viernes, abril 19, 2024
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Die Woestyn: My wife the spatula (¡ahora en Español!)

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Por Alí Zamora
Yo estoy casado. Pero no nada más estoy casado: llevo tanto tiempo de casado que raramente utilizo las palabras “soltero” o “soltera” en una oración y sin ayuda del diccionario. Pero no nada más tengo mucho tiempo de casado, sino que en realidad disfruto, y he disfrutado, todos y cada uno de los momentos que comparto y he compartido con mi esposa. Y no nada más he disfrutado, disfruto y disfrutaré la compañía, las riñas, la comprensión y la existencia de mi esposa al máximo, sino que si tuviese la oportunidad de hacer las cosas diferentes, lo haría todo de la misma manera.

Al chile pelón, machín-rin.

Yo miro a mi alrededor virtual y observo a todas las personas que se “burlan” de cierta manera de la institución del matrimonio y que publican sus memes diciendo cosas como “casarse antes de los 30 es como irse de la fiesta antes de las 10:00 PM”. Y la verdad me daría risa, a no ser por el hecho de que en realidad siento un dejo de nostalgia al ver el desdén con el que miran al matrimonio y sienten cómo se levantan a sí mismos de algún vacío emocional, de manera similar a si le estuvieran diciendo a los demás “¿ves? Tú estás mal”, cuando en realidad yo he vivido una fiesta verdadera. Digo, si la fiesta está más aburrida que jugar solitario con media baraja de cartas, quédate bajo tu propio riesgo.

Pero, bueno, hablando con honestidad, quienes me conocen a nivel personal (los 4 o 5 individuos) saben que yo no veo mi vida de manera axiomática (a diferencia aparente de los lanzadores de memes) y saben que cuando me preguntan “¿qué piensas del matrimonio?” no me convierto en el zoquete re-mandilón que muchas personas creen que soy, y digo “es lo mejor que te puede pasar en la vida”.

Es como dijo el actor Omar Sharif una vez:

“¡No mamar!” – Omar (Sharif)

Lo que sí hago es contestarle sinceramente a las personas: “Casarse no es para todos”. Y no lo es. Hay muchas personas que saltan a la idea del matrimonio como una solución a problemas de pareja que van más allá de “¿Tenemos futuro?”. Hay quienes deberían no casarse, como hay quienes no deberían estar juntos (nótese que una opción no es lo mismo que la otra); así como hay otros tantos, diría Gandalf el Gris, “que merecen la vida, y sin embargo mueren”.

¿Qué si creo que el matrimonio es lo mejor que le puede pasar a las personas, ya sea en vida o en muerte? R= Nelson.

Lo que creo es que MÍ matrimonio es lo mejor que me pudo pasar a MÍ, como individuo que soy.

Sé que en la actualidad las personas se sientan en los argumentos de “el 50% de los matrimonios terminan en divorcio”, “es una institución arcaica que no toma en cuenta la evolución social de la humanidad” o, simple y sencillamente, “no sirve”.

Obviamente yo no comparto esos ideales.

Teniendo el privilegio de haber asistido una escuela de música con una población estudiantil globalmente mixta, me di cuenta que esos argumentos (aunque algunos basados en datos fríos), pintan de cierta manera un retrato “occidental” al respecto, más no capturan sentimientos universales.

No están tomando en cuenta la visión del matrimonio en culturas y países orientales como Corea, Japón o Singapur. Y tampoco toman en cuenta la visión del matrimonio en culturas del oriente medio (dígase las de India o Turquía, aunque la confederación de futbol de este último país esté ubicada en la UEFA), y mucho menos culturas africanas. Siempre aclarando que sí, muchas sociedades pueden considerarse aún un patriarcado, pero donde el valor asignado al matrimonio, ya sea como evento, como contrato social o como decisión de vida, es distinto al demérito que los lanzamemes le dan.

Otro detalle que hasta la fecha nadie ha podido responderme concretamente, es que si de verdad el matrimonio es anticuado y ya no sirve, ¿por qué continúa la pelea del bando LGBTQPC (Lesbian Gay Bisexual Transgender Queer Pansexual Curious) por el matrimonio entre individuos del mismo sexo? En todo caso, si es un movimiento y una pelea progresista, que va a la par de las nuevas creaciones sociales de los mileniales, sería lo mismo una unión civil reconocida (dicen algunos).

En fin.

A lo que iba en realidad con todo este preámbulo, ya que mi propósito no es una diatriba respecto a que sirve y que no sirve en el mundo del matrimonio, es a una celebración, la mejor celebración: el cumpleaños de mi esposita wife.

