Basura celeste: Saciar la gozosa curiosidad

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Por Ricardo Solís
Publicado en España hace una década, no sería raro hallar en las librerías del país un interesante libro de la célebre autora de origen británico P. D. James (como suele llamarse a Phyllis Dorothy James, 1920-2014), Todo lo que sé de novela negra (Ediciones B, 2010), la versión en español de Talking about detective fiction (2009), un breve ensayo en el que la autora de The Children of Men (sí, esa historia que sirvió de base para una cinta que, en 2006, filmó el mexicano Alfonso Cuarón) revisa los orígenes y el desarrollo de la narrativa detectivesca a lo largo de casi un siglo y medio.

Ahora, el lector habrá notado ya la “pequeña” y visible diferencia entre el título en español y el original, algo que quizá provoque una ligera decepción en cuanto a los contenidos del volumen para quien espere una cátedra de literatura noir; sin embargo, con todo, circunscrita a la noción de “ficción detectivesca”, P. D. James es siempre clara y exhibe su conocimiento puntilloso de una tradición que, en sus palabras, se perfila de modo completo en las historias protagonizadas por el más célebre de los personajes de Conan Doyle, el emblemático investigador Sherlock Holmes.

Eso sí, la faltante precisamente no haría honor al título en español de la obra; es decir, la novela “negra” no aparece demasiado y, cuando se aborda, es respecto de aquello que se escribió en Inglaterra durante el pasado siglo y, en relación con lo que acontecía en el ámbito de los Estados Unidos, la señora James sólo dedica un capítulo para hablarnos de Dashiell Hammet y Raymond Chandler, nada más, dejando de lado a muchos otros autores que contribuyeron a edificar esa tradición “otra” en la que, por referir solamente a uno, es injusto no mencionar a Chester Himes (o, en otro sentido, la importancia de una revista como Ellery Queen’s Mistery Magazine, ya que Black Mask sí se consigna).

Pero, por supuesto, es innegable que para cualquier lector de P. D. James es de un gran atractivo acceder a su especial nicho de autores “importantes”; por este motivo es que Dorothy L. Sayers es una presencia constante a lo largo de cada capítulo y, asimismo, la minuciosa radiografía de una narradora fundamental a la que conoce con gran detalle, la siempre recurrente Agatha Christie y, desde luego, su personaje principal, el singular detective Hercule Poirot.

Por otra parte, y no dudo que se trate de un detalle desarrollado con toda intención, en Todo lo que sé de novela negra se hace hincapié en la figura y la obra de varias escritoras inglesas que legaron una muy importante contribución al género –como Ngaio Marsh, por citar un ejemplo– y algunos otros autores ahora olvidados de forma injusta y que, en opinión de James, deberían ser “recuperados”.

Sin embargo, tal vez la mejor y más atractiva sección de este ensayo sea aquella que se encuentra en los capítulos finales, una lección de lo que P. D. James considera (a la luz del ejemplo de su admirada D. L. Sayers y el novelista E. M. Forster) como “lo esencial”, aquello donde debe ponerse más atención a la hora de escribir lo que llama “narrativa detectivesca”. Viniendo de alguien con más de medio siglo de experiencia en la escritura literaria, no está de más asomarse a un libro que satisface, en más de un sentido, la gozosa curiosidad lectora.




Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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