Urantia: Grimorios

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Para ALE: astrífera y bibliófila.

“El amor es más sabio que la sabiduría”.
Umberto Eco

 

Miguel Manríquez Durán
Miguel Manríquez1: En mis primeros años universitarios, vagabundeaba en librerías de todo tipo. No pasó mucho tiempo para que, entre los estantes de una librería local, junto con budas de plástico, pirámides energéticas y veladoras milagrosas, encontrara el Necronomicón en una versión malísima y, por supuesto, incompleto. Es Lovecraft quien en su narrativa me llevó a “el libro más perverso del mundo” porque conduce a la locura y además hablar en lenguas guturales y a ser despedazado por entidades supramundanas como le ocurrió al propio autor de la obra, Abdul Alhazred, en un mercado de Damasco. Bien dicen que un libro es un tesoro, pero quién tiene un grimorio posee todos los tesoros del mundo físico e inmaterial. Los grimorios (gramáticas) son libros portadores de maldiciones que revelan el mundo de los muertos, pactos diabólicos e igualmente son tratados de magia natural, astrología y medicina; libros que enseñan a congraciarse con los arcángeles y a mantener conversaciones con los tronos celestiales. Sus conocimientos tienen fuentes misteriosas tanto de la demonología babilónica como misteriosos rituales egipcios. Desde taumaturgos hasta profetas e iluminados judeocristianos y paganos los citan y utilizan para sus fines indecibles.

Muy pronto fui asiduo a Ombre Blanch, una librería gala, dónde ojeaba y hojeaba el Petit Albert en lujosa edición bajo autoría de Albertus Parvus Lucius. Siempre me pareció un estereotipo de los grimorios: más allá de las conversaciones con ángeles de El Libro de Enoch, el libro de Parvus es un maravilloso compendio de medicina, sortilegios para conseguir dinero y sexo gratis. También es única su receta para fabricar un objeto mágico: una mano de gloria. Ella sirve para que las personas cercanas caigan en un sopor mágico. Su receta es, aseguran, infalible: “La mano debe ser suministrada por un criminal ahorcado, una vez cortada debe envolverse en una mortaja y exprimirse hasta que esté limpia de sangre. A continuación se enterrará durante quince días en una solución que contiene, entre otras cosas, sal y pimienta negra, transcurrido esté tiempo se deja secar al sol o en un horno. La mano así momificada se usará para sostener una vela (o varias) confeccionada con cera virgen y la grasa del mismo criminal ejecutado del que obtuvimos la mano. Si la operación se ha hecho bien, mientras arda la cera de la vela, el aspirante a criminal podrá hacer lo que le venga en gana sin ser molestado.”

Un grimorio más conocido es El libro de San Cipriano: “fue un mártir cristiano del siglo III considerado como el santo patrón de los hechiceros. Su fama de mago empieza a elaborarse en el siglo IV a través de una serie de malentendidos, que acaban dando para tres libros donde se narra su vida, conversión y martirio. Al parecer, el bueno de Cipriano fue criado en el más estricto paganismo, consagrado al dios Apolo durante su niñez e iniciado en el culto a Mitra. Durante sus años formativos viajó a Babilonia, a Egipto y hasta al monte Olimpo, lugares donde aprovechó para aprender alquimia, astrología y magia caldea, así como para estrechar sus lazos con dioses y demonios”. Si ha perdido objetos o tesoros o si quiere magia amorosa como la poción de burundanga, conseguír talismanes o encontrar riquezas subterráneas, este libro ayudará en tal empresa.

Separador - La Chicharra

2: Sean grimorios históricos o de ficción son libros tan misteriosos como apasionantes. A mis 13 años leía a Lovecraft cuando supe del Necronomicón y su mitología sumeria que me condujo leer un fragmento de el Picatrix, de Maslama ibn Ahma al-Magritit, (Año 1007). El Picatrix o el objetivo del sabio se tradujo del árabe por orden de Alfonso X en el siglo ,XIII y es una alucinante compilación de magia y nigromancia donde, por medio de talismanes, se guía el espíritu hacia los astros. También descubrí una edición popular fragmentada y mediocre del Ciprianillo en la peluquería de mi tío Salvador.