Yo, la verdad, no puedo decir que siempre pensé en el matrimonio como un camino que mi vida tomaría de manera predestinada. Muy a pesar de los sentimientos de ex-novias, nunca nació en mí el deseo de estar “para siempre” con alguien, como se firmaban las cartas que se intercambiaban novios de secundaria o preparatoria en aquel entonces.

Podría decirse, por ejemplo, que alguna vez tuve una novia en el noroeste de México, y aunque un caballero no besa y lo dice, podría decirse que tal novia supuesta me preguntaba por ilusión de niñez e inmadurez a falta de un sentimiento verdadero, pienso yo, si íbamos a estar por siempre juntos (¿verdad?). O bueno, quizás la ilusión de niñez y la inmadurez eran mías al asentir o decir “awiwi”, cuando en realidad sentía una opresión en el pecho que en secreto me decía: “no mam’s caón, dile la verdad”

Todo esto en supuestos, claro está.

En ese pasado de mediano plazo y supuestos posibles e indescifrables nunca se me había dicho que uno debía buscar la felicidad dentro de la vida en pareja. Lo que aprendí, visualmente, de mis contemporáneos era que si afloja y está “dos-dos”, no hay piri. Vale madre que no se lleven bien como individuos o no tengan nada en común y apenas y se vean 3 días al mes. Eso parecía ser la norma (y quizás también la Gabriela: tenía famita la muchacha).

En casa no aprendí tampoco respecto a la vida en pareja. Mis padres se preocupaban más por sus trabajos y por encontrarle un sentido a su propia vida en pareja y familia, como lo hacemos hoy mi señora esposa y yo, como para inculcar a sus hijos algo que veían bastante lejano (capaz y ellos crearon alguna o varias de las otrora mencionadas memes).

Pero todo lo que no sabía de la madurez emocional, del amor, de los sentimientos verdaderos, de querer en verdad verdadera compartir la vida entera con alguien, no obstante la falta de dinero, las discusiones, las diferencias de carácter y temperamento et al, lo aprendí al conocer a la mujer más hermosa del mundo: mi esposa. (Hay que decirlo así, porque si no… bueno… puedo convertirme en meme, por lo bajito).

A tal grado fue el flechazo que le propuse matrimonio en nuestra segunda “cita”. Compré un anillo de fantasía, ya que en aquel pasado más reciente y fundado en hechos vivía de préstamos estudiantiles, me incliné y le dije que a diferencia del anillo que le estaba regalando, mis intenciones y mi amor sí eran verdaderos cual diamante.

Años después, y en retrospectiva, al parecer tal acción funcionó.

Hemos compartido muchísimo y hemos vivido una historia que cuando se analiza en altas y bajas, ha sido por demás fortuito el hecho de que estemos donde estemos el día de hoy. Pero quizás es parte fortuito y gran parte es por el trabajo y los roles que decidimos aceptar cada uno.

Yo estoy consciente de que la vida que tengo actualmente no me bastará para pagar con afecto y acciones todo el amor que mi esposa tiene y ha tenido por mí. Dicen que una mujer enamorada le dijo al Papa Juan Pablo II: “Te pertenezco”. Pues eso mismo pasa aquí, sin tanto Vaticano ni tanta Baticueva.

No quiero exponerla ni que parezca que hablo mal de propios y ajenos, pero el haber dejado a su familia atrás bajo el pretexto de ir a un concierto anónimo e incógnito y viajar con solamente 80 dólares a su nombre y una mochila con dos cambios de ropa, me dice que mi esposa estaba o perdidamente enamorada de mí o sufriendo una locura clínica descomunal. O quizás las dos cosas: todavía hay tiempo para tirar la raya y saber qué era.

En gran parte yo fui quien le metió en la cabeza la idea de permanecer a mi lado, por lo que me propuse enseñarle el idioma inglés, enseñarle el valor de la moneda americana, el sistema de transporte urbano, la geografía local, reponer su guardarropa y enfrentar juntos la vida en general.

A pesar de todos mis desperfectos, a pesar del hecho de no haber tenido mucho por ofrecer, siendo yo un músico profesional (de acuerdo a la inscripción en mi diploma) recién egresado de la escuela y manteniendo dos trabajos y tres bandas, salimos adelante.

Ella es para mí la mejor en todo lo que hace y la he visto convertirse en una persona increíble, a pesar de la falta de interés en ella misma por miembros familiares de todos los bandos y a pesar de cualquier maltrato prejuicioso o xenofóbico del cual lamentablemente no pude escudarla.

No me interesan las críticas o comentarios que muchas personas hacen cuando digo que mi esposa es una tatuadora profesional, como si el hecho de serlo la demeritara como ser humano. Pero me da mucho gusto cuando, en esas noches que llega agotada después de estar con aguja en mano hora tras hora hasta el cansancio, llegan esos mensajes de clientes suyos diciéndole: “Nunca pensé que podría tener una pieza de arte en realidad en mi cuerpo, siempre pensé que los tatuajes eran imágenes básicas que se desteñían con los años, pero tú de verdad te preocupaste por mi diseño, gracias” (OMG! I freakin love it, you’re FIRE! I don’t have a tat I have a piece of art, much love).

