Ruta de ideas: Festivalitis
Por Magali Romano
Me subí al taxi y le indiqué el hotel donde me estaba hospedando en la ciudad de Nogales. Los Tucanes de Tijuana sonaban a todo volumen, cantaban “El periodista”; el taxista sin que le preguntara nada, comenzó a hablar sobre su visión del periodismo actual en nuestro país, en el estado y en Nogales, no nos dejó bien parados, y cuando me preguntó el motivo de mi visita, sólo le dije que iba de trabajo.
– Oiga, ¿y no va a ir al Primer Festival Unidos por el Arte?- le pregunté.
– “Oí algo en la radio, pero no, cómo cree, ni siquiera entendí de qué se trata, si se fija, los que tienen dinero este fin de semana se fueron al beisbol, todo Nogales está ahí; ¿a poco usted sí fue?, ¿hay mucha gente? A lo mejor estoy errado y hay mucho pasaje ahí.
– No señor, no llegan ni a cien personas, y más bien como que están paseando, no es propiamente por el festival
– “Es que esas babosadas las inventan nomás para salir en las noticias, no saben ni lo que quiere la gente. Que traigan a La Brisa, Laberinto, verán como llena, si para que se hacen si ni a ellos les gusta eso”.
Sólo le sonreí y asenté con la cabeza, repasé los eventos que hasta ese día se habían presentado. Fofos, descontextualizados, incluso, el presentador carecía de los nombres y características de los artistas: “A continuación el grupo que representa a Estados Unidos de danza contemporánea”, cuando se trataba de bailarines de ballet clásico…
Mientras la cultura sea “la niña bonita e inútil de las políticas públicas”, seguirán siendo inversiones estériles y demagógicas.
Son pocos funcionarios públicos a los que se les ve con gusto en algún evento, que se note su afición, su necesidad de consumir arte, que conozcan, que compartan. Generalmente, van por la foto, creen que cumplen asistiendo, sonriendo y saludando personalmente a los artistas. Cómo esperar que festivales y eventos culturales masivos, en lugares donde no se acostumbran, se adentren en las entrañas de los habitantes, más si no hay una conciencia real de las necesidades culturales, sin un plan para crear nuevos públicos; sin estrategias para posesionar la cultura en las calles, en las escuelas, en los centros culturales. Mientras la cultura sea “la niña bonita e inútil de las políticas públicas”, seguirán siendo inversiones estériles y demagógicas. Octubre es el mes de los festivales en todo el país; parece ser que ahora sí Huachinera tendrá eventos de calidad que merece la gente, una programación bien pensada y estructurada que tal vez, salga de lo que están acostumbrados desde la fundación del CATCH. Es cierto que no sólo es responsabilidad de las autoridades, de la difusión que debe ser directa y sin dobleces para atraer público nuevo; también los habitantes de cada lugar donde se ofrecen los festivales deben darse el permiso y la oportunidad de acercarse a algo nuevo, sin comparar con lo que saben y conocen, sin prejuicios, abiertos y ése, es el trabajo más difícil, un monstruo a vencer; pero una vez compaginados programas adecuados, difusión y un público receptivo, los festivales cumplirán su función real.
*Magali Romano es periodista cultural para radio y televisión. Trabaja en Telemax desde hace 19 años. Es titular del programa Cóctel desde hace 13 años.