viernes, abril 19, 2024
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Imágenes urbanas: Ruletero neoliberal

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
El ruletero Zapata-Ley 57 iba lleno, con pasaje de las colonias López Mateos, Hermosa Provincia, Olivos y Villa Hermosa, todas al Sureste de Hermosillo. Por fin habían tomado la calle Labradores donde iniciaba el pavimento quedando el polvo atrás, eran las ocho de la mañana, se dirigían al centro.

Cuando llegaron a la parada El Gallo para adentrarse en Vildósola se subió un hombre bajo de estatura y tez morena, a lo largo del brazo y antebrazo derecho, prensados con la mano, llevaba algunos 50 ejemplares de un texto en cuya pasta se podía leer “Inglés sin Maestro”, y empezó la perorata:

“¡Disculpe que distraiga su atención señor pasajero; directamente, desde la Ciudad de México, le vengo ofreciendo este práctico libro para aprender inglés tan necesario en estos tiempos, en esta época en que el mundo se ha vuelto tan pequeño, en esta época en que tenemos firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el inglés es el idioma de los negocios, del dinero, la lengua universal, y aquí, en este libro, viene lo necesario para que nos podamos comunicar con nuestros socios comerciales!.

“¡Con este libro señor pasajero, no habrá necesidad de que asista a una escuela de inglés; en este libro viene lo estrictamente necesario para que aprenda el idioma: formas de saludar, las 500 palabras más importantes y las frases más usuales, verbos, adverbios y adjetivos, numeración básica, ah, y por supuesto la pronunciación!

“¡Este libro, señor pasajero, le cuesta treinta y cinco pesos en cualquier librería, pero en esta ocasión y por instrucciones directas de la capital de la República, vengo a dejárselo por tan sólo diez pesos; con diez pesos usted podrá comunicarse con los norteamericanos, los canadienses y toda Europa, pídalos, cuántos va a querer, pídalos, pídalos!”.

La gente se miraba entre sí guardando silencio, el vendedor iba y venía por el pasillo, abriéndose paso con dificultad por entre los que iban parados. “¡Cuántos va a querer, cuántos, a sólo diez pesos!”, pero nada.

Cuando pasaron frente a la iglesia San José el señor cambió su discurso: “¡Piense en sus hijos señor pasajero, los que están en la secundaria o en la preparatoria, este libro les va a ser muy útil, no es un libro elegante con pasta costosa, éste es un libro sencillo que trae los esencial para aprender inglés y por tan sólo diez pesos, diez pesos señor pasajero!”.

Una señora comentó: “¿A quién se le ocurre subirse a un ruletero a vender libros de inglés?”, la respuesta “así son los guachos”.

Pasaban por la termoeléctrica cuando vino un cambio en la oratoria: “¡Si su esposo, hijo o hermano andan en el otro lado trabajando, no importa si legales o ilegales, o si usted piensa irse a los Estados Unidos para mejorar su vida, con este libro de tan sólo diez pesos ya tiene resuelto el problema de la diferencia de idioma!”.

Fue entonces cuando los ejemplares volaron, cuando iban por la Casa de la Cultura ya los había vendido todos, hasta salió de pleito con el chofer:

“¡Y yo qué!, ¿estoy pintado?, ¡yo también quiero uno, yo lo dejé subir!”, y la respuesta con tonadita: “¡Es que ya los vendí todos jefecito, mire, no me quedó ninguno, ni uno solo!”.

 

 

*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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