Espejo desenterrado: Mi corona está en el corazón

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Por Karla Valenzuela
Hoy, que es Día mundial del corazón y que, de todas partes ha llegado la recomendación de que lo cuidemos y prevengamos enfermedades o padecimientos que pueden repercutir en él, no puedo evitar pensar en que también debemos cuidar nuestro corazón en ese sentido figurado que nos indica que nos protejamos de las malas emociones, de los sentimientos que nos hacen daño y no escatimemos en cuidarnos también de los demás.

Marguerite Yourcenar decía que “hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón.”, y eso es por mucho una certeza. La mayoría de la gente lo hacemos al revés o – peor aún- ignoramos siempre a nuestra cabeza y pensamos con el corazón y hablamos con las vísceras. Eso, lo digo por experiencia,  es algo que debemos evitar. Hay que trabajar diariamente por lograr que la cabeza y el corazón tengan siempre ese diálogo y, entonces sí, trabajen en común para lograr un equilibrio.




Creo que, luego de estos días difíciles que ha vivido el país entero tras los sismos, prevalece la idea de que los mexicanos somos gente de corazón, de nobleza. Quizás eso sea lo único bueno que este desastre nos dejó: nos recordó que somos seres humanos que sentimos, que lloramos, que extrañamos y que nos debemos también a los que comparten con nosotros esta, a veces, rutinaria sociedad.

Creo que ahora sabemos que tenemos manos, fuerza, voz y voto para hacer las cosas bien. Después de eso, debemos apelar a que no haya olvido, porque el corazón no sabe olvidar. En el dolor o la alegría siempre perdura algo.

Amemos pues y cuidemos nuestra alma y nuestra vida, que así cuidaremos la de los demás.

Yo, como Shakespeare, sólo puedo decir hoy, “mi corona está en el corazón, no en mi cabeza”.




*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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