Además, yo sé que no soy perfecto ni el ideal de matrimonio en el cual la mujer promedio puede pensar mientras crece o crecen sus hijas. ¿A poco me van a decir que todas aquellas madres que tienen hijas esperan que ellas terminen con un dizque escritor/músico multiempleado que se alejó de la religión y las costumbres? ¿Verdá que no?

Pero como lo dije anteriormente, ella ha estado ahí para mí. Ella me ha apoyado y lo mínimo que puedo hacer como ser humano pensante, capaz de misericordia y amor, es corresponder todo ese respeto y apoyo.

Han sido tantos nuestros días juntos y tantas las sorpresas y peripecias de la vida: visitas al hospital, viajes a través del desierto, fiestas de conejitas de playboy, perdernos en una reserva natural estatal, enfrentarnos a las autoridades y a inmigración, fiestas en bares de Hollywood con famosos, viajes de observación marina en barco y a islas en el océano Pacífico, cartas de amor sorpresa y vehículos que dejan de funcionar al lado de la autopista… ¡ufff!

Mi esposa siempre me ha pedido que dé todo lo que puedo de mí, ella piensa que soy una persona especial, inteligente y diferente (locura clínica, pues), y ha sido uno de los pilares más fuertes y sólidos que me impulsa a escribir y a continuar mis estudios, que me dice “no te rindas”.

Y como prueba de eso, encontré entre tanta fotografía, papel y poema de ardillas, algo fechado hace cuatro años, cuando retomé clases empezando en el community college de la ciudad de Glendale; y hoy comparto ese algo de nuez. Tanto en su versión original, como en la siguiente traducción al español:

En clase se nos pidió tomar un objeto, cualesquier objeto y escribir lo que viniera a la mente. Yo tomé una espátula cubierta de herrumbre y gesso…

 

Mi esposa la espátula

Este objeto es mi esposa, representa su vida y su alma. Yo sé que esto tiene un nombre propio; sin embargo, no lo usaré. No porque no lo conozca (aunque quizás no lo conozco) y no porque yo no sea un pintor, sino porque lo único que observo al mirar este objeto es a ella.

Ella tiene más de una, pienso que todos los pintores tienen amplios suministros, o por lo menos tratan de tenerlos. Mismas herramientas que se esconden por todo un apartamento, pintura de óleo seca cubriendo el lado plano y un mango con letras o nombres tan desvanecidos que podría ser parte de una exhibición en un museo.

Ayer me dijo que yo había inspirado su más reciente pintura con mi historia respecto al pretendiente de abogado y la pintora adicta a la heroína. Ella dijo que crearía para mí el dragón del cielo más glorioso posible, dijo que quiere que me sienta orgulloso de ella. Pero yo ya lo estoy y, en efecto, ella es quien me inspira en todo lo que hago. Ella es quien me impulsa y me dice que me rete a mí mismo. Ella es mi timón, mi ancla, mi todo.

Éramos solamente unos niños cuando entramos en nuestras vidas, y nada ha sido fácil desde ese entonces. Supongo que de la misma manera en que la pintura, el dibujo, la música, el arte o la vida en general lo son. No es fácil y no lo será, tiene que doler para que sea real. Y aun así, hasta la fecha, somos el mundo entero el uno para el otro.

Sin importar lo que hemos escuchado, tanto individualmente como en pareja, seguimos juntos y celebraremos media década de matrimonio en pareja próximamente. No importa que su madre le diga que sus pinturas no se venderán, a mí no me importa. A ella no le importa que mi madre me diga que los miembros de mi banda ya pasaron “la fecha de caducidad”, ella está en paz con ellos. Y a mi definitivamente no me importa que se utilice a sí misma como modelo para sus pinturas, quizás su padre se avergüence al ver un autorretrato desnudo de ella, pero a mí no me avergonzará en lo absoluto. Y nunca le pusimos mucha atención al fontanero rico en dólares que visitó nuestro primer apartamento y nos dijo que estábamos malditos como pareja. “Una pintora y un músico: nunca he escuchado de tal combinación”, nos dijo, nos reímos de sus palabras esa noche entre humo y bebidas.

Y de igual manera que este instrumento muestra óxido, prueba de que el tiempo transformará la materia a nuestro alrededor, de la misma manera ha cambiado nuestro matrimonio y se muestra nuestra propia herrumbre. Y no es algo negativo: es una señal que nos hemos impreso el uno en el otro, una señal positiva, somos la oxidación del otro, somos nuestras marcas en las arenas del tiempo.

