martes, abril 23, 2024
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La Perinola: Los hijos de la angustia

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Por Álex Ramírez-Arballo
Hay un dato que me topé el otro día por mera casualidad, un dato que me entristeció mucho: el número de muchachos que acusan los síntomas de la ansiedad generalizada ha crecido de manera atípica durante los últimos diez años. No estoy hablando del simple estrés sino de un síndrome altamente incapacitante, resultado de una angustia vivida durante largos períodos: padecen insomnio, incapacidad de concentración, fobias infames, vértigos, cefaleas e incluso trastornos disociativos. 

No es difícil explicar lo que ocurre: estamos contemplando a la primera generación que asume que el futuro se encuentra de tal modo comprometido que todo esfuerzo en el presente bien pudiera ser inútil. Son los hijos de la gran quiebra financiera del 2008, del cambio climático, del acoso virtual, de la violencia normalizada, de la reciente explosión de los ultranacionalismos y los discursos del odio. La vieja idea del progreso, corazón mismo de la modernidad, parece haberse hecho añicos para ellos. Si no hay un suelo sólido bajo nuestros pies, ¿para que dejar la cama por la mañana?, parecen preguntarse los más jóvenes. Son víctimas de un mundo hostilizado por un sistema de explotación constante que parece regirse por relaciones mercantiles más que por vínculos humanos significativos: ahí donde no hay más suelo común que la competencia no puede haber más destino que la soledad y la derrota.




Sin embargo, creo que hay signos alentadores. Cada vez son más populares los grupos de personas –casi todos ellos muy jóvenes, aunque no exclusivamente- que se reúnen sin otra intención que “formar comunidad”: establecen clubes de lectores o de cine, fomentan el comercio justo, se dedican a diversas actividades artísticas y cívicas, comparten aficiones, se cuidan mutuamente y se divierten, sin duda alguna, mucho, mientras se dedican al placer más antiguo del mundo: compartir la vida, que es gratis. Han decidido tomar esa vida por asalto porque es suya, les pertenece con legitimidad, por más que los déspotas institucionalizados insistan en escamotearles ese derecho. En sus manos y pase lo que pase tienen la hermosa posibilidad de realizar grandes cosas.
 
Yo creo que no tenemos más alternativa que esta. El vacío interior ha de llenarse de humanidad, es decir, de encuentro y palabras, de convivencia y diálogo. Tenemos la obligación de transformar esta sociedad alienada en un pacto humanizado en el que todos tengamos la oportunidad de vivir con alegría y sin la opresión constante de los manipuladores de ocasión. El mundo no es lo que nos han dicho que es.  Esto es lo que creo y esta es mi apuesta.




 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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