Hace muy poco tiempo, la biblioteca de Umberto Eco encontró destino. Los más de cincuenta mil ejemplares serán cedidos en comodato a la Universidad de Bolonia por 90 años. En su texto Nadie acabará con los libros (Barcelona, Lumen, 2010) deja varias pistas sobre su colección de libros, su contenido, organización y cuidados. Su célebre “Bibliotheca semiológica curiosa lunática mágica et neumática”, como el le llama, contiene saber culto y saber falso: “En otras palabras, coleccionaba “todo lo que tiene que ver con la ciencia falsa, estrafalaria, oculta, y con las lenguas imaginarias”. A Eco le fascinaba “el error, la mala fe y la estupidez”. Además sentía atracción por los libros “con anotaciones de desconocidos”.

Lo importante es que dejó más de 1200 ejemplares raros y antiguos a la Biblioteca Nacional Braidense en Milán que, por cierto, se encuentra muy cerca de su casa. Hay incunables y grimorios, primeras ediciones y libros prohibidos. Desde el Malleus Maleficarum de Jacobus Sprenger y Henricus Institoris (1492). Encuadernado por Moisés Cornudo, un judío que trabajaba para los cistercienses y que firma con un Moisés con cuernos. También el Corpus Hermeticum por Marsilio Ficino, un Ptolomeo y todas las obras de Atanasius Kircher excepto Ars Magnesia. Se menciona especialmente a Turris Babel, sive Archontologia (1679) y Musurgia universalis (1650). Alguna vez, Il professore Eco dijo en una de sus clases que le hubiera gustado tener, además del Ars magnesia de Kircher (1631), un ejemplar de la Biblia de Gutenberg y las veinte tragedias perdidas de las que Aristóteles habla en su Poética: “Los libros no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa” (Eco).

Separador - La Chicharra

3: La sola idea de una biblioteca imposible me ha perseguido desde siempre. Esta obsesión se reafirmó después de leer The black swan: the impact of the highly improbable publicado en 2007 y en español hasta 2008 por Paidós de Nassim Nicholas Taleb que como buen escéptico y empirista anticipó eventos catastróficos. Con su estilo seminarrativo y autobiográfico nos hereda una visión de la incertidumbre. La idea de aleatoriedad e incertidumbre es cada día más un modo de entender este mundo. El Lecho de Procusto del mismo autor es una de mis lecturas pendientes.

En El cisne negro Taleb piensa en una antibiblioteca -inspirado por Umberto Eco– que es el conjunto de libros que no hemos podido leer. Son muchos más numerosos que los ya leídos, pero que se encuentran físicamente allí listos para ampliar nuestros conocimientos. Los libros no leídos, por el potencial que encierran para la investigación, deberían ser más valorados que los leídos, lo que no ocurre en las bibliotecas particulares donde generalmente se valora la cantidad de libros leídos por su propietario como medida de sus propios conocimientos. Eso cambió mi idea de biblioteca. En esta biblioteca imposible no faltarían todos los grimorios.

En su cumpleaños, estoy cierto de que la romana, ALE, es dueña de un grimorio donde no sólo aprendió el arte de mirar por una ventana o tal vez la fórmula para ver a los demás por dentro o caminar por el mercado de Trajano o tal vez ondular en los pasillos del Gran Bazar en Estambul. Estoy cierto que la romana, en ese grimorio, aprendió el antiguo arte de recordar todo.

 

Miguel Manríquez Durán. Poeta.

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

2 comentarios en "Urantia: Grimorios"

  • el 23 febrero, 2021 a las 9:23 am
    Enlace permanente

    Una biblioteca imposible y laberíntica como la de la abadía de el nombre de la rosa o simplemente el sueño de poder leer y asimilar cantidad infinita de libros debiendo asumir la consecuencia planteada por el libro del Eclesiastés 1:18: “Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor.”

    Respuesta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *