleador del mundo. El jamaiquino Jacob Romero Gibson le da vida a Usopp, un mentiroso compulsivo que tiene espíritu aventurero, y por último el actor español Taz Skylar personifica a Sanji, un cocinero que se la da de galán, mismo que sueña con encontrar el mar All Blue. Juntos navegan en busca del One Piece un mítico tesoro que supuestamente convertiría a Luffy en el rey de los piratas.
Tomando en cuenta el fracaso de animes tan exitosos como Dragon ball, al tratar de ser llevados a la pantalla uno se pregunta ¿Qué es lo que hace que One piece supere a series como Stranger Things y Wednesday? Para empezar porque logra adaptarse al formato de live action sin perder la esencia del concepto original. Segundo porque, como ya se mencionó, el talento del que se apoya para darle vida proviene de todas partes del mundo. Tercero porque a pesar de que mantiene un tono fantasioso, que en ocasiones puede ser considerado infantil, también combina acción y algo de drama para atraer audiencia de otras edades. Cuarto porque los villanos imaginados por su creador son potenciados con altas dosis de carisma y rareza, que le da un toque extra en el resultado final.
En conclusión creo que la serie se ha ganado el derecho a una segunda temporada en base a una propuesta sólida con toques de originalidad y rareza que a la vez se apega a la obra original de Eiichirō Oda.