La Perinola: La vieja escuela

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Por: Álex Ramírez-Arballo
Cuento con muchos amigos profesores, educadores profesionales que han dedicado una gran parte de su vida a formarse en las ciencias de la pedagogía y a trabajar para que los estudiantes cuenten con nuevas y más efectivas estrategias de aprendizaje; la verdad es que los admiro, lo digo en serio, muchísimo. Digo esto porque yo mismo me encuentro con la necesidad de desarrollar estrategias educativas, aunque no soy pedagogo, que me permitan educar mejor a los estudiantes que para su mala fortuna deben toparse conmigo en el aula.

“un buen profesor entiende que su trabajo no consiste en transmitir mecánicamente una serie de conocimientos sino en el promover un diálogo en torno a un tema común”

Estos quince años de experiencia me han enseñado muchas cosas, creo. He aprendido que la enseñanza es un asunto que implica a dos partes, como en una danza, y que no podemos llegar más lejos que nuestros propios límites: un docente no puede sentirse culpable por una clase que ha fallado por motivos que escapan de sus manos. He aprendido que la educación se encuentra más cerca del arte que de la ciencia: un buen profesor entiende que su trabajo no consiste en transmitir mecánicamente una serie de conocimientos sino en el promover un diálogo en torno a un tema común. Cuando el proceso de enseñanza es exitoso todos lo que en él participan se ven beneficiados, todos descubren algo ahí donde aparentemente no había nada.

Pero por encima de todo he aprendido algo que creo fundamental: el aprendizaje es hijo del esfuerzo. Me parece por eso que hoy más que nunca enfrentamos grandes retos dentro del aula, porque nos encontramos de cara a una generación que piensa que las cosas han de conseguirse de manera gratuita, instantánea y sin que medie ningún tipo de dificultad. ¿No nos pasará eso mismo a todos nosotros, quiero decir, en la vida diaria? Si se piensa bien, la ausencia de la paciencia y la premura neurótica habrá de meternos siempre en infinidad de problemas y, lo que es peor, nos arrebatará de golpe y porrazo la felicidad de disfrutar aquello que hemos conseguido con dedicación, disciplina y esfuerzo.

En lo que a mí corresponde, me es muy fácil determinar quienes dentro de mis alumnos tienen una mayor posibilidad de éxito; me refiero a aquellos que saben esperar, que saben continuar la marcha después de una caída, que entienden que la repetición y la constancia son dos llaves de oro que abren muchísimas puertas en este mundo.

La vieja escuela, aquella que hoy parece una cosa esencialmente maligna, entendía bien estas cosas, que creo no tienen por qué cambiar, a pesar de los avances de la tecnología. Nos conviene a todo recordar esta vieja lección que la sabiduría popular condensa en una máxima por todos conocida: “Roma no se hizo en un día”

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com

 


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