jueves, mayo 16, 2024
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La Perinola: Días de calor (audio incluido)

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Por: Álex Ramírez-Arballo
Desde que tengo uso de memoria el calor ha formado parte de mi vida, y cuando hablo de calor me refiero a un calor extremo, sofocante, imposible de comprender para nadie que no lo haya vivido: sí, ese calor que tú y yo muy bien conocemos en el desierto de Sonora. Ahora la cosa es más fácil porque las casas y los edificios están perfectamente equipados con equipos de refrigeración, pero antes, te acuerdas, años, décadas antes la cosa era mucho más complicada y siendo el mismo calor que hace ahora, pues uno debía de hacer acopio de una gran entereza para transitar de una a la otra orilla de este infinito verano nuestro.

Cuando llegué a Pensilvania recuerdo que un colega se subió a mi carro y al ver uno de estos tapetes que se utilizan para proteger el tablero, me dijo: “¿Qué es esto?”. Claro, él había crecido en un lugar en el que resultaba impensable que el sol destrozara el interior de los autos y los sesos de todos los que vamos y venimos por la calle con casi cincuenta grados de sol como cincuenta martillazos en la mollera.

La mayoría de nosotros hemos nacido y crecido en el desierto, que es un lugar inhóspito por naturaleza, agresivo y sumamente peligroso; pero hemos sobrevivido y aún más, hemos sido capaces de crear una comunidad, de trabajar y amar, de divertirnos y hasta de guardar en un rinconcito de nuestra alma icecream-200un poco de esperanza: no es poca cosa.

Siempre recuerdo el calor como la prueba definitiva. El mundo es un lugar peligroso y hostil que nos reta constantemente. No podemos engañar a los niños diciéndoles que la vida es fácil, porque no lo es: vivir es un deporte extremo. El desierto nos obliga, pues, a sobreponernos a una cuesta arriba constante, un obstáculo duro y doloroso que prueba nuestra capacidad de resistencia. La vida es hermosa, sí, pero ardua y no caben en ella las renuncias. Tengo el ejemplo de mis padres y mis abuelos, que movieron verano tras verano su pesada carga, de un lado para otro siempre, entregados al trabajo con un fervor que he visto poco en otros lugares del mundo.

Dicen que dicen las tribus norteamericanas: “Uno es el de tamaño de su enemigo”. Si así es el caso, los sonorenses somos sumamente grandes. Aunque en los momentos de vacilación siempre recuerdo a Alfonso Reyes y digo en silencio:

“¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana”

Entonces me río y sigo caminando. No hay más.

 Transmisión en radio

Escuche La Perinola, en la voz del mismo escritor sonorense y columnista de La Chicharra, Alejandro Ramírez Arballo.
Audio del 7 de agosto de 2015, en la primera de Panorama Informativo Sonora, con Juan Carlos Zúñiga, en la 102.7 Mix.

 

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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