viernes, abril 19, 2024
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Urantia: Cinco remanencias de verano

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Miguel Manríquez Durán
1: Después de la lectura del libro de Jacob Bronowski (“Los orígenes del conocimiento y la imaginación”) queda la primera remanencia: ¿Qué nos deja la modernidad?¿la compulsión por el cambio y la frustración de la obsolescencia?¿la modernidad es “una condena que se decide en los tumultos de la historia y la política”?¿la próxima centuria es el tiempo cero?¿es un siglo laxo, inmóvil y sereno?¿el tiempo que viene, carente de toda complejidad, abrirá períodos históricos más bien átonos y desacelerados?¿el fin de la modernidad equivale a esas viejas canciones milenaristas que abrigan reposos, purificaciones y redenciones?¿con los oscurantismos aprenderemos la adelantada fórmula de William Blake en el sentido de que la libertad es el resultado de la sabiduría humana y el mundo físico?¿comprenderemos?¿alcanzaremos la condición humana idónea: fortaleza, compasión e imaginación?¿es, acaso, que el problema fundamental de la conciencia humana radica en su capacidad de imaginar?.

2: Para los tomates estofados ponga un poco de aceite de oliva, media vara de apio finamente picada, una cebolla pequeña también en trozos igualmente pequeños, dos dientes de ajo machacados y picados. Mezcle los ingredientes. Cocine durante tres minutos en el nivel más alto del microndas. Saque el recipiente y agregue cuatro tomates partidos en cuarterones, una punta (de cuchara) de azúcar, una punta de orégano, una cucharada de puré de tomate, sal y pimienta. Cocine durante doce minutos en el nivel más alto del microndas. Sirva inmediatamente. Esta receta sencilla y tonificante es el antídoto contra la infelicidad de los héroes (como Dante, Colón, Galileo, Sócrates) que -engañados, quizá providenciales- se pensaron inmortales. Cuando se dieron cuenta que todo era mortal, entonces inventaron a los dioses. Los tomates estofados tienen la profunda virtud de llevar a la contemplación activa del mundo, entonces comprendemos que somos mitad terrestres y mitad celestes por lo que no resulta difícil recordar el futuro de la humanidad: los neoantropos (Alberoni, dixit) que, provistos de una desenfrenada fantasía, serán capaces de realizar las esperanzas que se pusieron en los dioses, los héroes y los santos. Los tomates estofados hacen menos infelices a los héroes.

3: La física de los poetas postula que las nubes no son otra cosa que la sólida niebla que cubre el intermundo de los formal y lo informal. Este mundo es, para decirlo en palabras más claras, el oceáno de las aguas superiores, esto es, el oculto reino de Neptuno. Si el antiguo simbolismo cristiano propone que las nubes son asimiladas a los profetas ya que (Bachelard, dixit) la nube es mensaje de origen celeste, entonces la sólida niebla de la física que los poetas proponen no es otra cosa que una conexión cerrada entre la forma y lo informe, entre lo laberíntico y lo mágico, entre lo celeste y lo terrestre, es decir, el símbolo complejo y las esencias humanas que animan y dirigen los dogmas de lo poético. También en la física de los poetas aparece el espacio como una región intermedia entre el cosmos y el caos, i. e., como de las formas y las construcciones de lo cósmico. Cada una de las tres dimensiones del espacio tiene dos sentidos posibles (dos polos) que facilitan al poeta su transitar por el mundo.

4: Coral Bracho confirma lo anterior: “Detrás de la cortina hay un mundo de calma,/ detrás del verde espeso/ el remanso,/ la profunda quietud./ Es un reino intocado, su silencio/ Desde el espectro líquido/ de otro mundo/ desde otra realidad de sonidos dispersos; desde otro tiempo/ enmarañable, me llaman”.

5: La liviandad del amor constituye por sí misma una entidad compleja regida por dos principios: la complementariedad y la sustitubilidad. Tal vez porque el amor no es sólo un modo de estar en el mundo, sino una profunda resonancia que convierte y subvierte sin más finalidad que estremecer y diluir la noción de lo absoluto en el mar de lo contingente: “es el fuego que fluye/ sin cesar hacia el este. Bajo su fiel/ solar/ te pienso”.




* Mural “Nuestras raíces”, de Raúl Ruíz y Marlen Loss, edificio de posgrado de El Colegio de Sonora.

Miguel Manríquez Durán. Poeta.


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