La perinola: Un poco de conciencia
Por Álex Ramírez-Arballo
Cuando era niño, aguardaba por estas fechas la llegada de la Nochebuena porque sabía que me traería algún regalito. Como tantos otros niños, en los días previos le había escrito una carta Santaclós para notificarle de mis deseos que, debo decirlo, eran bastante modestos: nunca he tenido ambiciones materiales y esto, lejos de abochornarme, debo aceptar que me envanece profundamente. En fin, la cosa es que mis demandas eran sencillas y para nada sofisticadas. Hoy, en este 2022 creo que puedo darme el lujo, pues, de subir un poco el nivel de mis peticiones al barbudo del norte.
Deseo para esta Navidad, querido Santa, una sola cosa, la más difícil y la más necesaria quizás, por eso me atrevo a pedírtelo, porque sé que si me das esto, si nos das esto, los problemas del mundo habrán de suavizarse en grado extremo. Deseo, pues, no otra cosa que un cofrecito de conciencia para cada uno de mis hermanos.
He visto que el gran problema de nuestro tiempo es la poca conciencia que las personas tenemos de ser personas. Nos sentimos poco valoradas, nos sentimos impotentes ante la catarata de eventos que nos rodean, como la violencia sangrienta, impensable hasta hace muy pocos años; la depresión económica, incurable, según me cuentan los enterados, economistas amigos de prestigiosas universidades del mundo; el materialismo rampante, encarnado en las formas más lastimosas y descaradas del consumo; la inmovilidad social, fomentada en muchos países, como en México, por la corrupción y el monopolio partidista del poder. Ante todo esto, pues, es natural que la persona se sienta poca cosa, se sienta miserable incluso. Pues bien, creo que esa dosis de conciencia es liberadora, por eso la quiero.
Somos personas, la creación más prodigiosa del universo. En nuestras manos tenemos, más allá de todo determinismo material y social, un enorme potencial de crecimiento y transformación. Podemos hacer algo que viola toda ley de acción y reacción, podemos responder al mal con bien, podemos ponerle al mal tiempo buena cara. Las personas conscientes son así, capaces siempre de inventarse y reinventarse cuantas veces sea necesario, son pacientes y ahí donde van son capaces de sembrar un poco de esperanza. Solo quienes son capaces de guardar entre sus manos un poquito de fe podrán construir un futuro digno para sus hijos y los hijos de sus hijos: nuestra furia de hoy puede ser la maldición de mañana. Recordemos.
La revolución es personal, personalista y consiste en asumirnos únicos entre iguales. El cambio posible es el de la actitud de uno mismo, que no debe excluir el desinterés en la vida pública y en la búsqueda vehemente de la justicia, faltaría más. El camino que debemos recorrer es el del reconocimiento de nuestros plenos poderes, de nuestra capacidades y potencialidades. La conciencia es una brújula que nos indica el camino, por eso la quiero, por eso la pido. No seamos perezosos y pongámonos a caminar. La vida sigue y un nuevo año nos espera.
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com