Peleamos, discutimos, gritamos. Ella ha doblado tantas herramientas, acabado con igual numero de oleos y acrílicos, pinceles, lienzos y carboncillos, como yo he acabado con baquetas y llaves de afinación.

Podrán existir rasguños en la superficie, las orillas podrán estar oxidadas y el gesso seco y la pintura coagulada en todas sus herramientas, tanto las plásticas como las de metal, pero aun así ella continúa. Con un talento tan inmenso que escasean mis palabras para describirlo de manera apropiada.

Los gigantes vistiendo capuchas de osos, la Venus de Milo espacial que es en realidad mitad Adriana Lima, los hijos de la montaña, su excelencia el presidente del planeta, yo mismo desnudo y pintado, ella misma desnuda. Ella ha creado un universo a su alrededor y sólo puedo sentirme agradecido por ser testigo de ello.

Y así cada noche, cuando deja sus cosas de lado, cada una de sus herramientas y materiales, y viene a la cama, finalmente, exhausta. Solamente puedo susurrar suavemente en su oído y decirle “lo haz hecho bien, estoy orgulloso de ti”. Ella se acurruca en mi axila, yo espero a que ella duerma completamente y susurro nuevamente “gracias”…

 

*          *          *          *          *          *          *          *          *          *          *          *          *

 

Pick an object and write what comes to…

I chose the Spatula with rust and covered in dried spackle or gesso.

This object is my wife, this represents her life and soul. I know this has a proper name, however, I will not use it. Not because I don’t know it (maybe I don’t) and not because I’m not a painter myself, but because the only thing I see when I look at this is her.

She has more than one, I think all painters have ample supplies or at least try to. They’re hidden throughout out apartment, caked oil paint covering the blade and a grip with lettering so faded her tools could be part of a museum exhibit.

Yesterday she told me I had inspired her latest painting with my story about the wannabe lawyer and the painter who’s addicted to heroin. She said she would make me the most glorious of dragons of heaven, she said she wants to make me feel proud of her. But I’m already proud of her, and in fact, she’s the one that inspires me in everything I do. She’s the one that pushes me and tells me to challenge myself. She’s my rudder, my anchor, my all.

We were only kids when we came into each other’s life and nothing has been easy since. I guess just like painting, or drawing, or music, or art, or life in general. It’s not easy and it won’t, it has to hurt for it to be real. And still, to this day, we are each other’s world entirely.

Despite what we’ve heard, both individually and as a couple, we’re still together and we’ll celebrate half a decade as a married couple soon. It doesn’t matter if her mother tells her that her paintings will never sell, not to me. She doesn’t care that my mother tells me my band mates are past their “sell by” date, she’s ok with them. And I definitely don’t care that she uses herself as a model, maybe her father will get ashamed by looking at a nude portrait of her but I sure as hell won’t. And we never cared for that rich plumber that came to our first apartment and told us that we were a doomed match. “A painter and a musician, never heard of such a couple” he said, we laughed his words out later that night, between smoke and drinks.

And just like rust shows on this instrument, proof that time will mutate matter around us, so has our marriage changed and so our rust shows. And it is not a bad thing, it’s a sign, we’re imprinted on each other, a good sign, we’re each other’s rust, we are our mark in the sands of time.

We fight, we argue, we scream. She has bent so many tools, gone through as many oils and acrylics, brushes, canvases and charcoals as I’ve gone through drumsticks and drum keys.

There may be scratches on the surface, rust on the edges and dried gesso and congealed paint on all her tools, both the plastic and metal ones, but she still carries on. With a talent so immense that I lack the words to describe it properly.

The giants wearing bear beanies, the Venus de Milo in space that’s actually half Adriana Lima, the sons of the mountain, his Excellency the president of the planet, myself naked and painted, herself naked. She has created a universe all around her and I can only feel blessed and thankful for being a witness.

And so each night, after she puts everything away, all of her tools and materials and comes to bed, finally, exhausted. I can only whisper softly in her ear and tell her “you did good today, I’m proud of you”. She curls up in my armpit, I wait for her to be fully asleep and I whisper again “thank you”…

 

 

 

El Alí. No soy de donde vivo, ni vivo de donde soy; pero si pienso lo que digo, puedo decir lo que pienso.


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Un comentario en "Die Woestyn: My wife the spatula (¡ahora en Español!)"

  • ME DA GUSTO VER EN LO QUE MIS EX ALUMNOS SE HAN CONVERTIDO.
    ME DA MAS GUSTO LA FORMA EN QUE TE EXPRESAS DE DULCE (TU ESPOSA).
    UN ABRAZO!

    Respuesta

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