viernes, abril 19, 2024
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Celuloide: El infiltrado del KKKlan

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixBlacKkKlansman es una película del 2018 dirigida por Spike Lee, en su clasificación se dice que el filme pertenece al género cómico dramático etiqueta que es difícil de aprobar una vez que la has visto, y es que por más que se le quiere dar un toque ligero estos temas son simplemente difíciles de abordar y digerir. Hay que subrayar primero que nada que se vivía el reinado del infame Donald Trump, su discurso nacionalista había empoderado a los racistas de closet que se escondían en los sótanos de la Norteamérica supremacista blanca. El tema de los migrantes mexicanos jugó su parte como chivo expiatorio en las campañas del dividido país vecino, no es que las grandes corporaciones o los multimillonarios paguen poco o nada en impuestos federales sino que el migrante te está robando el sueño americano. Ese discurso encontró oídos en un ejército de ciudadanos norteamericanos hambrientos de un pedazo del pastel prometido por el tío Sam, los llamados white trash y por otro lado los red neck. Entre las filas de los iracundos, muchos de ellos armados hasta los dientes, se combinan valores como la xenofobia, ignorancia, odio, la virtud de personajes como Trump es haber construido un enemigo que les sirviera de chivo expiatorio. En las imágenes transmitidas en twitter u otros medios podías leer como cada fin de semana la brutalidad policíaca se descargaba casi todos los días sobre las minorías, siendo cada vez más normalizado o minimizado por el mismo presidente. “Hay que devolverle a América su grandeza” era el slogan tantas veces repetido por el ex presidente y seguidores como David Duke emergían desde las sombras para aplaudir al gran líder. Spike Lee, mitad sociólogo, mitad activista, se especializa en este tipo de temas, el director nos narra los hechos reales ocurridos en la década de los setentas solo cabe preguntar ¿Nos habla aquí del racismo de los setentas o el racismo de la actualidad en Norteamérica?

Ron Stallworth se infiltra en el grupo del Kukuxklán junto a sus compañeros, el encabeza un plan para adelantarse a los crímenes que intentan perpetrar los miembros de un grupo supremacista, como es de suponerse se combinan altas dosis de ficción para darle sabor a la realidad pero como Spike Lee lo sugiere el racismo sigue ahí y anda caminando libremente sin máscaras. El personaje de Stallworth va aprendiendo de los activistas afroamericanos de la época al punto de sentirse culpable de ser un policía, ve que los lideres afro son perseguidos mientras los líderes supremacistas votados en el congreso, esa frustración le va haciendo mutar durante el transcurso de la película y en esa transformación el personaje de Patricia es clave. Misma transformación ocurre con el personaje interpretado por Adam Driver, él es judío pero no fue criado como tal, al igual que su compañero Stallworth se ve obligado a vivir una doble vida ignorando a los grupos como el Kukuxklán, mientras más los conoce más se convence de que son una amenaza real y que no basta con cruzarse de brazos y voltear hacia otro lado.

Definitivamente recomendable por las actuaciones, bien dirigida, si hubiera que poner un pero es el soundtrack y la ambientación. Es de esperarse que no sean películas de gran presupuesto pero son cuestiones que me sacaban de la ficción, de pronto esa guitarra eléctrica se volvía la parte central de la película y las escenas pasaban a segundo término no se tal vez exagero. De cualquier manera la virtud de Spike Lee es que nos hace reflexionar acerca de una historia que creíamos superada como dijo el director Paul Thomas Anderson, “puede que nosotros terminamos con el pasado, pero el pasado no ha terminado con nosotros”.

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