La perinola: Conciencia y creación
Por Álex Ramírez-Arballo
La vida se sustenta en una tensión que va de la creación a la espera. Esta tensión se llama resistencia. Es decir, los seres humanos creamos y contemplamos; esto supone que nuestras elaboraciones se nutren de la paciencia. Somos seres conscientes que nos sabemos en el mundo y vamos de un lado a otro recorriendo un escenario vital que muchas veces ignoramos. El creador no es así. El creador, si es verdadero, es esencialmente una criatura de la conciencia, como que le va la vida en ello. No puede haber artistas despistados. No puede hacerse nada que tenga valor si no se ha despertado plenamente a la experiencia de vivir y saber que se está vivo.
Si yo tuviera que dar una clase que buscara fomentar la creatividad entre los estudiantes, lo primero que haría es enseñar a mirar. Para la mente consciente no existe contemplación pasiva, todo es un ejercicio de apropiación vital de aquello que se observa. Eso lo aprendí siendo un niño, cuando podía pasar horas contemplando cosas maravillosas que yo creía nadie más podía ver, como por ejemplo las burbujas de un refresco compitiendo por suicidarse primero en la superficie de aquel líquido. Lo recuerdo con emoción porque esa memoria me permite anclarme de nuevo en la realidad cuando las fuerzas de la ansiedad y la angustia buscan maniatarme. He aquí una frase que me gustaría recordaras para siempre: volver a la realidad es volver a casa.
Ser conscientes es ser libres. Ser conscientes es escapar al juego de la víctima y ser verdaderamente responsables de cara a una realidad llena de variables que no podemos controlar; los seres victimistas buscan controlar esa realidad caótica apalancados en la conmiseración. Son unos cobardes, pobres almas inconscientes condenadas a una vida reptil. No son libres y no les importa porque prefieren mezquinamente el confort del esclavo que vive atado, pero al menos tiene la seguridad de que le arrimaran un plato diario de comida. Renuncian al señorío de su humanidad, por increíble que parezca.
Volvamos a la realidad, abracémosla como es, dulce y espinosa. Ganemos la maravilla de la creatividad. Hagamos cosas sin sentirnos culpables por ejercer nuestro derecho a la existencia. Marquemos la vida con nuestras voces y nuestros actos. Apostemos fuerte todos los días, con pasión y sencillez, reconociendo nuestras limitaciones, es verdad, pero no cerremos la puerta a los milagros. Nada es demasiado pequeño para quien ha sabido abrir los ojos. Cada segmento de realidad es una clave para ser revelada, una puerta que nos lleva al paraíso de la unidad. Entre el mundo y nosotros hay amplias avenidas que estamos llamados a recorrer en medio de una gran algarabía. Esta es mi fe, señores, en esto creo.
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com