Tuercas y tornillos: La marcha a favor del INE y la cuarta transformación
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
El domingo 26 de febrero tuvo lugar una marcha que tenía como objetivo mostrar apoyo al Instituto Nacional Electoral (INE) y oponerse a las modificaciones que están siendo impulsadas desde el ejecutivo federal, el llamado “Plan B”. La concentración tuvo lugar en las distintas ciudades capitales de los estados del país, pero el mayor número de personas fueron las que asistieron en la ciudad de México, donde por momentos el zócalo de la ciudad de México parecía a su máxima capacidad; el saldo de la concentración política fue más de 100, 000 asistentes, sólo en la capital política del país. ¿Cuál es el significado que tiene esta marcha?
Primero es importante contextualizar este hecho. El actual gobierno, la auto llamada cuarta transformación, llegó a la presidencia por medio de un movimiento social de carácter político encabezado por el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Esta acción colectiva logró reunir los distintos reclamos y hartazgos contra la corrupción de las administraciones públicas, partidos políticos y las creciente desigualdad del país. Este gobierno encabezaba entonces una demanda compartida por distintos grupos sociales porque se produzca un cambio en la vida pública.
Frente a este contexto, la marcha del 26 de febrero es parte de la acción de un grupo de individuos, partidos y sociedad civil que se opone a algunos de los cambios propuestos por el actual grupo en el poder. Al estar el gobierno encabezado por un movimiento social, lo que presenciamos en días pasados fue un contra movimiento, o estrictamente hablando un acto “conservador”, en este caso, a favor de un organismo autónomo que algunos ciudadanos consideran que no debe ser transformado en la forma propuesta por el partido en el poder.
Un segundo elemento es que la marcha constituye la mayor acción organizada contra el actual gobierno federal. Esto tiene una importancia simbólica indudable; existía una narrativa donde el apoyo al presidente parecía haber desaparecido cualquier intento de generar un grupo capaz de oponerse. Incluso, el mismo jefe del ejecutivo, confiado de la debilidad de los otros partidos y organizaciones, “retó” en varias ocasiones a sus “adversarios” para que marcharan al Zócalo; llegó a mencionar (en el contexto de la revocación de mandato) que si estos grupos llenaban la plaza central él renunciaba a la presidencia. De igual manera, después de la primera marcha en apoyo al INE, el jefe del ejecutivo volvió a preguntar el por qué no llegaron al Zócalo. Andrés Manuel López convirtió (figurativamente) la plaza central de la Ciudad de México en un bastión infranqueable para la oposición a su gobierno. Hasta el pasado domingo, cuando un grupo de personas lo tomó y lo llenó.
La marcha ¿Debería preocupar al actual gobierno? La reacción del presidente parece indicar que lo hizo: los días posteriores ha dedicado una parte importante de sus conferencias matutinas en descalificar, minimizar y atacar a los asistentes más “notables” así como las razones de la movilización. Sin embargo, lo que vimos el domingo es lo que Bauman llamaba: “movimientos con mucha fuerza, pero sin corazón”, es decir, nuevas formas de acción colectiva que son capaces de atraer a muchas personas por medio de las redes sociales, pero carecen de una organización que los pueda constituir en partido político o grupo de presión que les permita ser un contendiente de consideración para un gobierno. En la marcha fue clara la poca coordinación y experiencia de la mayoría de los asistentes en este tipo de eventos. Los mismos oradores no tenían las capacidades oratorias para hablar en una marcha, su discurso era propio de un aula o una conferencia, no de una arenga política.
Como sucede en toda acción colectiva de este tipo, existieron una serie de símbolos significativos: por un lado el interés de “alguien” por generar algún tipo de confrontación al menos en términos simbólicos (una gran manta donde insinuaba que los asistentes apoyaban a García Luna, el retiro de la bandera de la plaza de la constitución y múltiples afiches de papel donde se repetía la relación de los asistentes con el personaje recién declarado culpable en una corte norteamericana); tantas “molestias” por una marcha son signo de preocupación de parte de alguna autoridad local o federal. Por el lado de los asistentes, acudieron vestidos con colores que identifican al INE, a diferencia de otras manifestaciones no se registró en esta ocasión ningún acto de vandalismo y los participantes parece que después de que les tomaron la foto de la plaza llena y cantaron el himno se disgregaron con mayor rapidez que la que tuvieron para llenar la plaza; la imagen como fondo (vacío).
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio de Sonora
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.