Basura celeste: Cervantes y la facultad de servir a la imaginación






Por Ricardo Solís
Hace ya más de una década, en 2005, prácticamente todas las instituciones culturales y educativas en el mundo de habla hispana se involucraron en la celebración por los primeros cuatro siglos de vida de una de las novelas más importantes para la historia de la literatura en cualquier idioma, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, cuya primera parte se publicó en 1605.
Así, uno de los propósitos de estos festejos era el de confirmar la vigencia del libro para despertar “renovadas lecturas”, la fascinación que ejercen sus personajes y su capacidad para “seguir hablando”, cientos de años después de su escritura, acerca de nuestras “preocupaciones vitales”; y no faltaba razón a ese discurso, pero entre tantos productos que de aquella oportunidad surgieron, uno de los más ilustrativos fue tal vez la publicación de Don Quijote alrededor del mundo (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2005), un volumen en el que diez autores de diferentes países se refieren a la importancia o impacto personal de la que se considera “la primera novela moderna”.
Breve y sobriamente editado, este libro “abre” con un prefacio del reconocido critico estadunidense Harold Bloom, para dar paso a textos breves de Margaret Atwood, Tahar Ben Jelloun, Péter Esterházy, Ismail Kadaré, J.M.C. Le Clézio, Claudio Magris, Nélida Piñón, Michael Tournier y Abraham B. Yehoshúa.
De este modo, Bloom no solo destaca la potencia poética del texto cervantino, enaltece además su “comicidad extraordinaria” y el carácter “escéptico” (aunque preocupado siempre por “aquellos que precisan ayuda”) que distingue al caballero de la triste figura y le hace “rivalizar” únicamente con los personajes creados por Shakespeare.
Por supuesto, no se trata de apuntar los numerosos detalles a que refieren los autores convocados en el volumen como si se trata de novedades; creo, más bien, que el disfrute mayor de esta lectura reside en “recordar” a quienes han disfrutado de la novela la estatura descomunal de la escritura y su infortunado autor.
Asimismo, es muy enriquecedor pasar de una experiencia de lectura o evocación a otra; si para alguien (Tournier) la novela confirma sus intuiciones sobre lo que signfica ser seducido por la obra, para otros (como Tahar Ben Jelloun), significa un pretexto para acercarse al teatro apreciado en su niñez, o bien (como para Péter Esterházy) un modo de vincular con gracia a Borges con la dictadura comunista en Hungría.
Por donde se mire, para quienes han leído de cabo a rabo la historia que protagonizan Alonso Quijano (o Quejana) y Sancho Panza, no habrá desperdicio alguno en acercarse a las páginas de este libro, porque no solo pone en evidencia el alcance universal del libro sino, también, da cuenta de múltiples formas de aproximación a una obra que prueba su magnitud (inmensa) día con día.
Este volumen, sin importar lo lejano o cercano de su publicación, alberga en su brevedad una fantástica evidencia del poder sugestivo de una incuestionable obra literaria; sin embargo, regala pinceladas biográficas o imaginativas acerca de su autor, un hombre que, nos recuerda Le Clézio, “hizo de su vida la materia prima de su obra, pero al mismo tiempo recompuso su vida para que sirviera a su imaginación”.
Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.





