Espejo desenterrado: La madre de todos los vicios

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Por Karla Valenzuela
Esta mañana releía un texto publicado en la revista Nexos que prácticamente sostiene que la proliferación de los llamados “ninis” (ni estudia ni trabaja) ha incrementado la violencia.

“En México, la información de los ministerios públicos sobre presuntos delincuentes indica que, en 2007, 90 por ciento de quienes enfrentaron un proceso judicial eran hombres. Entre ellos, poco más de la mitad tenía menos de 30 años de edad y cerca del 80 por ciento no había completado la educación media superior”, señala el artículo.

Por las mismas épocas –calderonistas, por cierto- los cárteles comenzaron a crecer tal y como crecía la llamada “guerra contra el narco”, y esto derivó en que cada vez más jovencitos de escaso nivel escolar y sin posibilidades –por lo menos evidentes- de tener empleo seguro, se dedicaran cada vez más frecuentemente al “trabajo sucio”. Así, teníamos un mercado ilegal –el de las drogas- en bonanza y, en contraparte, una etapa laboral muy fuerte de gente despedida por aquí y por allá.

“Nuestros resultados muestran que la tasa de ninis hombres de entre 19 y 24 años no está correlacionada con las tasas de homicidio durante el periodo 1995-2006. En ausencia de incrementos en la criminalidad, los ninis no contribuyen a generarla. Sin embargo, entre 2007 y 2013, la proporción de ninis se correlaciona significativamente con las tasa de homicidios”, dicen Rafael de Hoyos y Vicente Vargas para Nexos.

Y, claro, el auge de “ninis” estaba recrudecido desde ese entonces especialmente en los estados fronterizos, porque es aquí donde la industria manufacturera y la maquila en todos sentidos resintió la crisis económica de México y, curiosamente, es también aquí donde los jóvenes dejaron de ir a la escuela para dedicarse, legal o ilegalmente, a llevar dinero a sus casas. Es decir, “el negocio del narco” creció y se detuvo la estrategia para mantener al pueblo educado y en trabajos con cierta estabilidad.

Es así que concuerdo con quienes aseguran que la violencia, la delincuencia, están íntimamente relacionadas con la educación que se tenga y con la estabilidad de nuestro entorno familiar y económico. Y es que, sea el estrato social que sea, si se pierde el equilibrio, la estabilidad con la que se lleva la vida, el desbalance puede costar terriblemente caro. Es sólo con buenas bases de educación que se puede mantener la calma y ahí hay una evidente área de oportunidad para acabar con la delincuencia.

Ya lo decía Galileo “La ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios”.

 

 

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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