jueves, abril 18, 2024
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Tuercas y tornillos: Armar a los ciudadanos ¿Avance o retroceso civilizatorio?

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Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
En la semana que termina, el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas, anunció su intención de presentar una iniciativa de ley ante el Congreso Federal para que la población mexicana tenga un mayor acceso a las armas. Es decir, aunque ya existía la posibilidad para toda persona de tenerlas, el dirigente propone que se amplie el rango de las armas que se pueden adquirir (mayor calibre), pero también que los militares puedan portar estas, aunque no estén en servicio. La propuesta buscar, al parecer, la ampliación de los sitios donde las personas podrían portar estas; mientras ahora la posesión legal se confina al hogar, por lo dicho durante la presentación, se busca que los ciudadanos puedan llevarlas durante su vida cotidiana.

Como sociólogo, la propuesta no es vista en términos de mala o buena, sino por dos preguntas: ¿Por qué se hizo está moción en este momento? ¿Cuáles podrían ser sus consecuencias para la sociedad mexicana?

Respecto a la primera pregunta, esta propuesta requiere ser analizada en el contexto internacional y nacional. En el primer caso, este tipo de soluciones de los problemas públicos corresponden a dirigentes (falsos o reales, ese no es el punto de análisis ahora) populistas que buscan conectarse con los temas que causan enojo o insatisfacción en los ciudadanos; en este caso el tema de la inseguridad. El dirigente del PRI está siguiendo el mismo esquema que siguió Donald Trump para construir su camino a la presidencia de los Estados Unidos de América. Es decir, presentarse como el que dice lo que los demás políticos no quieren exponer (la grave inseguridad pública) y plantear las respuestas que nadie diría, pero que secretamente muchos apoyan (que los ciudadanos cuenten con armas para defenderse de la delincuencia). Existe una percepción, construida desde los medios de comunicación y las redes sociales, respecto a un aumento en la criminalidad y los asesinatos. Esto, a pesar de que las cifras oficiales muestran un descenso en el promedio de homicidios. No obstante, se ha mantenido una tendencia de crimines de “alto impacto” (ataques en restaurantes, enfrentamientos públicos de criminales con policías o militares, ejecuciones a plena luz del día, feminicidios, etcétera) durante los últimos tres sexenios. En este escenario nacional, lo que resulta llamativo es que no surgiera antes un líder populista “duro” que prometiera medidas extremas contra la violencia.

Respecto a la segunda pregunta, la idea de armar a la sociedad mexicana desencadenaría, sin duda, una crisis social sin precedentes. Esto podemos avizorarlo si contemplamos diversos escenarios que por lo extensos que sería su análisis, sólo mencionaremos algunos de ellos: 1) la industria de armas forma parte de lo que en sociología se denomina como “desgracias sociales” es decir, aquellas formas de sufrimiento que rebasan lo individual y se producen por el funcionamiento de instituciones y estructuras sociales: la desigualdad, el racismo, discriminación por preferencias sexuales y las muertes por armas de fuego, por mencionar algunos. En el caso de las armas, Estados Unidos se ha vuelto el ejemplo paradigmático de lo que sucede en una sociedad donde prácticamente no tienen controles estatales para el acceso a armas: existe un promedio de 100 muertes al día por arma de fuego; 2) la autoridad mexicana cuenta con una capacidad limitada para la regulación de las actividades sociales que buscan ser limitadas o controladas (autos “chocolates”, cigarros de dudosa calidad, ropa imitación, películas clonadas, medicinas robadas o apócrifas, etcétera), por lo que sólo resultaría esperable que la posesión de armas saldría del control estatal. 3) La existencia de un mercado negro internacional de armas, que tiene en Estados Unidos y México dos focos activos de operación. Esta posibilidad de adquirir armas, lejos de acercar a los interesados a los mercados legales, los llevará directamente a los mercados negros, dados los costos que tiene un arma “legal”. Esto no disminuiría la actividad de las bandas criminales, todo lo contrario, les otorgaría todo un nuevo mercado; 4) la bajísima capacidad de las autoridades para resolver crímenes de cualquier tipo podría ser un incentivo perverso para el uso indiscriminado de las armas frente a cualquier conflicto. En la actualidad, aunque teóricamente está controlada la portación, ya existen casos de conflictos viales que resultan en la muerte por disparos, disputas familiares que se resuelven con armas, fiestas que terminan en balaceras. ¿Qué pasará cuando algún niño imite lo que hemos visto ya tantas veces en Estados Unidos y tome el arma de sus padres para ir a su escuela a disparar?

La propuesta más que requerir de una condena por su clara inviabilidad, debe ser considerada como una seria llamada de atención sobre la forma en que la sociedad mexicana esta buscando resolver el urgente problema de la inseguridad. La falta de autocritica de las autoridades ante sus formas de actuación, sólo generan un mayor caldo de cultivo para propuestas cada vez más radicales y desesperadas.

Separador - La Chicharra

MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.

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