viernes, abril 19, 2024
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Basura celeste: Uno de los últimos trabajos de Antonio Alatorre

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Por Ricardo Solís
Ricardo SolísA poco de que se cumpla una década desde su fallecimiento (en octubre próximo), conviene hablar un poco acerca de uno de los títulos menos promocionados de la obra del escritor, académico y traductor Antonio Alatorre (1922-2010), un pequeño volumen que vio la luz en formato de libro dentro de la colección Centzontle del Fondo de Cultura Económica bajo el nombre de El heliocentrismo en el mundo de habla española (FCE, 2011). Se trata de un extenso artículo que el renombrado filólogo jalisciense había publicado con anterioridad en una reunión de trabajos editada por El Colegio de México (cuya circulación fue, por eso mismo, muy limitada) y en el cual se aborda el proceso histórico en torno a la recepción que tuvo la revolucionaria teoría de Copérnico en el orbe hispánico.

Este artículo procede del volumen Galileo (El Colegio de México, 2010), que la ya referida institución académica compiló con motivo del 400 aniversario de la primera ocasión en que se utilizó el telescopio con fines astronómicos –en 1609–, y representa uno de los últimos escritos de Alatorre; en este sentido, como se aclara en el prólogo a la edición del FCE (escrito por Martha Lilia Tenorio), lejos del distanciamiento que pudiera un lector cualquiera suponer entre los temas científicos y la labor conocida del renombrado investigador, éste “poseyó una curiosidad universal, casi renacentista” y, de ahí, “sus saberes eran amplios, variados y profundos”, al grado que, conociendo que sus pasiones fueron la lengua y la literatura, “no hay tema que no las cruce”.

Con todo, la lectura del libro confirma que, acaso, el texto de presentación “queda corto” y, felizmente, Alatorre conduce a quien se adentra en su vasto artículo en los avatares de una concepción sobre el cosmos que, a pesar de tener sus antecedentes en la Grecia clásica (especialmente en la concepción heliocéntrica de Aristarco de Samos que, gracias a Arquímedes, ha llegado hasta nuestros días), apenas comienza a difundirse en el orbe europeo tras la publicación del conocido libro de Copérnico pero que, sin embargo, no enfrenta la prohibición expresa de la Iglesia católica hasta después de la primera amonestación a Galileo, en 1616.

Como evidencia de lo anterior, entre varias que se mencionan, se encuentran los comentarios al Libro de Job que hizo –a fines del siglo XVI– fray Diego de Zúñiga; pero lo central es, dentro del análisis histórico, ubicar cómo la difusión de la idea copernicana fue ganando terreno en Europa cuando, en España y sus colonias, la Inquisición buscó impedir su avance y propagación (detalle que fortaleció la consideración de “atraso” que los iberos padecieron por mucho tiempo en lo que se refiere a la difusión de la ciencia) aunque, lo aclara Alatorre, eso no significó que no se conocieran las ideas de Copérnico sino, antes bien, que quienes ejercieron el profesorado en aquellos años no asumieron una posición de confrontación por motivos “prácticos” (es decir, decidieron no entrar en controversia con la Iglesia).

De esta forma, Alatorre hace hincapié en el papel determinante que juegan tanto Benito Jerónimo Feijoo como Francisco Javier Clavigero durante el siglo XVIII como figuras que se permitieron discutir y poner sobre la mesa la cuestión (aunque “con cautela”, es justo decir), lo que resultó favorable para que “apenas” en los últimos años de dicha centuria se diera lo que califica el filólogo mexicano como “el triunfo de las Luces. Al final, este libro parecerá minúsculo pero nos relata un capítulo enorme en la historia de la pasión por el conocimiento, desde una perspectiva crítica que se permite asimismo defender el pensamiento creativo.




Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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